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Informe periodisticoEnigmas a 11 años del crimen de las turistas francesas: Pruebas misteriosas y un comisario muerto de un tiro

Cassandre Bouvier y Houria Moumnni

Un informe periodístico en un medio nacional reflotó el tema. Cassandre Bouvier y Houria Moumni aparecieron asesinadas en la Quebrada de San Lorenzo, en Salta, en julio de 2011. Durante la instrucción, hubo “pruebas” que surgieron días después del hallazgo de los cadáveres.

Esta semana el crimen de las turistas francesas volvió a tener relevancia periodística en los medios a través de un trabajo de Ricardo Canaletti para Telenoche y que se publicó en el portal de TN. Este es el informe:

Es probable que nunca se conozca lo que ocurrió con Cassandre Bouvier y con Houria Moumni en julio de 2011. Es probable que los errores de los policías y de los operadores judiciales impidan siquiera aproximarse a los sucesos que terminaron con el asesinato de las dos chicas francesas en la Quebrada San Lorenzo de la provincia de Salta. Los asesinos lo saben. Es probable que jamás se conozcan sus identidades. Puede ser alguno de los que fueron acusados. Puede ser que no.

¿Hubo intención en los desaguisados policiales y judiciales que se cometieron? La pregunta es válida porque desde el inicio pocos creyeron que la tragedia de las francesas estuviese relacionada con uno o un par o un trío de desconocidos que de repente se convirtieron en psicópatas que violaron y mataron a turistas en uno de los visitadísimos lugares turísticos salteños, del cual ellos mismos sacaban provecho como conocedores de la zona y guías.

Debía haber algo más fuerte detrás del doble crimen de las turistas francesas

 

¡Pero vaya uno a descubrir eso más poderoso! Especialmente, cuando se conoció que al menos veinte policías provinciales buscaron encarnizadamente entre los más pobres y anónimos, a quienes torturaron a más no poder durante la primera etapa de la investigación. ¿Por qué? ¿Tantas cuñas afiladas tiene esa pared?

¿Es que no había ningún experto en el lugar para analizar la escena del hallazgo, que no necesariamente debía ser la de los crímenes? ¿Y si no había, es que la administración de justicia salteña no tenía (¿tiene?) a ningún hombre (varón o mujer) que levante la voz frente a las anormalidades cometidas en ese atajo difícil y semiescondido donde hallaron los cuerpos? ¿Por qué se llevaron los cadáveres en medio de la noche, a escondidas? ¿Cuántas pruebas se perdieron? ¿Quién dio la orden? ¿Por qué un comisario plantó pruebas en el lugar como vainas servidas, o sea casquillos? ¿Por qué la intención de hacer las cosas mal? De tal forma se desvía, se tuerce una investigación. ¿Con qué interés? Allí ninguno de los que torcieron el caso fue tonto.

¿Quién es el culpable? Todos y ninguno. El tiempo opera de esta manera frente a interminables y planeados embrollos judiciales como éste, que ocurren porque alguien hace las cosas mal y otros dejan que se hagan las cosas mal. Se sabe que el juez de primera instancia no escapa a las imprudencias de los primeros momentos, como también se sabe que hoy tiene un cargo superior a aquel de entonces, un ascenso.

En el mes de julio pasado e cumplieron once años del doble crimen , a la distancia lo que queda es un: “Bueno, qué macana…” Y así va a quedar, una historia muda que bien conoce el lugar donde ocurrió, un lugar maldito sin dudas.

¿Cuándo y dónde mataron a las turistas francesas?

Una de las primeras deficiencias de este caso, dirigido por el juez Martin Pérez, fue establecer cuándo mataron a las turistas, y dónde, o sea si ocurrió en el mismo lugar donde el turista chaqueño Gustavo Héctor Goojon, encontró de casualidad los cuerpos mientras paseaba con su esposa. Fue a las seis y media de la tarde del 29 de julio de 2011. Según el ticket de entrada, ellas llegaron allí el 15 de julio. ¿Entonces?

Según Pérez, las chicas estuvieron en el lugar donde fueron encontradas entre 48 y 72 horas antes del hallazgo. La primera pericia indicó efectivamente que las habían matado dos o tres días antes de ser descubiertas. Pero otra, realizada tiempo después, afirmó que las muertes a golpes y balazos, se produjo entre el 15 y el 16 de julio. La última foto que ellas tomaron tiene fecha del 15 de julio a las 18.28.

