El sindicalista de los peajes e hijo del jefe camionero abre las puertas a debatir una reforma laboral y las privatizaciones de empresas públicas; cuestionó la pasividad de la CGT y pide un recambio en el PJ.
El 12 de agosto de 2021, antes del primer derrumbe electoral del Frente de Todos, Facundo Moyano renunció a su banca de diputado nacional después de casi una década en el Congreso. Fue por entonces una suerte de liberación para reforzar sus diferencias con el kirchnerismo y exigir a viva voz un debate puertas adentro del partido que nunca se dio.
El inmediato traspié del PJ en aquellas elecciones de medio término parecían haberle dado la razón. Hoy, poco más de dos años después, con Alberto Fernández y Cristina Kirchner en retirada y Javier Milei como presidente electo, uno de los hijos de Hugo Moyano vuelve a la carga con un planteo desafiante, que va desde el reclamo de un urgente recambio de dirigentes a un pedido interno para que no aflore un peronismo antropófago, capaz de engullirse a cualquier gobierno que no sea propio.
“No es momento de poner palos en la rueda, todavía no asumió el gobierno de Milei. Es democracia y hay que aceptar. La política se mide por los resultados: hay 150 por ciento de inflación y 50 de pobreza. Esta gestión fue un fracaso”, dice Facundo Moyano sin medias tintas y con la sensación de haber anticipado el desenlace.
Rescata a Sergio Massa, su padrino político, pero envía mensajes cifrados para el kirchnerismo, sobre todo, para “los muchachos” de La Cámpora que administran desde hace años cajas y poder. “Las gestiones de empresas públicas fueron desastrosas”, argumenta con datos a mano de lo que fueron las concesiones viales. Abre así la puerta a debatir sobre privatizaciones y reforma laboral, dos banderas que La Libertad Avanza expuso durante la campaña.
“Tengo muchas incertidumbres sobre lo que puede ser un gobierno de Milei, no espero que le vaya mal. Espero que le vaya bien”, dice Moyano durante una charla con LA NACION en la que tampoco ahorra críticas contra la CGT, en cuya conducción está su hermano Pablo.
– Hace dos años, incluso antes de las elecciones de medio término, renunció a su banca de diputado nacional por fuertes diferencias con La Cámpora y parte del PJ. La situación política y económica desde entonces se agravó y Milei llegó a ser presidente electo
– Mi renuncia no fue solo por diferencias con La Cámpora sino por cuestiones más de fondo, como la falta de un proyecto político. En ese momento, el 12 de agosto de 2021 se me planteó el dilema de ser parte de eso. No tenía injerencia ni siquiera en las políticas en las que había presentado proyectos, como concesiones viales. Había indefiniciones, falta de dirección y horizonte. Falta de proyecto en general. Para obtener una respuesta tenías que hacer un tour por diferentes ministerios y tampoco así la tenías. Ni siquiera hablando con el Presidente [Alberto Fernández] la conseguías. Eso se tradujo a malos resultados en lo político, en una crisis institucional, que después tuvo una consecuencia electoral. Primero en 2021, cuando hubo muchas renuncias después. Yo lo hice antes. Nadie se hace cargo. Eso nos llevó a la crisis económica, social, cultural y de valores de la política. Si tenes 140 de inflación y 50% de pobreza no tuviste buenos resultados.
Facundo Moyano, en su rol de diputado, con Sergio Massa, su padrino políticoRodrigo Néspolo – LA NACION
– ¿El triunfo de Milei puede ser el fin del kirchnerismo?
– No lo sé. También se decía en 2015. Pero como no soy kirchnerista, soy peronista, aunque estuve cerca del kirchnerismo cuando interpreté que había medidas que beneficiaban a los trabajadores. Creo que en el peronismo nos debemos un debate profundo. Biológicamente hay dirigentes que la propia realidad y el electorado ya les ha dicho que ya está. Hay una generación que ya dio lo mejor o lo peor, en la política y en el sindicalismo.
Facundo Moyano
– Hace bastante planteó la necesidad de activar un debate sobre la reforma laboral, teniendo en cuenta el estancamiento del nivel de empleo, sobre todo en el sector privado. ¿La llegada de Milei lo hace ahora inevitable?
