El Sibarita

"Paladar mata"El vino favorito de Susana Giménez cuesta menos de 5.000 pesos: por qué lo mejor no siempre es lo más caro

La conductora reivindicó su fidelidad a una popular etiqueta argentina y demostró que, a la hora de elegir, está del lado de quienes se guían solo por el gusto propio.

¿Cuál es el mejor vino? ¿El más caro, el que votan los expertos, el que ganó un concurso mundial, o el que más nos gusta?

La pregunta, que tantas veces enciende el debate a la hora del descorche en diversos ámbitos, se actualizó cuando Susana Giménez habló de sus preferencias etílicas en una entrevista, el día que reafirmó que su vino favorito desde siempre era el Montchenot de Bodegas López, popular etiqueta presente en restaurantes, vinotecas y supermercados desde hace casi 60 años.

“Pero ese es un vino… normal”, acotó tímidamente el entrevistador, Migue Granados, que recibió a la diva en su programa Soñé que volaba, que se transmite por YouTube.

En una entrevista con Migue Granados transmitida por YouTube, la diva reveló cuál es la bodega que siempre eligió.

“A mí me fascina”, insistió Susana y, como contrapartida, contó que Marcelo Tinelli suele intentar convencerla de que tome alguno de Vega Sicilia, bodega icónica española, sinónimo de lujo y precio en cifras acordes a su alta gama y exclusividad.

“A mí por lo caro no me importa”, argumentó la conductora, y definió su lado de la grieta: para ella, paladar mata “deber ser”. Y no el paladar de otro que le diga qué beber: el suyo propio. Susana 1-Snobismo 0. Al menos, cuando se trata de vinos.

Cómo es el vino que le gusta a Susana Giménez y por qué se convirtió en un clásico

La primera añada de Chateau Montchenot (así se llamaba al principio) salió a la venta en 1966, pero había sido embotellada nada menos que diez años antes, algo inusual entonces y también hoy. José Federico López -hijo de José Gregorio, andaluz fundador de la bodega en 1898- era un apasionado por los vinos de guarda y había soñado esta etiqueta desde que visitó un pequeño pueblo francés que le inspiró el nombre.

Junto a su histórico enólogo, Carmelo Panela, López creó un blend de uvas tintas (Cabernet Sauvignon, Merlot y Malbec) provenientes de sus viñedos más antiguos ubicados en Maipú, Mendoza, añejado en grandes toneles de roble de hasta 35 mil litros.

Montchenot, de Bodegas López, el vino favorito de Susana Giménez.
Montchenot, de Bodegas López, el vino favorito de Susana Giménez.

Así nació un clásico que atravesó generaciones fieles a un estilo que se mantuvo más allá de las modas y la evolución de una industria que se fue sofisticando y diversificando.

Actualmente, la marca se convirtió en una línea de productos con varias gamas, con un abanico que abarca desde el Montchenot 5 años -que se consigue en vinotecas y supermercados a partir de los 2.200 pesos- hasta los Gran Reserva 15 años y 20 años y algunas partidas limitadas en ediciones especiales.

Más caro no siempre es mejor

Tal como infiere su amigo Marcelo Tinelli, Susana Giménez tiene los medios económicos para comprar el vino que se le antoje. El punto que desnuda la anécdota de la diva es la relación entre precio, calidad y disfrute.

La creencia de que la calidad del vino es directamente proporcional a su precio es falaz, ya que en el valor de mercado inciden diversos factores. No todos los vinos requieren los mismos procesos de elaboración ni están hechos para ser consumidos en las mismas circunstancias.

Cualquier producto se encarece si su manufactura requiere mayor complejidad o en la medida de su singularidad, pero eso no lo hace necesariamente mejor que otro más simple que cumple con su objetivo dentro de su rango.

Hay vinos para consumo inmediato y vinos para atesorar, vinos producidos en grandes volúmenes para consumo masivo y los llamados vinos boutique. Hay vinos humildes, que solo aspiran a acompañar y hacer pasar un buen rato, y vinos  pretenciosos que fueron diseñados con la expectativa de dejar huella. Cada uno puede ser «bueno» o «malo» según cumpla con lo que promete, jugando en su propia liga.

“Un vino tiene calidad cuando lo que se paga por lo que se recibe es correcto», explicó a Clarín la sommelier Marcela Rienzo cuando salió en defensa, nada menos, que del tetra brik, después de que ella y su colega Fabricio Portelli hicieron una degustación en la Televisión Pública y reivindicaron esta categoría tan denostada.

Hoy Argentina está elaborando algunos de los mejores vinos de su historia, pero no solo en el segmento de alta gama y a valores inaccesibles para el gran público, el nivel es parejo en la amplia oferta disponible en el mercado.

Los mismos enólogos que le ponen su firma a una botella de 100 puntos de concurso pueden elaborar una modesta línea de vinos jóvenes para consumo diario, o se los puede ver -sobre todo en provincias como Mendoza o Salta- a ellos mismos compartiendo un «pingüino» con amigos o familia después de una jornada de trabajo. ¿Acaso no saben ellos de calidad?

Ajenos a influencers, marketing, tendencias y el qué dirán, los consumidores fieles de marcas populares como Montchenot parecen quedarse con la mejor parte, esa tan personalísima que nadie les puede discutir: el disfrute.

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