En la Casa Rosada recibieron con malestar la idea de suspender los partidos cuando insulten al Presidente, como propuso el sindicato de árbitrosSorpresa y enojo. Así reaccionó el Gobierno ante la posibilidad de que se suspendan los partidos de fútbol en los que las hinchadas insulten al presidente Mauricio Macri. Es más: las declaraciones del secretario general del sindicato de árbitros (Sadra), Guillermo Marconi, cayeron como una bomba en la Casa Rosada. «No tenemos nada que ver, nadie nos consultó nada», dijo, sorprendido, uno de los principales asesores del jefe del Estado, según informó La Nación.
En el Gobierno insistieron en que parte del kirchnerismo está detrás de parte de los insultos. Según pudo saber la nacion, cerca de Macri consideran que los cantos en las canchas de San Lorenzo e Independiente fueron motivados por «la política». Pero al mismo tiempo lo relacionan con la «irracionalidad» que atraviesa gran parte del fútbol argentino.
En ese sentido, las palabras de Marconi, creen en la Casa de Gobierno, generarán un efecto contagio. «Ya se estaba calmando el tema y salió este [por Marconi] a hablar?», reflexionó, molesto, un hombre con acceso diario al despacho presidencial. Pese a que toda la situación «molesta», cerca de Macri están convencidos de que pasará en poco tiempo.
Marconi aseguró ayer que evalúan «suspender los partidos» cuando los hinchas insulten al Presidente. «Lo estamos analizando. Estamos viendo la cuestión legal. Si se encuadra dentro de un acto de discriminación», confirmó a Clarín el exárbitro.
Pero lo que Marconi no aclaró es que para poder tomar esa decisión se tendrían que poner de acuerdo los dos sindicatos de árbitros. Algo impensado por la mala relación que mantiene con Federico Beligoy, secretario general de la Asociación Argentina de Árbitros. «Esto es algo de Marconi, que busca quedar bien con el Gobierno. Que se haga cargo», dijeron cerca de Beligoy.
Hoy, los referís están habilitados para frenar los encuentros cuando aparezcan agresiones o actos de discriminación contra las comunidades de Bolivia y Paraguay. Lo mismo sucede cuando cantan contra la comunidad judía.
Entre las hinchadas se extendió la suposición de que Macri digita el rumbo de la Superliga, lo que generó el caldo de cultivo para que los cantos contra el Presidente se repitieran los fines de semana.
A eso se sumó, la última semana, la visita del entrenador de Boca Juniors, Guillermo Barros Schelotto, a la Casa Rosada. Para muchos, su presencia sirvió como confirmación de que Macri está metido en el día a día del fútbol.
La polémica comenzó el 4 de febrero en la cancha de San Lorenzo. En un partido plagado de polémicas -todas en favor de Boca-, el local empató con el xeneize. Ese día, desde las tribunas, la gente apuntó su enojo contra el Presidente. Después siguieron los estadios de River, Independiente, Huracán, Chacarita y Lanús.
En algunos despachos de la Casa Rosada la irritación contra Marconi creció con el correr de las horas. Ninguno de los interlocutores que tiene el Gobierno en el mundo del fútbol pudo explicar la decisión del secretario general del Sadra. «Es un p… marca cañón», se descargó uno de los hombres de confianza del Presidente. Pese al enfado que provocaron los dichos del titular del Sadra, nadie de la Casa Rosada saldrá a contestarle de forma oficial y esperan que el presidente de la AFA, Claudio «Chiqui» Tapia, se ocupe personalmente del asunto.
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