Después de que la reina Isabel II decidiera apartar a su nieto favorito, Harry, una medida aplaudida por los tabloides británicos, el duque de Sussex hizo su primera aparición pública, en la que expresó su tristeza por la renuncia a sus deberes reales por lo que consideró un «salto de fe».
En un discurso en una cena benéfica en Londres, el Príncipe Harry dijo: «Nuestra esperanza era continuar sirviendo a la Reina, la Commonwealth y mis asociaciones militares sin fondos públicos. Lamentablemente eso no fue posible». Y sobre la decisión de renunciar a la realeza explicó que «no había otra opción», ya que había encontrado el «amor y la felicidad que había esperado toda mi vida», según consignó The Guardian.
«La decisión que tomé para que mi esposa y yo retrocedamos. No es algo que tomé a la ligera», sostuvo Harry. Y agregó: «He aceptado esto, sabiendo que no cambia quién soy ni qué tan comprometido estoy. Pero espero que eso les ayude a comprender a qué se debe llegar, que aleje a mi familia de todo lo que he conocido, para dar un paso adelante en lo que espero pueda ser una vida más pacífica».
Por último, el príncipe justificó que «estamos dando un salto de fe, gracias por darme el coraje para dar el siguiente paso».
El «Megxit duro», anunciado anteayer por la reina, que impone al príncipe Harry y a su esposa, Meghan, renunciar al título de alteza real y a algunos de sus ingresos, fue celebrado ayer por los tabloides británicos, enemigos acérrimos de la pareja que decidió desconectarse de la familia real británica, ahora circunscripta a un núcleo más cerrado.
En un inhabitual comunicado que puso fin a diez días de crisis, la reina indicó que «los duques de Sussex dejarán de utilizar su título de alteza real, ya que interrumpirán sus tareas como miembros activos de la familia real».
Liberados de sus «obligaciones reales», Harry, de 35 años, y Meghan, de 38, que anunciaron el 8 de enero que querían ser independientes e instalarse en América del Norte con su hijo Archie, no podrán ya «formalmente representar a la reina».
Los tabloides, que acusaron a la pareja de querer «la gallina y los huevos de oro» al mantener un pie en la familia real -un estatuto inédito-, saludaron unánimemente la decisión. Es un «acuerdo innegablemente radical», opina el Daily Telegraph, mientras el Sunday Mirror saludó que la reina ordenara un «Megxit duro», en alusión al Brexit.
La mala relación de la pareja con los tabloides británicos pesó en su decisión de dar un paso al costado. Acusada de racismo contra la actriz norteamericana mestiza, la prensa sensacionalista atacaba regularmente a Meghan, calificándola de «duquesa caprichosa».
«Es una abdicación», no duda en afirmar el experto en protocolo de la familia real, Alastair Bruce, interrogado por el Sun on Sunday, quien destaca que Harry queda retrogradado al mismo nivel que otros 30 duques británicos.
La pareja conserva su título de duque y duquesa de Sussex, pero renuncia al monograma HRH, que en inglés significa «su alteza real».
Harry y Meghan devolverán 2,4 millones de libras esterlinas (3,1 millones de dólares) de fondos públicos que sirvieron para renovar su hogar, Frogmore Cottage, cerca del castillo de Windsor.
«Es algo absolutamente sin precedente», opina en el Sun Dickie Arbiter, exsecretario de prensa real, pues «ningún miembro de la familia real ha devuelto alguna vez dinero», incluso los que fueron privados del estatuto de alteza real.
Antes del príncipe, sexto en el orden de sucesión al trono, su madre, lady Diana, perdió también ese estatuto tras haberse divorciado del príncipe Carlos, en 1996. Igual que Sarah Ferguson, cuando se separó del príncipe Andrés, segundo hijo de la reina. Pero ahí se trataba de «títulos honoríficos», obtenidos por matrimonio. En cambio, ahora es la primera vez que un miembro de la familia Windsor por nacimiento se ve privado de este estatuto.
Al actuar así, la reina Isabel II marca un hito en la historia de una de las más antiguas instituciones británicas, al iniciar la era de un nuevo funcionamiento más restringido en torno a sus miembros nucleares.
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