El “Albo” ganó 1 a 0 en el estadio Carminatti y llegó a la final por el ascenso a la Primera Nacional. El «Aurinegro» no fue el de siempre y nunca pudo dominar psicológicamente a su adversario.
Un pasito más. Gimnasia y Tiro le ganó por 1 a 0 a Olimpo de Bahía Blanca, de visitante y sin ventaja deportiva pero con uno más en cancha por la expulsión de uno de los locales, y así clasificó a la gran final del Federal A por el ascenso a la Primera Nacional.
El Albo lo ganó porque acertó en una de las chances más claras que tuvo, y luego manejó y protegió el resultado con firmeza y entereza en todas sus líneas, mostrando su mejor versión. Pudo hasta hacer más goles cerca del cierre, por medio de Facundo Heredia, pero no logró dar la estocada final.
A los 33 minutos del primer tiempo, tras un arranque intenso y que se fue emparejando con el correr de los minutos, Ezequiel Cérica convirtió el único gol del partido, con asistencia del Pollo Rojas que peleó la pelota entre los defensores del Aurinegro tras un saque largo de Abadía. El local no reaccionó ni acusó el golpe, y prácticamente regaló lo que quedó del primer tiempo.
En el complemento, Arnaldo Sialle intentó cambiarle la cara a su equipo y metió cambios, con los que comenzó a responder y acechar el arco visitante. Pero no tuvo contundencia y Abadía siempre respondió bien. Y terminó con uno menos por la expulsión de Lazza.
Se quedaron afuera
Los hinchas de Gimnasia que habían viajado hasta Bahía Blanca no pudieron entrar a la cancha. Un grupo intentó infiltrarse, pero los sacaron
El partido
En la temporada donde más ilusión propia había generado puertas adentro y también en ese fortificado vínculo con los hinchas, Olimpo volvió a caer en el agujero negro de la decepción y, al igual que en la edición pasada, quedó eliminado en la semifinal del Federal A. Un rival mañoso y erudito en la materia, como Gimnasia y Tiro, le ganó 1 a 0 y lo sacó de la competencia.
“Dejamos afuera al candidato de todos”, dijeron algunos futbolistas del albo salteño que abandonaban el estadio Carminatti.
En un cotejo vibrante, donde los vaivenes emocionales fluctuaron entre la tensión y el entusiasmo, el dueño de casa, más allá del juego, tuvo que energizar su carácter y su coraje para bancar a un adversario que llegó a copar la parada con ínfulas de grandeza y una fricción que varias veces pasó el límite de lo reglamentario porque se lo permitió el lábil y poco confiable silbato del árbitro Nahuel Viñas.
Hasta los 19 minutos, cuando el partido se interrumpió (estuvo parado 4 minutos) por la llegada de algunos simpatizantes de Gimnasia que no consiguieron entrar, pero provocaron la reacción de algunos parciales locales, Olimpo fue más que la visita en ritmo y en contundencia.
Sin presión alta, lo dejó venir con tal de que la línea de cinco defensores se abra para poder meter algún rayo de luz y de fútbol. Vía Amarilla o Diego Ramírez, el olimpiense encontró espacios y Affranchino tuvo en sus pies el gol que podría haber definido la historia: primero se lo tapó Abadía con su pecho y después el palo y el cuerpo del arquero impidieron que el capitán ponga arriba a los suyos.
Después de que Nereo Champagne le pida a Viñas parar el encuentro porque afuera volaban piedras de todo tipo, Olimpo, no sé por qué, dejó de ser el mismo. Como un boxeador mareado y sin ideas, se empezó a enredar con la propuesta del oponente y la intensidad del comienzo se convirtió en pesadez.
Gimnasia metía, raspaba y corajeaba mientras Olimpo se iba sintiendo cada vez más incómodo. A los 33, el chiquitito (pero morrudo) Rojas peleó el balón entre los centrales, acomodó el torso entre defensores más grandes que él y, con mucha facilidad, tocó al medio para que Cérica convierta el gol.
A partir de ahí Olimpo vio que por primera vez en el año tenía que afrontar una exigencia máxima, que debía correr de atrás como el atleta a la “liebre”.
Aunque no suele hacer cambios en el entretiempo, Sialle ubicó en cancha a Araujo por Cevasco, pasando Affranchino al medio. Mismo esquema, más dinámica.
Sin embargo, los nervios le bloquearon la mente, no existieron las conexiones precisas ni los pases mágicos y varios de los centros que lanzó al área enemiga terminaron en cualquier lado menos en la cabeza de un compañero.
Como Viñas se lo permitió, Gimnasia, que funcionaba sin fallas con el motorcito Birge en el mediocampo, apeló a cortar el juego permanentemente, a hacer tiempo y a luchar más que a proponer.
El referí pitó varias faltas a favor de Olimpo, pero en muchas no aplicó la ley de ventaja y cortó avances prometedores. Si sancionó la infracción, ¿por qué no amonestó? El rosarino es categoría Primera Nacional, hoy pareció de Regional Amateur.
A los 19, en una contra, Lazza arrastró pelota y pie de Cérica en el borde del cuadrante mayor y, como el 9 de iba para el arco, Viñas dio el foul y expulsó con roja directa al 6 aurinegro.
En esa le doy la derecha, pero no en lo que sucedió a los 32 minutos, cuando no cobró un penalazo de Abello sobre Toledo, tras tomarlo del cuello y hacerle una toma de yudo frente a los ojos del colegiado. No pudo no haberlo visto, y es ahí cuando te generan ciertas dudas estos arbitrajes que dejan de ser polémicos para convertirse en tendenciosos.
Igual, lo confirmo una vez más: Olimpo no perdió por el árbitro. Con uno menos y un 3-4-2 que se desordenó a causa de la desesperación, empujó con envíos largos, pero no le quedó ningún rebote ni ganó alguna segunda jugada.
Incluso, de contra, Gimnasia lo pudo haber liquidado, pero la daño ya lo había hecho. Fue el único que consiguió ganar en calidad de visitante, eliminó a los que más puntos obtuvieron en el tramo regular y a los que muchos apuntaban para llegar a la final (Olimpo y Villa Mitre) y lo hizo con sus armas. Merecido lo tiene, nada que objetarle a este elenco salteño que sabe lo que quiere y como tiene que hacer para conseguirlo.
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