Lo dispuso el Ministerio de Justicia. Debió estar fuera del país entre 1976 y 1983. Listas negras, bombas en el teatro y amenazas de la Triple A.
La actriz y cantante Clotilde Acosta, conocida con su nombre artístico Nacha Guevara, de 81 años, recibirá una indemnización de casi 12 millones de pesos por su exilio durante los años 70.
De acuerdo a la resolución del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, Nacha recibirá 11.466.268,80 pesos por los 2.856 días que pasó en el exilio entre el 3 de enero de 1976 hasta el 28 de octubre de 1983.
Lo particular del exilio de la actriz fue que se inició durante el gobierno democrático, durante la presidencia de Isabel Perón.
De acuerdo a la resolución que dio a conocer el portal Periodismo y Punto, la indemnización responde a la cantidad de días que la artista tuvo que pasar en el exilio asediada por la Triple A y la última dictadura militar.
«Otórgase a Da. Clotilde ACOSTA (D.N.I. N° 3.944.825) el beneficio previsto por la Ley N° 24.043 y sus modificatorias, reglamentada por el Decreto N° 1023 del 24 de junio de 1992 y su modificatorio, correspondiente a DOS MIL OCHOCIENTOS CINCUENTA Y SEIS (2856) días indemnizables, por el período comprendido entre el 3 de enero de 1976 y el 28 de octubre de 1983».
Con esas palabras, el artículo 1° de la resolución N° 75/2022 del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, habilita la indemnización.
Y el segundo articulo establece el monto: «La suma de ONCE MILLONES CUATROCIENTOS SESENTA Y SEIS MIL DOSCIENTOS SESENTA Y OCHO CON OCHENTA CENTAVOS ($ 11.466.268,80) se hará efectiva de acuerdo con lo establecido en los artículos 7°, 8° y 9° de la Ley 24.043 y estará sujeta a las prescripciones de la Ley 23.982».
Horas antes de que se publique la resolución, en las redes sociales había sido anticipada, lo que generó controversia.
En 2020, cuando cumplió 80 años, Nacha Guevara contó las amenazas que recibió de la Triple A durante el gobierno de Isabel Perón.
«La invitación aparece una mañana en el periódico con una amenaza de las tres A, la Alianza Anticomunista Argentina, que amenazaba a intelectuales, militantes, científicos, y las cumplía a las amenazas en general. Entonces, apareció esa amenaza que nos daba 48 horas a Héctor Alterio, a Horacio Guaraní, a Luis Brandoni, a Norman Briski y a mí para salir del país», contó.
En una entrevista con Clarín, contó sobre su exilio: «Tuve dos exilios por amenazas de la Triple A, que le hicieron especialmente a gente de la cultura. La primera me incluyó en una lista con Norman Briski, Héctor Alterio, Horacio Guaraní y Luis Brandoni. Nos dieron 48 horas para irnos; me fui por un año y estuve en Perú, México y después volví porque me contaban que se habían calmado las cosas».
Nacha Guevara: Colón, peronismo y el Bailando
Nacha Guevara dio sus primeros pasos los dio en el Teatro Colón, donde estudió danza antes de desembarcar como actriz en el teatro independiente. Y un hito ineludible fue su paso por el mítico Instituto Di Tella, en la década del ’60.
Allí brilló con puestas de vanguardia y experimentación como Anastasia querida, un espectáculo influenciado por la canción francesa como respuesta a la censura del gobierno militar de entonces.
Fue de las primeras mujeres en hacer humor político desde un teatro. Plantada desde el escenario del Maipo, la audacia de entonces le trajo repercusión y, también, amenazas y censura.
Su manifiesta postura frente a las dictaduras que padeció la Argentina la llevaron a sufrir el exilio dos veces. Primero en Perú y México y luego de un breve regreso a la Argentina, donde siguieron las intimidaciones, incluida una bomba en un teatro. «Llegaron a extremos increíbles, como el atentado al teatro con una bomba», contó a Clarín hace unos años.
Sobre aquel episodio, reveló: «Fue en el Estrellas, donde después estuvo el canal de Crónica, en Riobamba 280, durante la noche del reestreno de Las mil y una Nachas (diciembre de 1975). La noche anterior habían salido mal algunas cosas y estábamos atrasados quince minutos».
«La gente ya estaba en la planta baja, pero todavía no había subido a la sala, y ahí estalló la bomba, que mató a dos operarios e hirió a un montón de gente. Después mandaron un comunicado a los diarios donde me decían que si no me marchaba del país me iban a ejecutar en la calle. Me fui nueve años y volví recién a principios de 1984, con el gobierno de Alfonsín», contó en su momento.
En su ecléctica e inabarcable carrera, Nacha cantó versos del poeta uruguayo Mario Benedetti y también fusionó el rock con el tango; e interpretó personajes icónicos de la cultura argentina como Eva Perón y Tita Merello, en musicales memorables.
Pero además fue capaz de ponerse en la piel de otras mujeres más complejas y oscuras como en el de la asesina en serie Yiya Murano en televisión.
Algunas canciones tienen en su voz, una versión aparentemente definitiva, marcada por la impronta de su personalidad, como Mi ciudad, creada junto a Alberto Favero, o No llores por mí Argentina, el clásico del musical Evita del inglés Andrew Lloyd Weber.
De sus tres matrimonios con Anteo Del Mastro, Norman Briski y Alberto Favero, Nacha tuvo tres hijos, uno con cada uno: Ariel, Gastón y Juan Pablo que acompañaron a su madre en su derrotero por varios países durante el exilio y también heredaron su pasión por el arte en distintos rubros.
La actriz y cantante tuvo, en 2009, un intento de participar en la política cuando fue electa como diputada por el Frente de la Victoria. Sin embargo, prefirió renunciar antes de asumir y admitió que lo hizo porque sintió que iba a sentirse restringida en su libertad de pensamiento.
Esa intentona en el primer kirchnerismo y de la mano de Daniel Scioli derivó en polémica: Guevara fue tildada, como en su momento Néstor Kirchner, de ser una candidata testimonial, es decir, que figuraba en las boletas pero no asumiría el cargo al que se postulaba.
Después de todo ese recorrido llegó al jurado de «Bailando por un sueño». «Es un ambiente surrealista; el show es una locura y no se puede creer lo que ocurre. Es interesante observar las conductas humanas, cómo se transforman, cómo actúan. El Bailando es un laboratorio de gente muy diferente. Es muy interesante», aseguró a Clarín.
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