Reducido a la mínima expresión, los candidatos del denominado frente Salta Avanza con Vos sufrieron una durísima derrota logrando apenas un 2% en toda la provincia y en la Capital.
Con uno de los exfuncionarios favoritos de la gestión Urtubey, “Pino” Paz Posse, como candidato a gobernador y el hijo del propio exgobernador, Marcos Urtubey, como candidato a intendente de la Capital mostraron un agonizante espacio como prueba de que tras 12 años de uno de los peores y más sospechados gobiernos de Salta nada queda como buen recuerdo en el electorado salteño que decidió poner al urtubeicismo en el sendero de la extinción.
Solo un suspiro, quizá el último hálito, una rémora, a eso quedó reducido aquel proyecto que nunca pasó de ser una anécdota personalista de quién se autopercibió en algún momento como “el Kennedy argentino” y que hoy compite con los políticos de peor consideración del país: Juan Manuel Urtubey integra un triste podio junto con Máximo Kirchner y Hugo Moyano como los de más alta imagen negativa de la Argentina.
El paupérrimo resultado de las elecciones tanto a nivel provincial con la candidatura a gobernador de “Pino” Paz Posse y el lastimoso papel del hijo del exgobernador, Marcos Urtubey, como candidato a intendente de la Capital, puede considerarse como el último estertor del agonizante urtubeicismo.
Claro que no tan solo el desgobierno y despilfarro que hicieron durante 12 años, las sospechas de funcionamiento de una enorme maquinaria de corrupción, que, entre otras tantas cosas, al día de hoy sigue sin poder explicar la desaparición de miles de millones de pesos del Fondo de Reparación Histórica que increíblemente la justicia salteña sigue sin mover un dedo para investigar, llevaron a esta catástrofe electoral al urtubeicismo convertido en un harapo político, solo hilachas. La campaña fue una bolsa vacía de contenidos y que, quizá porque no podía ser de otra manera, solo fue un contrapunto de acusaciones de corrupción entre dos exfuncionarios de Urtubey, Paz Posse acusando de corrupto a Estrada y éste haciendo lo mismo con “Pino”. La deducción lógica del electorado es que ambos se conocían los trapos sucios como funcionarios, lo que quizás terminó por hacer que la sociedad haya optado por aplicarle a ambos un tecnicismo jurídico: “A confesión de partes, relevo de pruebas”. La condena hay que leerla en el escrutinio, ninguno consiguió nada.
La agonía del urtubeicismo parece haber llegado a su fin, el electorado salteño le firmó el certificado de defunción y las máquinas del voto electrónico terminaron por convertirse en urnas funerarias.
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