Por Carlos Saravia Day
El momento crucial de la vida de un soldado es aquel en el que adopta la posición de firme ante su superior en estado de tensión y receptividad y se cuadra ante él, “a la orden”, expresa con precisión.
Hoy el peronismo es un ejército disperso con un comando en derrota a la espera de órdenes. El que espera órdenes desespera. El deseo de actuar va acumulándose y aumenta sui tasa.
San Ignacio, al estilo militarista, exigía la obediencia pasiva y perfecta. “Perinde ac cadáver” (obedece como un cadáver). En esto de obedecer “a la orden” está la clave de la eficacia de un ejército.
El General Perón trasladó la máxima a su movimiento cuando lo fundara: disciplina jerárquica y obediencia ciega.
La orden es más vieja que el lenguaje, sino los perros no podrían entenderla.
El tipo de efecto más antiguo es la orden de fuga.
Hoy, la orden se ha domesticado, sobre todo en el ser humano, donde se ha creado un vínculo entre la orden y el alimento que se dispensa. Esta desnaturalización de la orden de fuga biológica educa a hombres y animales para una forma de cautividad voluntaria.
La masa en estado de miedo quiere permanecer agrupada, ya que solo se siente protegida si percibe la cercanía de los demás. Pero cuando los animales o los hombres se ven cercados la cosa cambia y es cuando la fuga se convierte en pánico.
Cada uno intenta salvarse como puede, el anillo se va estrechando.
Esto ocurre también en los hombres y del miedo masivo deriva el sacrificio religioso. Es la vieja teoría del “chivo expiatorio”. Teoría que se confirma con Alberto Fernández.
Los militantes aguardan órdenes. El mejor ejemplo de la espera de ordenes lo da el islam en la fórmula repetida del monte Arafat: “Aguardamos tus ordenes Señor”.
El súbito miedo que se desencadena y conduce a una fuga masiva ante el ruego sin respuesta deja en claro el origen de la orden: es una orden de fuga.
La “grande Armeé” el ejército de Napoleón en la invasión a Rusia derrotado por el general invierno y acosado por los cosacos esteparios, recibió de Napoleón la orden de retirada.
El peronismo espera ordenes, los oráculos están silenciados.
La “grande Armeé” quedó convertida en genial versión moderna en la “Armada Brancaleone” interpretada y llevada al cine por Vitorio Gassman, una de las mejores tragicomedias del cine.
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