El candidato se impuso este domingo en la segunda vuelta frente a Luisa González; con 35 años, será el presidente más joven del país.
En el ballottage de 2006, al empresario Álvaro Noboa, quien había resultado ganador en la primera vuelta con el 26% de los votos y se esperanzaba en su tercera candidatura, se le escapó la presidencia de un país sumido en una crisis política tras perder ante el entonces ministro de Economía, Rafael Correa. Deseaba tanto el Palacio Carondelet que intentó llegar un total de cinco veces, hasta que dejó de hacerlo en 2013.
Pero el tiempo le dio la revancha a través de su sucesor. Tal como hace 17 años, su hijo Daniel Noboa se enfrentó en la segunda vuelta electoral de este domingo a la elegida del correísmo, cumplió el sueño de su padre, y logró la victoria para convertirse en el futuro presidente de Ecuador.
“Hoy hemos hecho historia, las familias ecuatorianas eligieron el Nuevo Ecuador, eligieron un país con seguridad y empleo. Vamos por un país de realidades donde las promesas no se queden en campaña y la corrupción se castigue”, declaró Noboa tras conocerse los resultados.
Daniel Noboa pasó de ser un total desconocido para la mayoría de la población a escabullirse sorpresivamente en la primera vuelta electoral. Este domingo, el empresario outsider volvió a impresionar tras vencer en la segunda vuelta electoral a la abogada izquierdista Luisa González por más de cuatro puntos. Con apenas 35 años, Noboa será el presidente más joven en la historia del país andino.
Noboa asumirá a fines de noviembre, cuando se entreguen las credenciales electorales tanto a él como a su vicepresidenta, Verónica Abad, y gobernará por un año y medio para completar el mandato del presidente saliente Guillermo Lasso, que llamó a unas elecciones anticipadas atípicas tras disolver la Asamblea Nacional con el recurso constitucional de la “muerte cruzada”.
Con el tiempo como uno de los desafíos, Abad mencionó en diálogo con LA NACION que dentro de los cien primero días de gobierno llamarían a una consulta popular para conseguir aval a “las reformas que son muy necesarias para poder gobernar un Ecuador que hoy es ingobernable”. “No tenemos el tiempo para jugar con lo que necesita de carácter urgente el ecuatoriano”, señaló.
Noboa se define a sí mismo como “socialdemócrata” y rechaza ser categorizado como el candidato “anticorreísta”. “Nuestra propuesta no es anti, nuestra propuesta es pro. Es prodesarrollo, proempleo, proseguridad, proigualdad de derechos, prorespeto. No hemos caído en este juego de si eres de un lado o si eres anti algo y gracias a esa postura de no confrontación es que hemos logrado la votación que hemos logrado”, señaló en una entrevista televisiva a un canal local tras la primera vuelta.
El futuro gobierno de Noboa es “un gran signo de interrogación”, definió a LA NACION el académico y analista político Simón Pachano. “Si bien fue asambleísta en el último período, no viene de un partido político, no tiene trayectoria destacada que se pueda decir que impulsó ciertas leyes claves en el legislativo, no tuvo nunca presencia significativa”. El especialista destacó además que “no se conoce quién es la gente de la que se rodearía, y por lo tanto es todo incertidumbre”.
“Sigue siendo un misterio, por ejemplo, cuál sería la política económica. Se presenta como un hombre de centro izquierda, pero una cosa es lo que está en su plan de gobierno y otra lo que dijo en la campaña. En su plan de gobierno consta que él va a tratar de fortalecer las reservas del banco central, pero en sus declaraciones ha dicho que tomaría parte de sus reservas para el gasto público”, puntualizó el experto en economía y director de Corporación de Estudios para el Desarrollo CORDE José Hidalgo.
Hay quienes lo definen un pragmático para sus negocios, lo cual le ha valido críticas. Uno de los puntos que utilizó Luisa González en el último debate -en el que Noboa no se destacó- fue su viaje como presidente de la Comisión de Desarrollo Económico con otros siete asambleístas a Rusia para reunirse con sus pares en el país cuando la invasión ya estaba en curso en Ucrania.
