Fue el 16 de abril de 1969 con música de Gustavo Leguizamón y letra de Manuel J. Castilla. Eulogia Tapia se convirtió en uno de los personajes de Salta inmortalizados por la poesía y la música..
Eulogia Tapia es la pomeña. Ya encarnada para la posteridad en una famosa zamba que cuenta la historia de una coplera en tiempos de carnaval, con letra de Manuel J. Castilla y música de Gustavo Leguizamón.
Regresaba del alfalfar como cualquier tarde. La hoz en la mano y su padre junto a ella. ¡Eulogia! gritó su madre cuando los vio llegar. Acaba de salir por la radio una zamba que te nombraba. Hablaba del blanco (el caballo) y de la caja. Esa es la voz de los recuerdos que retumban desde el fondo de los años. Eulogia no le creía, o simplemente no podía entender que su nombre bailase en una canción. Eulogia vive en la actualidad en un puesto de campo, apenas alejada del pueblo de La Poma, en el norte salteño. Detrás de sus ojos hay un recuerdo y detrás de esa zamba, una historia.
A pesar de la popularidad de su nombre las cosas no han cambiado mucho para ella. Cada mañana de verano se la puede encontrar de botas de goma y ordeñando, con la mirada de la timidez perdida en el piso de tierra, a punto de sacar unas hojas de coca de su bolsita verde, o mateando con su marido bajo el alero de su casa de adobe. La escena que alude la zamba sucedió hace tiempo atrás, en La Poma. Aquella vez el sol pesaba sobre el boliche la Flor del Pago. Cuidando los intereses de los dueños un cartel informaba: Almacén la Flor del Pago, no fío por temor al clavo.
Detrás del mostrador estaba Amanda Aramayo, probablemente secando vasos con su delantal y tomando notas visuales de reojo. Del lado de los clientes, como escondido detrás de una cerveza, había un hombre barbudo: Manuel J. Castilla. “En ese momento entró la Eulogia con la caja bajo el brazo y la cara llena de harina, recuerda doña Amanda, una testigo invalorable. Era joven, tendría 18 o 19 años en esa época y así nomás comenzó el contrapunto. El contrapunto es un ir y venir de coplas, una especie de diálogo musical entre dos personas donde gana quien no pierde la inspiración.
De esa forma estuvieron animando el ingenio hasta que, como asegura la testigo, Castilla no tuvo más que decir. Había ganado Eulogia. Bajo la mirada impávida del poeta derrotado la joven pomeña salió por la puerta, desató su caballo blanco y rumbeó para el lado de las casas. No sea que la noche y su padre la sorprendan en el boliche. Al día siguiente Castilla todavía no asumía su derrota. Pidió el tractor verde de la municipalidad –que aún camina la Puna- y fue hasta el rancho de Eulogia, ubicado en Ampostuya.
Amanda recuerda que tampoco en esa oportunidad le fue muy bien por el recibimiento que tuvo en el rancho de los Tapia. No se va a creer, si don Joaquín, el padre, era bravo como el cardón. Otra vez había perdido el poeta. Al regreso de la frustrada visita hizo una parada obligatoria; otra vez el boliche. Otra vez Amanda. Todo tiznado por el humo del tractor; el poeta recibió otra botella de cerveza fría y desnudó sobre el mostrador su bagaje de penas. A la mañana siguiente Castilla se fue. Tal vez desde la ciudad de Salta quiso vengar su derrota.
Ahora su poesía vive en La Poma y se larga a volar desde arriba de las nubes, cuando el Cuchi le chifla con su música. Y juntos la siguen vengando, cantando en cada estrofa.
Fue así que Castilla decidió plasmar su derrota en el contrapunto en un poema que luego, musicalizado por el genial Leguizamón, convirtió a Eulogia en una leyenda que aún deambula por los desfiladeros junto a sus cabras y sigue cortando trigo maduro, mirando flores de alfalfa y carnavaleando.
El sauce de tu casa está llorando porque te roban Eulogia carnavaleando. Las flores de alfalfa que azularon los ojos negros de Eulogia Tapia en La Poma en la Provincia de Salta.
LA POMEÑA
Eulogia tapia en la poma
Al aire da su ternura
Si pasa sobre la arena
Y va pisando la luna
El trigo que va cortando
Madura por su cintura
Mirando flores de alfalfa
Sus ojos negros se azulan.
El sauce de tu casa
Esta llorando
Porque te roban Eulogia
Carnavaleando.
La cara se le enharina
La sombra se le enarena
Cantando y desencantando
Se le entreveran las penas.
Viene en un caballo blanco
La caja en sus manos tiembla
Y cuando se hunde la noche
Es una dalia morena.
Manuel J. Castilla/Gustavo Leguizamón
Fuente: Efemerides Güemesianas/ Juan Wayar
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