Harris es una candidata del cambio que está resultando difícil de atacar para Donald Trump.
Kamala Harris ha terminado un mes extraordinario. En ese breve tiempo, ha transformado por completo las elecciones presidenciales de 2024.
Va liderando en la mayoría de las encuestas nacionales y de los estados disputados, y las señales del entusiasmo por su candidatura se pueden encontrar por todas partes, desde los estadios llenos hasta las contribuciones récord a su campaña.
Todo esto era difícil de imaginar antes de que el presidente Joe Biden se retirara de la contienda, cuando la mayoría de los estadounidenses tenían una opinión desfavorable de ella.
Su historial en la política estadounidense la cargó con un bagaje considerable, incluyendo un papel destacado en la política migratoria del gobierno de Biden y una serie de pronunciamientos de políticas impopulares en su última campaña presidencial.
Sin embargo, las circunstancias de la vicepresidenta Harris dieron un giro de 180 grados, y de manera muy rápida.
Está claro que muchos estadounidenses no tenían una buena opinión de ella, y tras un mes de discursos bien pronunciados y participaciones animadas en la escena nacional, ha logrado reinventarse con éxito ante el país.
Ahora, son más los votantes de estados disputados que tienen una opinión favorable que desfavorable de ella, un logro nada desdeñable en un país fatigado y dividido.
Sin embargo, este extraordinario cambio no solo se debe a Harris.
También ha entrado en juego la inmensa insatisfacción de los votantes con una revancha Biden-Trump, que había provocado ansiedad y consternación a millones de personas.
En un instante, la candidatura de la vicepresidenta ofreció a estos votantes lo que anhelaban: algo nuevo, diferente y más esperanzador que esa temida revancha.
Destapó años de entusiasmo demócrata reprimido.Permitió que Harris trajera de vuelta la alegría.
Como resultado, se ha convertido en una especie de candidata del cambio. No, no representa un cambio de política o de partido, pero sí la promesa de un nuevo comienzo.
También ha convertido a Donald Trump en algo así como el candidato del statu quo, o incluso del pasado. No del statu quo político, sino el candidato de una década de vida política estadounidense conflictiva y agotadora.
Esto fue suficiente para darle a Harris una ventaja de cara a su convención.
Si la historia sirve de guía, su ventaja podría incrementarse aún más en la próxima oleada de encuestas, realizadas luego de que decenas de millones de personas vieran su discurso televisado a nivel nacional.
Fuente: Clarín
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