El 15 de julio, en el Hostal del Cerro, donde se hospedaban, quedaron sus mochilas. Rosa María Gómez Millet, una española encargada del lugar, desapareció antes del juicio y fue hallada en España. ¿Cuál era su miedo? Si Cassandre y Houria no volvían desde el 15 de julio, por qué no denunció su ausencia, sobre todo cuando su estadía vencía el día 16 de julio. Millet habló desde España y aseguró que la mañana del día 15 Cassandre le dijo que iban a la Quebrada de San Lorenzo sin sus mochilas porque tenían amigos y conocidos. ¿Qué?

Los cadáveres fueron sacados de la quebrada a las tres de la mañana de 30 de julio. ¿Por qué? Nadie respondió. ¿Se protegió el lugar? No. Los peritos estaban protegidos con la indumentaria para no contaminar el lugar? No.

A una de las víctimas, le dispararon en la cabeza y a la otra, en la espalda

El comisario Walter Omar Mamani dijo que tres días después de aparecer los cuerpos de las turistas, encontró los proyectiles que les dispararon con la sola ayuda de su visión privilegiada. Uno estaba a simple vista (pero nadie lo había visto antes) y el otro “debajo de una hoja” (en un lugar donde hay millones de hojas). En los lugares donde estaban los proyectiles, habían pasado peritos, policías, el propio juez Pérez y habían sido rastrillados por Gendarmería, que utilizó detector de metales. Pero nada. Los proyectiles lo esperaban a Mamani y su vista de rayos X. Él solo (con todos sus antecedentes por falsedad en documentos públicos, privación ilegal de la libertad, confabulaciones y armado de causas), en una zona de vegetación tupida, húmeda, con ramas quebradas, podridas en algunos lugares y sobre todo pisoteada por muchos…

Mamaní fue quien secuestró el arma calibre 22 con la cual le dispararon a Cassandre y a Houria, pero lo halló en un allanamiento realizado en una casa que era investigada por otra causa que nada tenía que ver con el crimen de las turistas. Raro, por lo menos.

Los hallazgos de Mamanì eran tan “truchos” que su jefe, el comisario Néstor Piccolo, le mando un informe al juez Pérez diciendo que las pruebas halladas por Mamani eran plantadas. Piccolo no creía, contrariamente a la teoría que sostenía Pérez, que todo ocurrió en el mirador de la Quebrada de San Lorenzo y que habría que dirigir la investigación fuera de los baqueanos y guías de la zona, los destinatarios de las torturas policiales. El resultado fue que Piccolo apareció con un tiro en la cabeza de su propia arma y se dijo que fue suicidio, circunstancia que nadie creyó.

El caso tuvo más idas y vueltas

Exámenes de ADN dudosos, testigos falsos, torturadores que declararon como si nada, y un pesado descrédito hacia policías y funcionarios judiciales. Hubo al final tres acusados que fueron a juicio, los guías Gustavo Lasi, Santos Clemente Vera, y Daniel Vilte. El primero terminó confesando que Vera lo obligó a abusar de las víctimas. Es sospecha establecida en la provincia que Lasi fue empujado a apuntar contra Vera y Vilte a causa de los apremios. Salvo las palabras de Lasi, no hay pruebas contra estos dos.

En junio de 2014 condenaron al guía Gustavo Lasi a prisión perpetua y absolvieron a Vilte y Vera. Pero en febrero de 2016 un tribunal de apelaciones, tomó al pie de la letra las palabras de Lasi y condenó también a Vera. Jean Michel Bouvier, el papa de Cassandre, que participó del juicio, siempre sostuvo que ni Vera ni Vilte tuvieron nada que ver con los asesinatos.

“Salta: el asesinato de dos francesas”, se llama el documental de Mathieu Orcel, realizado para el programa 66 minutes, del canal M6 de Francia, que llegó a la misma conclusión que Bouvier pero con una salvedad. Sostiene que Gustavo Lasi podría estar encubriendo a los verdaderos autores. Un segmento es particularmente duro con el juez Pérez. Y plantea la posibilidad de que las dos francesas hayan concurrido a una fiesta de personas de la alta sociedad que habría degenerado en abuso y muerte, y que el juez Pérez lo sabría. Este era el camino que pretendía transitar el comisario Piccolo antes de que apareciera muerto.

La condena de Vera esta aún en discusión en los tribunales. Lo que no se discute es la investigación infame y la afrenta a la memoria de Cassandre Bouvier y Houria Moumni.

 

 

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