El futuro presidente de Ecuador asumirá en un país con problemas urgentes de resolver en un corto período de tiempo, como la violencia descontrolada -que marcó la contienda electoral y escaló hasta un punto sin precedentes con el asesinato del candidato Fernando Villavicencio- la crisis carcelaria, y el desempleo. Según declaró en una entrevista antes de las elecciones con El Universo: “Se pueden hacer las reformas base el primer año; luego, la persona que esté sentada ahí, que seguro seré yo, puede buscar la reelección, podrá seguir trabajando cuatro años más”.
En un país dolarizado donde poco más del 80% está a favor de mantener esa divisa como moneda corriente, Noboa busca “proteger y reforzar la dolarización” buscando “mantener la disciplina fiscal” e “incrementar las reservas internacionales, lo que proporcionará una red de seguridad en caso de shocks económicos externos”, según reza su plan de gobierno. Busca además atraer inversión extranjera y reducir las tasas de desempleo.
En materia de seguridad, implementará el Plan Fenix que incluye una central de inteligencia moderna tecnológica para rastrear el crimen, además de dotar a las fuerzas del orden con equipamiento adecuado. Busca realizar una reforma “significativa” de las instituciones de seguridad, como el sistema penitenciario y el judicial, a lo que se le suma activar un sistema de transparencias y rendición de cuentas en las esferas del poder para hacer frente a la corrupción.
Entre otros desafíos, Noboa no tendría más de 13 asambleístas propios y la oposición correísta cerca de 53 legisladores, siendo la primera minoría en el recinto.
“Teniendo un nuevo proceso electoral a la vuelta de la esquina, ya de cara a febrero de 2025, van a empezar a movilizarse en febrero 2024. Noboa tiene en este momento un caso similar al que tuvo Guillermo Lasso al principio, Tendrá que dialogar, buscar acuerdos, miras con dar alguna salida”, opinó el analista Mauricio Alarcón.
Entre negocias y política
La biografía del propio Noboa, el heredero de la mayor fortuna del país, indica que nació el 30 de noviembre de 1987 en Guayaquil, aunque en septiembre indicó que nació en Miami, Estados Unidos. El mayor de los cuatro hijos del matrimonio entre la doctora y dos veces postulante a la vicepresidencia ecuatoriana Annabella Azín, y del magnate Álvaro Noboa, Noboa se crio entre los negocios y las campañas electorales.
Acumula varios títulos en el extranjero. Estudió Administración de Negocios en la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York y obtuvo el título de Administración Pública en Harvard Kennedy School. Además, tiene tres maestrías, la última al graduarse en 2022 en Gobernanza y Comunicación Política en la Universidad George Washington.
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Inicialmente, Noboa eligió el rumbo de los negocios en el sector privado. A sus 18 años creó su primera empresa, DNA Entertainment Group, dedicada a la organización de eventos en el país y que luego se expandió en España y Panamá en otros rubros. Llegó a ocupar el puesto de director naviero más joven de la compañía “Corporación Noboa”, un conglomerado de empresas a nivel internacional dedicado principalmente a la exportación de bananos.
Recién hace dos años atrás, en 2021, giró su vida hacia la política para hacer su debut como asambleísta nacional por la provincia de Santa Elena con las filas de Ecuatoriano Unido. De cara a convertirse en presidente, rápidamente fundó ADN en noviembre de 2022, movimiento con el cual llega hoy al poder tras formar alianza con el Movimiento Pueblo Igualdad y Democracia (PID) y Movimiento Verde Ético Revolucionario y Democrático (Mover).
“Soy un hombre de proyectos, que no se rinde ni renuncia, va en mi ADN”, dijo en el anuncio de su meteórico asenso a la presidencia.
Noboa es padre de tres hijos: una niña de su primer matrimonio y otros dos hijos – uno en camino- de su segundo matrimonio con la nutricionista influencer Lavinia Valbonesi, de 25 años, que será una de las primeras damas más jóvenes del mundo. Ella fue “su gran vitrina electoral, se metió de lleno en redes, ella lo presentó como su esposo ante la sociedad digital para que tenga visibilidad y esto ayudó a posicionar su imagen, sobre todo en la primera vuelta electoral”, indicó a LA NACION el experto en comunicación Andrés Jaramillo.
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