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EspañaEn unas elecciones fuera de lo común, Cataluña define si revive el proceso separatista

Nada es normal. Empezando por el aspecto triste de esta ciudad que no se parece a sí misma, con más afiches políticos que luces navideñas, los restaurantes con demasiadas mesas vacías y un sinfín de hoteles con precios de saldo.

A 5,5 millones de catalanes les toca hoy resolver -o intentarlo al menos- la brutal crisis que estalló con el intento de secesión promovido en octubre por el gobierno que encabezaba Carles Puigdemont. No será el referéndum que querían los nacionalistas, pero se asemeja en algo: las urnas determinarán si el proceso independentista sigue adelante de alguna forma o queda hundido en lo inmediato, según informó La Nación.

Todo es raro, sí. Que se vote en un día hábil. Que uno de los favoritos a ganar, Oriol Junqueras (Esquerra Republicana-ERC), esté preso en una cárcel madrileña, y otro -Puigdemont (Junts per Catalunya-JxC)- se haya fugado a Bélgica. Que nadie sepa si tendrán derecho de asumir en caso de ganar. Que las elecciones regionales las organice el gobierno central de Mariano Rajoy. Que se hayan desplegado 17.000 policías, el doble de lo habitual, para prevenir disturbios y posibles trampas en el recuento. Los partidos moverán 55.000 fiscales, unos 20 por mesa, algo nunca visto en España.

Hay demasiado en juego. No es sólo quién gobernará la región más rica del país los próximos cuatro años. España entera está en vilo por el resultado de estas elecciones de emergencia, convocadas por Rajoy el mismo día en que echó a Puigdemont e intervino las instituciones catalanas. Europa, alarmada ante los brotes de nacionalismo, también mira con inquietud hacia Barcelona.

La revuelta de octubre descalabró la economía catalana a tal punto que obligó a recalcular a la baja la previsión de crecimiento de España. En el tercer trimestre del año la inversión extranjera en la región se desplomó el 75%, el turismo tocó mínimos y el 46% de las empresas dicen haber paralizado proyectos. Las grandes compañías esperan que las urnas aporten un horizonte de estabilidad.

Se requiere paciencia. Todos los pronósticos reflejan un final ajustadísimo, con Junqueras y la antiindependentista Inés Arrimadas (Ciudadanos-C’s) peleando cabeza a cabeza el primer lugar, pero muy lejos de la mayoría propia. Las cadenas de televisión no publicarán encuestas de boca de urna, así que habrá que esperar hasta cerca de la medianoche para conocer la conformación del futuro Parlamento.

Saber cómo será el gobierno puede resultar bastante más peliagudo: compiten tres partidos independentistas (ERC, JxC y la CUP), tres «constitucionalistas» (C’s, los socialistas y el PP de Rajoy) y los «equidistantes» de En Común-Podemos.

La campaña se desarrolló en un clima de emociones fuertes, entre las denuncias del independentismo por el encarcelamiento de sus líderes y las quejas de acoso social con que replicaron sus rivales. Los siete bloques en pugna se dedicaron un festival de vetos cruzados que obligarán a madurar el resultado tal vez durante unos cuantos días antes de dilucidarlo en toda su magnitud.

Pero hay algunos niveles de lectura rápida que serán decisivos. ¿Repetirán los independentistas la mayoría de bancas que ostentaron entre 2015 y el día en que Rajoy destituyó al gobierno? Las encuestas coinciden en que si logran una mayoría será más exigua que la anterior. Tenían 72 bancas, cuatro más que las 68 necesarias para el quórum.

Otro dato clave: ¿qué porcentaje de votos conseguirán en su carrera por demostrar que representan al grueso del pueblo catalán? En 2015 sumaron el 47,8%. Los sondeos les auguran un leve descenso.

Y, aunque no garantice llegar a la presidencia, determinar quién salga primero tendrá un valor inmenso. Arrimadas confía en ser ella. Necesita movilizar al electorado habitualmente abstencionista de la periferia de Barcelona, poco afín al separatismo.

 

Las consultoras pronostican un récord de participación, por encima del 80%. Pero hay dudas sobre si será materialmente posible en un día hábil. Las empresas están obligadas a dar cuatro horas libres a sus empleados para que cumplan con su derecho (que no obligación). Aun así, puede ser un lío logístico viajar hasta el colegio designado y soportar las colas que podrían formarse. No hay dudas de que el interés está: el voto por correo creció un impactante 81% respecto de hace dos años.

Las paradojas de las elecciones se acumulan. Rajoy ansía la derrota del independentismo, pero ve cómo el PP sufre una sangría de votos hacia C’s, su rival nacional en la centroderecha. Junqueras puede ganar, pero será un juez quien decida si lo autoriza a salir de prisión para presentarse a una sesión de investidura. Puigdemont dice que es el legítimo presidente y exige que lo repongan, pero sólo resolverá con el resultado puesto si se anima a volver a España, donde será detenido. A Podemos le anticipan una pésima elección (menos del 10%), pero puede caerle la llave del poder para desempatar entre separatistas y españolistas.

Los últimos pronósticos

23,3% – Ciudadanos: El partido liberal y unionista es liderado por Inés Arrimadas

22,2% – Esquerra Republicana: Desde su nacimiento tiene una concepción separatista. Su jefe es Oriol Junqueras, encarcelado en Madrid

17,7% – Junts per Catalunya: También una fuerza separatista, JxC perdió caudal de apoyo tras la fuga de su líder y ex presidente, Carles Puigdemont, a Bruselas

15,3% – Partido Socialista: Como Ciudadanos, los socialistas rechazan la independencia. Su jefe, Miquel Iceta, es uno de los dirigentes más respetados en España

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