En el video se lo ve a Máximo Thomsen, el más complicado del grupo de rugbiers acusados de asesinar a Fernando Báez Sosa, golpeando ferozmente una bolsa de boxeo. La filmación comenzó a circular por redes sociales y rápidamente se viralizó este martes.
Según indicaron fuentes del caso, las imágenes no son material de prueba y tampoco se proyectaron en la sala de audiencias en Dolores, donde se lleva a cabo el juicio contra los ocho imputados por el crimen ocurrido el 18 de enero de 2020 frente a la disco Le Brique en Villa Gesell.
Thomsen, por estas horas, es el más complicado de los rugbiers imputados por el homicidio. Este martes, dos peritos confirmaron que la impronta en la cara de la víctima se correspondía con su zapatilla.
Hay que recordar que, tras el crimen, la DDI de Villa Gesell incautó varios pares de zapatillas en la casa que los rugbiers ocuparon ese verano de 2020 cuando los allanaron a horas del crimen. Uno de ellos, un par de chatas gastadas de lona negra marca Cyclone, tenía una marca en particular: sangre en sus punteras blancas. Su dueño ni siquiera se había molestado en lavarlas o descartarlas. Incluso, uno de los testigos del juicio contó que fue Thomsen quien le endilgó ese calzado a Pablo Ventura, el remero de Zárate acusado falsamente y luego sobreseído.
Seis meses después del crimen, la PFA entregó a Zamboni los resultados de sus pericias: esa zapatilla, según revelaron fuentes cercanas a la investigación, pertenecía a Thomsen.
La impronta de la zapatilla coincide también con el pie de uno de los principales acusados del crimen, según detectó el complejo análisis que comparó tanto la suela del calzado como la marca del pie en la plantilla.
Hoy martes, casi tres años después del crimen, este estudio y la zapatilla en sí se vuelven una pieza central del juicio a los ocho acusados en Dolores. La comisario Haydée Almirón, jefa del Gabinete Científico de Mar del Plata de la PFA, declaró citada por la fiscalía para explicar cómo se realizó el estudio.
En su declaración, Almirón reconfirmó: “No había posibilidad de error de que fuera de otra zapatilla”.
Luego, la especialista detalló su trabajo ante los jueces. “Fue posible establecer que todos los calzados presentaban características que los individualizaban. Había diferentes modelos y diferentes talles. Tomamos las vistas, las impresiones de la suela de cada uno de ellos y pudimos determinar qué diseño y qué moldura tenía cada uno. Los 14 pares resultaron ser diferentes en marca, suela y diseño. Todos con desgaste en su suela”, comenzó Almirón mientras exhibía un power point con las imágenes.
De acuerdo con la reconstrucción de la pericia que hizo Almirón, “se indagaron los rastros que presentaba la víctima en cuello y en el mentón (maxilar inferior izquierdo)”. Sobre esto último, la perito dijo que “era un rastro con identidad suficiente apto para cotejo”, ya que presentaba 12 líneas en zigzag y líneas curvadas debajo. Y siguió: “Estas características le daban identidad al calzado. Luego, contrastamos con el resto, buscamos un zigzag y pudimos obtener un único candidato: una zapatilla marca Cyclone, que corresponde al pie derecho. Las marcas estaban en este calzado y no en otro”.
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