Con 39 años, será el presidente más joven de la historia del país. El lunes presentará su gabinete.
El más joven presidente de la V República francesa iniciará este domingo sus cinco años de gobierno, dispuesto a destrabar a Francia y devolverle el optimismo perdido. Emmanuel Macron, el filósofo transformado en político, el pianista de Amiens convertido en el “Mozart del Ministerio de Economía” socialista, se independizó de todos y construyó vertiginosamente un movimiento político que, para el 66% de los franceses, es su última esperanza de reformar a un país históricamente irreformable y quinta potencia del mundo.
La ceremonia de traspaso del poder en el Palacio del Eliseo será cálida y emocionante. El socialista François Hollande, presidente saliente, considera a “Emmanuel”, su hijo político, un rebelde, y lo trata paternalmente. Un psicodrama palaciego, con Maquiavelo de modelo, porque el joven Macron escribió una de sus tesis académicas sobre él.
“Me traicionó con método”, dijo Hollande, sin rencores, cuando Macron se fue sin precisar su proyecto, para lanzar su movimiento. Volvió 16 meses después como presidente de En Marcha, que devoró al Partido Socialista y a los republicanos. Una automática renovación de la clase política francesa, que terminará con las elecciones legislativas, las senatoriales y las regionales que vienen.
El octavo presidente de la V República será entronizado en el palacio del Elíseo. La Guardia Republicana lo recibirá con honores. Hollande los esperará orgulloso en las escalinatas. Brigitte, su esposa, será la primera dama con un rol excepcional establecido porque es la arquitecta intelectual de Emmanuel, de quien se enamoró cuando él tenía 15 años, su mejor amiga y jueza. En la Sala de Fiestas los esperará su familia recompuesta, sus tres hijos, sus siete nietos, sus hermanos. Porque a los 39 años, Macron es un “abuelo de corazón” de la ruidosa y unida gran tribu de Brigitte, su profesora de drama y francés, en el colegio jesuita de Amiens. En el sombrío palacio del Eliseo habrá juguetes y domingos bulliciosos.
Después de la entrevista con Hollande, del intercambio de códigos nucleares y secretos de Estado, Macron despedirá a Hollande en el perrón e irá a la Alcadía de Paris.
No habrá luna de miel política para Macron. Sin descanso deberá nominar el mismo lunes al primer ministro y su gobierno. Un acto que será escrutado porque un movimiento que no se identifica con la izquierda, ni el centro ni la derecha, deberá emitir sus primeras señales de una real dirección. Será el premier quien conduzca este tercera vuelta electoral: las elecciones legislativas del 11 y 18 de junio. ¿Republicano, socialista, centrista? Algunos hablan de Edouard Philippe, un juppeista diputado de Le Havre, otros del radical Jean Louis Borloo o incluso de una mujer. Macron prefiere mantener el secreto hasta el lunes. Su designación abrirá las compuertas y eliminará los complejos que existen en la derecha y el centro para formar parte de su aventura. Si se equivoca en la designación corre el riesgo de resucitar a Los Republicanos, los conservadores franceses deglutidos por el balotaje.
Se fue del gobierno socialista porque no podía implementar las reformas que quería y vuelve para llevarlas adelante, después de dinamitar “la politiquería” que le impidió hacerlas. Para conseguirlas, Macron debe obtener una mayoría amplia, que él prefiere de la sociedad civil. Los franceses históricamente dan una mayoría amplia al presidente que llega.
Los Republicanos deben decidir aun si se van con Macron o le disputan la mayoría de la Asamblea Legislativa, en busca de ese consenso que En Marcha volatilizó: la alternancia política en la historia de la Asamblea Legislativa francesa. Ellos son los que quieren ganar y forzar a una cohabitación al gobierno de Macron, que no la desea, porque sabe hasta dónde ha bloqueado al país la experiencia. Jean Luc Melénchon, de la Francia Insumisa y neopopulista, tiene las mismas intenciones. Ellos creen en una cohabitación en el horizonte.
Hasta ahora, la lista de legisladores de Macron no contiene a ninguna personalidad Republicana. En sus listas dejó 148 candidatos aún no designados para esperar que las voluntades cambien. “En Marcha” no cambiará sus criterios de selección y no “aceptará maniobras de aparato” para ser designados. El presidente espera que los seguidores de Alain Juppé, ex primer ministro republicano, que no coincide con la derechización de su partido, se sumen, más los que convenza el Republicano Bruno Le Maire. Todos deben formar un contrato de adhesión a Macron para que no le pase lo mismo que a Hollande con sus socialistas “frondeurs” o disidentes a la hora de las reformas, que se negaron a votarlas y le impidieron gobernar.
Macron hereda una mejor situación económica que Hollande en 2012. Gracias al pacto de estabilidad, las empresas han sacado la cabeza fuera del agua, su situación financiera mejoró pero los franceses siguen consagrando el 53% de su PBI a sus presupuestos públicos. Anémico crecimiento, previsto entre el 1,3 al 1,7%, pero el clima de negocios está en alza desde los últimos cuatro años.
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