– Indistintamente del triunfo de Milei nos debemos un debate profundo del sistema laboral, pero no con esa posición defensiva que tienen muchos dirigentes gremiales al decir que no porque vienen por nuestros derechos y conquistas. La bandera tiene que ser cómo le damos derechos a los que hoy no los tienen. Eso indefectiblemente te lleva a debatir una reforma laboral.
– Es decir, ¿la CGT debería representar también a los trabajadores que están hoy enrolados en los movimientos sociales?
– A los trabajadores a los que mal se llama de la economía popular. Todos somos trabajadores de la economía popular. La economía popular es precarización laboral, es un trabajador sin derechos. El Estado debe sacarlos de ese lugar, impulsando medidas y reformas para que tenga derecho a la seguridad social, a un sueldo digno. Pero ahí surge la otra discusión. Hay muchos trabajadores que están contemplados en la ley y que están hoy con salarios por debajo de la línea de pobreza.
– ¿Qué reforma laboral se imagina?
– Hay debates sectoriales que se deben dar. Si hay consenso, se puede dar una discusión más general. No hay que tenerle miedo al debate. Acá se fijó una bandera que dice que la derecha viene por nuestros derechos. Pero lo que tenemos que hacer es preguntarnos de qué manera el peronismo o el gobierno que sea le da derechos a los que no lo tienen. Hubo muchos trabajadores y pobres que votaron a Milei. La provincia de Buenos Aires es toda violeta salvo una franja del conurbano. Milei ganó prácticamente en todo el país. Esto nos debe hacer reflexionar. No hay una lucha de clases, ni peronismo contra los que nos quieren sacar derechos. Hay muchos argentinos que se cansaron de perder su poder adquisitivo durante estos cuatro años, o seis, porque con Macri también hubo un retroceso. Años de crisis. Hubo movilidad descendente durante los cuatro años de Alberto. Hubo en estos años temas en agenda, de minorías, como las cuestiones de género, que son importantes pero que no pueden estar en el centro de la agenda con un 50% de pobreza.
– ¿A la CGT la ve dispuesta a debatir una reforma laboral?
– He hablado con muchos dirigentes de gremios muy importantes que están abiertos al debate. Sectorialmente hay muchos que lo van a hacer por una propia necesidad de sus trabajadores. El Refop fue un alivio fiscal para las empresas de transporte, eso fue una reforma laboral e impositiva. Fue el momento en el que Camioneros más creció. Hay gremios que están dando la discusión: Gastronómicos, Comercio, que tiene muchos trabajadores no registrados. Hay que incluir en el debate a los trabajadores autónomos, al de Rappi, al coopertativista, al que está fuera de convenio.
– ¿Cómo imagina la relación del movimiento obrero organizado con Milei teniendo en cuenta que se arrastra una situación económica muy complicada?
– Lo primero que hay que hacer es organizar el movimiento obrero. Para mí no está organizado. Me animo a plantear un interrogante: ¿de verdad está unificada la CGT? Puede haber un triunvirato, pero no piensan de la misma manera. Lamentablemente no han tomado posiciones con el desgaste que tuvo el trabajador. No quiero personalizar, prefiero discutir ideas. Pero como institución la CGT no tuvo una posición fuerte ante una caída del poder adquisitivo del salario notable.
Facundo Moyano
– ¿Si hubiera habido un gobierno de otro signo político cree que la CGT hubiera avanzado hacia un paro general?
– Sin dudas.
– Uno de los integrantes del triunvirato de mando es Pablo Moyano, su hermano…
– No quiero personalizar. Más allá del parentesco no determina mi posición política frente a la actitud de la CGT. Yo lo que evalúo es el funcionamiento de la CGT como institución. No tuvo los posicionamientos que uno hubiera esperado ante el deterioro del poder adquisitivo de los trabajadores. No estuvo a la altura.
– Con estos indicadores de pobreza e inflación, ¿cree que Milei tendrá un período de luna de miel?
– Ningún dirigente que no haya hablado durante el retroceso que tuvo el pueblo argentino en términos de derechos, de salarios, no debería tener autoridad para plantarse fuerte ahora. Por eso aplaudo actitudes como las de Fernando Gray, que plantea cambios en el PJ y lo comparto plenamente. Pero Fernando Gray no habla ahora que hubo una derrota electoral del peronismo, habló antes. Ahí es cuando gana la autoridad para hablar y toma mayor notoriedad.
