Cultura

Museo El MAAM completa la experiencia del público que ve las exposiciones

Colocaron seis cubos con macrofotografías para que los espectadores se sienten mientras asisten a un documental.

Los cubos muestran cinco caras. Las cuatro laterales contienen macrofotografías en las que se aprecian detalles del ajuar de los niños del Llullaillaco y en la tapa se colocaron textiles que obran de almohadón para que quienes visitan las muestras fotográficas sobre conservación y criopreservación se sienten a ver videos,según informó El Tribuno.

El filme que se proyecta permite ver a profesionales trabajando en el laboratorio con los niños que asombran al mundo, fuera de las cápsulas.

El Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM, Mitre 77) siempre está innovando en la experiencia de sus visitantes. El fotógrafo Lisardo Maggipinto, también ingeniero industrial, viene trabajando para el MAAM desde 2006, poco tiempo después de que el hallazgo de los cuerpos congelados de una niña de alrededor de 15 años, la Doncella; el Niño, de 7; y la Niña del Rayo, de 6, en la cima del volcán Llullaillaco, colocara a Salta ante el desafío de conservación, investigación y difusión de un patrimonio cultural único.

Maggipinto realizó registros pormenorizados del centenar de piezas que fueron colocadas en ofrenda a la «huaca» (montaña sagrada) en el volcán Llullaillaco, a 6.739 metros de altura sobre el nivel del mar y ubicado sobre el límite de Tolar Grande con Chile.

Mediante estas tomas el espectador puede acercarse al ajuar funerario de estos niños entregados a los dioses en el ritual incaico de la capacocha, como si los viera a través de un microscopio.

«Cuando uno va al museo no se puede apreciar en vivo aunque esté expuesto, solo yo lo podía ver a través de la lente. En cambio con los objetos sobredimensionados sí es posible», comentó Maggipinto a El Tribuno. Añadió que la toma de muestras que realizó oportunamente le sigue proveyendo material para el redescubrimiento. «Hasta viendo fotos viejas uno puede encontrar detalles que no se veían antes como el enhebrado del hilo en un textil. En una de las llamas de espondidus, por ejemplo, se puede ver un descamado mínimo. La lente mide cuatro centímetros y eso debe de tener medio milímetro de largo, es decir, que ni se ve, incluso aunque no fueran piezas de museo y uno tuviera la posibilidad de verlo al aire libre. Hay piezas que retraté con la lente a dos centímetro de distancia de cada objeto», describe él, quien también estuvo presente durante el escaneo en tres dimensiones de las piezas y cuerpos, y la toma de muestras como un cabello o una fibra de parte de los profesionales intervinientes.

«Yo siempre busco mejorar y encontrar algo que no he visto. A mí, por ejemplo, a veces se me escapó algo y viene gente de Francia, Córdoba, Entre Ríos que me señala nuevos caminos. La gente es muy curiosa, le impacta la posibilidad de estar frente a estos objetos increíbles», confiesa y añade que luego de tanta cercanía por encima de lo normal con los niños, para él «son especiales, me han quedado en la retina. La doncella es dual: una señora y una niña, pero los tres son importantísimos».

Volviendo la mirada sobre su hombro y en condiciones de decir que este es el trabajo visagra de su vida Maggipinto concluye: «Primero fue ir a ver de qué se trataba, pero ahora desde 2006 estuve invirtiendo tiempo y aprendizaje en esto. Tengo posibilidades de rehacer el material que hice en aquella época, porque ahora las máquinas vienen con otra tecnología».

Una exhibición única
El MAAM exhibe sus muestras permanentes y temporales en salas con condiciones climáticas estrictas y tecnológicamente controladas.

En la del Llullaillaco imperan objetos que denotan una gran diversidad de materialidades, formas y significados que representaban a pequeña escala el mundo inca. Los cuerpos de los niños se conservan mediante un complejo sistema de criopreservación, único en el mundo por sus características tecnológicas.

Maggipinto retrató el ajuar en 2006 y a los niños en 2007. Incluso llevó su tarea hasta el propio Llullaillaco. El complejo arqueológico de este volcán comprende diversos sitios distribuidos desde la base hasta la cima. En la cima secundaria -a 6.730 metros- se localiza un conjunto arquitectónico conformado por recintos, caminos y plataforma ceremonial, que constituye el sitio arqueológico más elevado del mundo.

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