El Pontífice reiteró que “cancelar las diferencias es cancelar la humanidad” y que “el hombre y la mujer, en cambio, están en una ‘tensión’ fecunda”.
El papa Francisco volvió a fustigar este viernes a la ideología de género, a la que definió como “el peligro más feo de hoy” porque “anula las diferencias”.
Como ya había hecho en el pasado en varias oportunidades e incluso en una entrevista con LA NACION el año pasado, esta vez el Pontífice reiteró su rechazo a este tema al recibir en audiencia a los participantes de un convenio internacional titulado “Hombre-mujer imagen de Dios, para una antropología de las vocaciones”, convocado en el Vaticano por el cardenal canadiense Marc Ouellet.
Antes de excusarse por no leer el discurso preparado debido a que todavía está resfriado, el Papa afirmó que quería destacar la importancia de este encuentro. “Es muy importante que se de este encuentro entre hombres y mujeres, porque hoy el peligro más feo es la ideología de género, que anula las diferencias”, advirtió. “He pedido hacer estudios sobre esta fea ideología de nuestro tiempo, que cancela las diferencias y vuelve todo igual. Cancelar las diferencias es cancelar la humanidad. El hombre y la mujer, en cambio, están en una ‘tensión’ fecunda”, subrayó.
Como también había hecho durante la entrevista de LA NACION, Francisco recordó haber leído una novela de comienzos del siglo pasado, The Lord of the World (”El Señor del Mundo”, de monseñor Robert Hugh Benson) que “habla de lo futurible y es profética porque hace ver esta tendencia de cancelar todas las diferencias”. “Es interesante leerla, si tienen tiempo, léanla, porque ahí están todos los problemas de hoy”, recomendó.
En su tradicional saludo para el Nuevo Año al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, de enero pasado, el Papa también había condenado la “extremadamente peligrosa” teoría de género, que consideró, junto a la práctica de la maternidad subrogada -que pidió prohibir universalmente- consecuencia de las “colonizaciones ideológicas”.
“El camino hacia la paz exige el respeto de la vida, de toda vida humana, empezando por la del niño no nacido en el seno materno, que no puede ser suprimida ni convertirse en un producto comercial. En este sentido, considero deplorable la práctica de la llamada maternidad subrogada, que ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño y se basa en la explotación de la situación de necesidad material de la madre”, dijo en esa ocasión. “Un hijo es siempre un don y nunca el objeto de un contrato. Por ello, hago un llamamiento para que la comunidad internacional se comprometa a prohibir universalmente esta práctica. En cada momento de su existencia, la vida humana debe ser preservada y tutelada, aunque constato, con pesar, especialmente en Occidente, la persistente difusión de una cultura de la muerte que, en nombre de una falsa compasión, descarta a los niños, los ancianos y los enfermos”, deploró, refiriéndose al aborto y a la eutanasia legales.
“El camino hacia la paz exige el respeto de los derechos humanos, según la sencilla pero clara formulación contenida en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo 75 aniversario hemos celebrado recientemente. Se trata de principios racionalmente evidentes y comúnmente aceptados”, recordó. “Desgraciadamente, los intentos que se han producido en las últimas décadas de introducir nuevos derechos, no del todo compatibles respecto a los definidos originalmente y no siempre aceptables, han dado lugar a colonizaciones ideológicas, entre las que ocupa un lugar central la teoría de género, que es extremadamente peligrosa porque borra las diferencias en su pretensión de igualar a todos”, denunció, al deplorar que “tales colonizaciones ideológicas provocan heridas y divisiones entre los Estados, en lugar de favorecer la construcción de la paz”.
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