Las principales medidas con las que el presidente electo de Uruguay flexibilizaría la residencia de extranjeros y por qué muchos argentinos considerarían la “invitación”.
¿Son esas playas anchas sin nuestras disruptivas filas de carpas arruinando la vista? ¿Es la amabilidad de la gente o su encantadora parsimonia? ¿Es el chivito? ¿La pizza de cancha? ¿El carnaval?¿La incomprensible yerba sin palo? ¿Es “la mansa”? ¿“La brava”? ¿Es Punta del Este, Punta del Diablo, Cabo Polonio, La Paloma, Colonia? ¿Son las calles de Montevideo? ¿Es Jaime Roos? ¿Alfredo Zitarrosa? ¿Drexler? ¿El Cuarteto de Nos? ¿O son las facilidades fiscales las que, en serio, harán que 100.000 argentinos decidan eyectarse de estas pampas y mudarse al otro lado del Río de la Plata, según el deseo que manifestó el presidente electo de ese país Luis Lacalle Pou?
La fecha simbólica, cosa de dejar asentado el inicio de esta historia, fue el 4 de enero de 2020, cuando se realizó un workshop en Punta del Este, con entrada gratuita y título de intenciones explícitas: “Residencia fiscal: adquisición en Uruguay y baja en Argentina”. En el flyer de promoción se aclaraba que el objetivo del encuentro era analizar “aspectos prácticos sobre las causales para obtener la residencia fiscal y legal en Uruguay”, “las ventajas” de hacerlo “ante el nuevo escenario político”, y que además se detallarían cuestiones relativas al “proceso de pérdida de residencia fiscal en Argentina”. A ese evento asistió Lacalle Pou.
Los oradores del workshop pertenecen a Andersen Tax & Legal Uruguay, firma que brinda servicios legales en temas corporativos, bienes raíces, litigios, impuestos, inmigración y agronegocios. Hasta ahí todo podría haber quedado en el ámbito «privado». El tema es que en ese foro, el presidente electo de Uruguay manifestó públicamente su intención de flexibilizar las regulaciones que limitan la residencia legal y fiscal de extranjeros en el país vecino. ¿Uno de los objetivos? Que 100.000 argentinos se muden a Uruguay en los próximos 5 años.
Residencias uruguayas concedidas a argentinos
“Pero no hay nada oficial sino un anuncio sobre la intención de facilitar la tramitación de residencia legal y fiscal para extranjeros”, aclaró Federico Fischer, allegado al propio presidente electo, socio de Andersen Tax & Legal Uruguay y uno de los oradores centrales del workshop, que dialogó brevemente con Clarín.
¿Qué tipo de argentinos querría recibir Lacalle Pou? Según detalló Fischer, “familias con hijos y gente retirada también”.
Una fuente uruguaya que prefirió mantener su nombre en reserva explicó que en Uruguay hay preocupación por el escaso crecimiento de la población. La intención es que vaya gente que tenga capacidad de gasto o de generar en algún sentido actividad económica.
En la misma línea se manifestó Cecilia Goldemberg, socia de Andersen Tax & Legal Argentina y también oradora de ese encuentro: “Diría que buena parte de los clientes que asesoro que buscan residir en Uruguay tienen más de 60 años y de algún modo están ‘hechos’. O sea que gastan en alquiler o en comprar viviendas, en comer afuera, y no generan costo alguno”.
¿Cuáles son las medidas centrales que impulsaría el Presidente entrante? Son dos: bajaría el número de días que son requisito para tener residencial fiscal en Uruguay (actualmente, medio año) y, además, la cantidad de dólares en inversiones y bienes que (alternativamente) es necesario poseer, a modo de demostración de arraigo en ese país (hoy, 1,7 millones de dólares, o la prueba de que más de la mitad de los ingresos fueron generados en Uruguay).
¡Multiplíquense!
