El estadounidense accedió a postergar por 90 días la suba de aranceles a productos chinos prevista el 1 de enero. Xi se comprometió a comprar más bienes de EE.UU. para reducir el déficit comercial.
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el de China, Xi Jinping, acordaron este sábado en Buenos Aires una tregua a una guerra comercial de impacto global, en una cena entre solomillo y vino Malbec que duró casi dos horas y media y que fue «muy exitosa».
La cena, que comenzó al fin de la tarde en el Palacio Duhau, duró una hora más de lo previsto y algunos de los testigos afirmaron que se escucharon aplausos una vez que finalizó y que ambas delegaciones parecían satisfechas, según reportó el South China Morning Post.
En un comunicado difundido horas después, cuando Trump ya estaba en vuelo de regreso a Washington, la Casa Blanca informó que el encuentro, que fue el que más expectativas había creado en el marco del G20, había sido «muy exitoso».
Según informó Estados Unidos, el presidente Trump accedió a que el 1 de enero va a dejar las tarifas de productos por 200.000 millones de dólares con un arancel del 10% en lugar de elevarlos al 25%, como había prometido. A cambio, China acordó comprar un monto aún no acordado, pero que fue calificado como «muy sustancial» de productos de agricultura, energía e industriales desde Estados Unidos para reducir el desbalance comercial que tanto preocupa a Trump.
El estadounidense y el chino acordaron comenzar negociaciones inmediatamente para hacer cambios «estructurales» respecto a las transferencias tecnológicas y protección de propiedad intelectual, otra de las exigencias de EE.UU. Esto se solucionaría en el lapso de 90 días. Si esto no se soluciona, Washington subirá las tarifas al 25%.
«Fue un un encuentro increíble y productivo con posibilidades ilimitadas para Estados Unidos y China», dijo Trump.
Además, Xi acordó designar al fentanilo –una droga que está causando estragos en Estados Unidos– como una sustancia controlada, para que los que vendan ese producto a los Estados Unidos sean pasibles de ser penados por la pena máxima en China.
La reunión ya había comenzado en un clima optimista. En un breve diálogo con los periodistas luego de saludar a Xi y minutos antes de la reunión, Trump había sido optimista al decir que “vamos a discutir sobre comercio y creo que en algún punto vamos a terminar haciendo algo que será grande para China y para los Estados Unidos”. Trump dijo también que había establecido “una maravillosa relación” con Xi y dijo que “eso será una razón muy importante por la que probablemente terminemos consiguiendo algo bueno para China y para Estados Unidos”.
A su turno, Xi habló brevemente con la prensa y dijo que era “un gran placer” tener la posibilidad de reunirse con el estadounidense y resaltó la “amistad personal” con Trump. “Ha pasado cierto tiempo desde nuestro encuentro anterior…muchas cosas han pasado en el mundo”, dijo el mandatario chino. “Solo con cooperación entre nosotros vamos a servir a los intereses de paz y prosperidad”, dijo. “China y Estados Unidos, dos países importantes con una gran influencia en el mundo, mostraron las responsabilidades importantes para la paz y la prosperidad internacional”.
Trump y Xi Jinping intentan resolver la guerra comercial que mantuvieron a lo largo de todo este año, y que está provocando serios “daños colaterales” en la economía global. Por eso, gobiernos, mercados y empresas estaban pendientes de los resultados de ese encuentro.
Trump se sentó a la mesa con sus más estrechos colaboradores a su lado: el secretario de Estado Mike Pompeo; el del Tesoro, Steven Mnuchin; el jefe de Gabinete, John Kelly; el negociador clave Robert Lighthizer; el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton; el asesor económico Larry Kudlow; el duro asesor proteccionista, Peter Navarro; y Jared Kushner, yerno y consejero del presidente.
Estadounidenses y chinos se sentaron frente a frente en una mesa con flores y candelabros. Las conversaciones transcurrieron con un menú de solomillo con cebollas moradas y ricota de cabra y panqueques de dulce de leche y crema. El vino fue mendocino: un Malbec cosecha 2014 y un Chardonnay 2009, que seguramente Trump no probó porque jamás toma alcohol.
Desde la campaña electoral que lo llevo a la presidencia, Trump ha desechado el tradicional apego al libre comercio que ha caracterizado históricamente al país, con la promesa de proteger a los olvidados trabajadores industriales del interior y colocar a “America First”, o los “Estados Unidos Primero”, una política proteccionista que focalizó fundamentalmente contra China. A pesar de ser el líder de una potencia comunista, Xi, en cambio, se presenta como el defensor de un capitalismo global, una transformación impensada para el líder cuyo ingreso en la Organización Mundial del Comercio (OMC), hace dos años, desató polémica y aún es resistido por Washington.
El chino había impuesto ciertas líneas este sábado, más temprano, en su intervención ante sus socios del G20 al decir que las grandes economías “deberían defender el libre comercio y un sistema comercial multilateral basado en reglas”. Sin embargo, ofreció un guiño a Trump al prometer hacer más para abrir la economía de China. “Continuaremos profundizando las reformas de mercado, protegiendo los derechos de propiedad y de propiedad intelectual, alentando la competición justa y haciendo más para expandir las importaciones”, agregó.
Trump acusa a China de robar tecnología estadounidense y le exige abrir más su mercado a los productos de los Estados Unidos y poner fin a su exigencia de que las compañías extranjeras se asocien con compañías chinas para operar. El presidente republicano, ya desde su campaña electoral, ha criticado con contundencia el enorme déficit comercial de su país con China, que el año pasado llegó a los 372.000 millones de dólares, y reclama que Beijing deje flotar su moneda para permitir una esperable apreciación del yuan.
China se ha negado porque con un yuan artificialmente devaluado obtiene grandes ventajas competitivas respecto a EE.UU. Entonces Trump le impuso aranceles, acusando a Beijing de robo de propiedad intelectual en violación de las normas de la OMC. Los aranceles aplicados por Trump subirán al 25% el 1 de enero, y Xi quiere que esto se aplace mientras se sigue negociando un acuerdo más amplio. China, por su parte, respondió a la ofensiva de Trump con tarifas a importaciones de productos estadounidenses por 110.000 millones de dólares que incluyen productos agrícolas como la soja.
Si bien en un comienzo la aplicación de tarifas a los productos chinos fue festejada entre los sectores “trumpistas” de Estados Unidos, porque en principio estimula la producción nacional, puede acarrear consecuencias negativas para el futuro, según advierten los expertos. Uno de los sectores más afectados sería el agrícola porque ahora tendrían que vender sus productos a China con aranceles más altos. Y, si bien los impuestos al acero y al aluminio reactivarán esas industrias locales, es probable que aumente el precio de insumos básicos para el estadounidense común como, por ejemplo, las latas de bebidas.
Trump partió a Washington inmediatamente después de la cena, mientras que Xi se quedó por un día más para una bilateral este domingo con el presidente Mauricio Macri.
Fuente: Clarín.com
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