El origen del festejo estudiantil data de 1902, cuando el presidente del centro de estudiantes de Filosofía y Letras, Salvador Debenedetti, quiso honrar la memoria de Domingo Faustino Sarmiento. Las mil vidas de un discípulo de Juan Ambrosetti, referente de la arqueología y paleontología argentina.
Ese renombrado científico, con chapa propia en la ciencia argentina, en su juventud había sido un ferviente futbolista que solía despuntar el vicio en el Club Atlético Argentino, que pasó a la historia como uno de los primeros equipos que enfrentó con notable éxito a Racing Club, cuando “la Academia” recién nacía en el entonces pago de Barracas al Sud.
Se llamaba Salvador Lorenzo Debenedetti, había nacido en 1884 en lo que años después sería Avellaneda, en el seno de una próspera familia de inmigrantes italianos, donde su padre manejaba una fábrica de soda. A los 12 años murió su mamá y una de sus hermanas –eran ocho- tomó las riendas de la casa. Luego de cursar el bachillerato en el Colegio San José, entró a estudiar Derecho y también se destacó como escritor en diarios locales y como poeta.
Le bastó conocer a Juan Bautista Ambrosetti y su obra para darle un volantazo de aquellos a su vida profesional. Ambrosetti, sin formación universitaria, se había transformado en un referente de la arqueología y paleontología en nuestro país y es el responsable, entre otras cuestiones, del descubrimiento del Pucará de Tilcara, en la quebrada de Humahuaca en Jujuy.
Debenedetti dejó sus estudios en Derecho tras haber cursado los dos primeros años y entró a la Facultad de Filosofía y Letras, de donde salió con el título de arqueólogo y como mano derecha de Ambrosetti. Juntos estudiarían las ruinas de Tilcara, y planificarían su reconstrucción.
Asimismo, Debenedetti fue el primero en descubrir, en excavaciones realizadas en Santa María, en la provincia de Catamarca, vestigios que comprobaban la convivencia entre poblaciones indígenas y el hombre blanco.
A partir de 1917 Debenedetti fue el director del Museo Etnográfico de la Universidad de Buenos Aires y además profesor universitario. Recorrió diversos puntos del país realizando excavaciones y produciendo descubrimientos. Falleció el 1° de octubre de 1930 a bordo del buque que lo traía de Europa, donde había participado de un congreso. Sus cenizas, junto a las de Ambrosetti, descansan en el Pucará de Tilcara. Especialistas dijeron que con su muerte, Argentina perdía a su mejor arqueólogo y a un estudiante que quiso honrar al que tanto había hecho por la educación.
Fuente: Infobae
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