Por Sergio Suppo
A continuación, la desgrabación de los principales conceptos del periodista:
Alberto Fernández visitó al papa Francisco. Una visita de 44 minutos, saludos muy cordiales, foto bastante parecida a aquella del gesto del Papa con Mauricio Macri. En las partes a la que tuvo acceso la prensa, hubo un diálogo bastante fluido. Al final, cuando ya Fernández se había ido de la sede vaticana, hubo una discusión sobre el verdadero temario tratado.
Coincidieron ambos sobre que hablaron de la deuda y de la pobreza, y también sobre temas de corrupción. Pero hubo una negativa de Alberto Fernández de reconocer de que se había hablado con el Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, sobre un tema clave para la Iglesia católica: el aborto.
Cuando le preguntaron a Fernández si había hablado con Francisco sobre el aborto dijo que no, y también negó haber hablado del tema con Parolin. Simultáneamente, el Vaticano difundía un comunicado en el que hacía notar que la Iglesia católica le había dicho al presidente argentino que se había reafirmado la histórica posición de la Iglesia sobre la protección de la vida desde el nacimiento, en otras palabras, la posición histórica en contra del aborto.
El aborto es, claramente, el tema más complejo que tienen hoy los gobiernos argentinos, el de Macri y ahora el de Fernández, en su relación con el Vaticano. Hay un compromiso político que expresa la continuidad de la mayoría del kirchnerismo y de una buena porción de la oposición, y existe la posibilidad de que el peronismo juegue fuertemente la partida en favor de la despenalización del aborto, probablemente este año.
Además, en la gira de Alberto Fernández por Europa (cuyo principal objetivo es buscar respaldo para su negociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional), hay una cuestión que está inmediatamente añadida al tema de la deuda. Tratar de desmontar los juicios muy adversos que tiene el peronismo kirchnerista en Europa.
Fernández tiene previsto decir esta semana que la Argentina quiere pagar, va a pedir plazos pero no quiere entrar en default, y va a mostrar que el Congreso argentino le dio un respaldo casi unánime para renegociar el endeudamiento.
La idea de Fernández es transmitir que la Argentina sigue gobernada por un presidente moderado, aunque de centroizquierda, y aunque dentro de la coalición que encabeza haya sectores mucho más radicalizados y menos afines a las políticas del mundo capitalista occidental.
Por Sergio Suppo para La Nación
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