Para dimensionar la potencial llegada de 100.000 argentinos, sirven los datos del último Censo uruguayo (2011), que contabilizó sólo 27.900 argentinos residentes. Además, la Dirección Nacional de Migración informa que en 2018 fueron concedidas 200 residencias más, la cifra más baja desde 2014, cuando hubo un pico de 1.040 residencias otorgadas.
Pero la pregunta que flota es por qué 100.000 argentinos querrían irse a vivir a Uruguay. Según Goldemberg, es obvio: “Asesoro argentinos que están huyendo a Uruguay como resultado del incremento de la presión tributaria sobre las ‘personas humanas’ (como las llama la AFIP), y esa presión es bastante exagerada, sobre todo en lo que respecta al impuesto a los Bienes Personales, que tiene como base imponible la totalidad de los bienes de titularidad de una persona residente en Argentina más allá del lugar donde estén radicados esos activos”.
Hablamos de inmuebles, automóviles, créditos, inversiones y todo bien que se posea en el exterior. Goldemberg enfatizó que observa un “malestar general”, producto del incremento (en realidad, la duplicación) de la alícuota en ese impuesto en la última reforma impositiva.
“Supongamos que alguien tiene un departamento de veraneo en Punta del Este o ahorros en el exterior. Eso paga impuesto, más allá de si la persona obtiene o no una renta suficiente para pagar o solventarlo. Es diferente del impuesto a las ganancias, en el que se tributa solamente si hay ganancia. Es más justo y equilibrado. La percepción de injusticia, de exageración y de arbitrariedad es muy grande para gente que estuvo ahorrando toda su vida”.
José Luis Ceteri, contador experto en temas tributarios, sorprendió a Clarín luego del intercambio de saludos: “Llamás justo, justo. ¡Estás olfateando lo que pasa en la calle! Yo diría que ya hay un cierto agotamiento fiscal y se da en dos expresiones: por el lado de las personas individuales y por el lado de las empresas”.
El resumen de Ceteri es atinado (en especial si el lector percibe que se le suele escapar el tren de coyuntura económica): «La reforma tributaria que había hecho Macri en 2016 tuvo la matriz de beneficiar, a grandes rasgos, a las empresas, digamos… aliviarles la carga tributaria y, en cambio, cargar más a las personas físicas, con la idea de que las empresas iban a ‘derramar’ a la larga en las personas. Esto no sucedió. Ya sabemos cómo terminó todo, básicamente en sentido opuesto”.
“La reforma actual (siguió el experto) según la ley de emergencia o ‘solidaridad’ que implementó el Gobierno de Alberto Fernández, tira para atrás los beneficios a las empresas, pero no le alivia nada a las personas físicas, que siguen con mucha carga fiscal: aumenta el ABL inmobiliario, Bienes Personales…”
El tema, resaltó, es que “¡Bienes Personales cambió tres veces en cuatro años! Estas cosas sensibilizan mucho, y eso sin ponernos a hablar del dólar. Es como que juegues al fútbol y te cambien las reglas todos los años. No podés planificar”.
Blanco sobre negro
Pero, ¿qué le implicaría a un argentino mudar su residencia fiscal a Uruguay? ¿Qué pagaría y qué dejaría de pagar? Es complejo, admitió Ceteri. Porque, «para perder la residencia en Argentina hay que estar más de un año afuera. Si no perdés la residencia tenés que seguir pagando por los bienes que tenés acá: 0,50% del valor total, pero con algunas desventajas nada menores».
«Por un lado, que ese 0,5% sería sin descontar los dos millones de pesos del mínimo exento. Además, te dejaría de correr la exención por vivienda única por hasta 18 millones de pesos. Sin dudas, no convendría irse a Uruguay y quedarse con bienes en la Argentina”, explicó.
¿Los puntos a favor? Ceteri pensó un momento y dijo: «Bueno, la carga tributaria en Uruguay es claramente menor. Hay estabilidad fiscal y, además, no tenés cepo para la compra de dólares. Un amigo que va mucho allá me decía ‘pero en algunos aspectos vivir allá debe ser una chatura terrible’. Y bueno, le dije yo, pero nosotros estamos a los saltos los días”.
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