Facundo Moyano abrió las puertas a discutir una reforma laboral y las privatizaciones de las empresas públicas
– ¿Puede interpretarse el mensaje como un pedido de paciencia para dejar que arranque la gestión de Milei?
– Pero obviamente. El 56 por ciento de los argentinos votó a Milei, es democracia. Hay que aceptar. No es momento de poner palos en la rueda, todavía no asumió el gobierno. Además, con qué autoridad si muchos estuvieron callados durante todo este tiempo o fueron parte del fracaso. No hay que tener miedo de decir esto. La política se mide por los resultados: hay 150 de inflación y 50 de pobreza. Fracasaste.
– ¿Esta postura de no poner palos en la rueda es personal o percibe que es algo generalizado entre sindicalistas o dirigentes del PJ?
– Lo percibo en muchos dirigentes, sobre todo en aquellos que tienen la responsabilidad de la gestión. Cuando vos no tenes gestión es muy fácil salir a hablar como libre pensador. Hay un sector del kirchnerismo que siempre se pone como víctima de los poderes. Nunca son poder ellos, pero gestionan empresas y organismos mounstrosos, en términos de dinero y personal, pero que también definen políticas energéticas, aerocomerciales. Gestionan Aerolíneas Argentinas los muchachos. ¿Fue una gestión buena o mala? A partir de eso la gente votó. Desde las concesiones viales, que es lo que más conozco, las gestiones públicas fueron desastrosas.
– ¿En los peajes, que es una actividad que va camino a automatizarse, se están perdiendo puestos de trabajo?
– No perdimos puestos de trabajo y el plan de reconversión laboral está en marcha con las empresas privadas. La idea es no perder ningún trabajador. No es un desafío solamente de los sindicatos. Es un debate que también involucra a la política y a las empresas. Es fácil decir automatizo todo, ya pasa en el mundo con los bancos, en los aeropuertos, pero depende de todos.
– ¿La Argentina está en condiciones de aceptar este tipo de cambios, donde la tecnología reemplace al trabajador, o el regreso de las privatizaciones, como plantea la gestión que está por asumir?
– Hay una madurez de los dirigentes siempre y cuando se cuide la fuente de trabajo. Pero como dije antes es una responsabilidad de todos los actores, fundamentalmente del Estado. Quiero dejar claro el tema de lo público y lo privado. Las experiencias de la gestión pública fueron desastrosas. Rompieron un sistema y no lo digo ahora que se termina la gestión.
Lo digo por AUBASA [depende de la provincia de Buenos Aires] que el último año tuvo ganancias porque metieron un tarifazo. De todos los miles de millones que perdieron antes se recuperó un cuarto, sin hacer obras, cubriendo los costos operativos. Hay que pensar diferentes sistemas. Lo vengo hablando con el presidente de Autopistas del Sol y también con Axel [Kicillof]. El servicio se tiene que ver reflejado en un mejor pavimento, mejores luces, que las autopistas estén con el pasto cortado. Para eso hacen falta trabajadores.
Hugo Moyano, en su despacho con sus hijos Facundo, Jerónimo y Huguito
– ¿Tiene puentes con La Libertad Avanza? ¿Aceptaría un cargo si es que se lo ofrecen?
– Soy político, tengo contactos. Hay gente que conozco hace mucho tiempo que está ahora ahí. Y no aceptaría sumarme a la gestión porque soy peronista. Me hago cargo de lo bueno y de lo malo.
– ¿Cómo imagina el fin de año?
– Ojalá que tranquilo. Fueron cuatro años muy difíciles. Tengo muchas incertidumbres sobre lo que puede ser un gobierno de Milei, no espero que le vaya mal. Espero que le vaya bien. También, para que la vaya bien, debe ser un gobierno integrador y dar lugar a todos los actores para dar los debates que hacen faltan, como el sistema laboral. Durante mucho tiempo hubo una vara moral de rechazar la reforma laboral, pero hay que debatirlo porque si no vamos a tener más cooperativistas que trabajadores en relación de dependencia. Sea por derecha, por izquierda. Hay que sincerarnos.
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