La Agencia Federal de Inteligencia la creó Cristina Kirchner una semana después de la muerte del fiscal Alberto Nisman para reemplazar a la ex SIDE. Se mantuvo activo el espionaje ilegal.
La Agencia Federal de Inteligencia (AFI) tiene menos de 10 años de existencia y en ese corto tiempo nunca logró profesionalizarse ni cumplir sus tareas: involucrarse en riesgos y conflictos que afectan la seguridad nacional y actuar ante amenazas telefónicas, casos de narcotráfico, tráfico de armas y personas, ciberdelitos y delitos económicos y financieros.
En su corto historial repitió los vicios de la vieja ex SIDE y quedó bajo sospecha por usar su estructura para el espionaje interno, las persecuciones y la política. La llegada de Sergio Neiffert como jefe de los espías es el reflejo de un nuevo descalabro en una agencia que tiene muy mala imagen. Neiffert no tiene ninguna experiencia en le rubro, tiene un título de técnico mecánico y un pasado vinculado a los barones del conurbano, las agencias de publicidad y la representación de jugadores de fútbol.
El mundo del deporte lo conecta con Gustavo Arribas, el ex jefe de la AFI de Mauricio Macri que también llegó sin experiencia a su cargo y que venía de ser un poderoso representante de futbolistas. Su gran valor era la confianza que el ex presidente le tenía.Sergio Neiffert, nuevo director de la AFI.
Arribas se fue sospechado, investigado y cuestionado y recién pudo terminar de cerrar las causas en su contra cuando ya estaba en el llano. Muchos sostienen que gracias a quien era su número dos en el organismo, Silvia Majdalani, un mujer con fuertes contactos en la Justicia y la inteligencia.
La creación de la AFI ya arrancó mal. El 26 de enero de 2015, una semana después de la muerte del Fiscal Nisman, Cristina Kirchner disolvió la ex SIDE y creó la Agencia Federal de Inteligencia. El momento era complejo: estaba acorralada por las sospechas de que los servicios de inteligencia estaban involucrados en la trama de la muerte de Nisman, el fiscal que había presentado unos días atrás la denuncia del Pacto con Irán que involucraba a la ex presidenta.
Antes de la muerte de Nisman, el Gobierno K había echado al poderoso espía Jaime Stiuso. En paralelo a la caída de Stiuso, la ex presidente había empoderado al entonces jefe del Ejercito K César Milani que también manejó un esquema de inteligencia poderoso y siempre bajo sospecha de espionaje ilegal.
El primer jefe de la AFI fue Oscar Parrilli, el ahora senador y hasta ese momento secretario General de la Presidencia. No tenía conocimientos en el área, pero gozaba de la total confianza de la vice. Su gestión fue no logró frenar la interna de los espías pese a sus promesas de gestión. «El objetivo es cuidar y no espiar a los argentinos», prometió cuando se quedó con el cargo.
Con el cambio de Gobierno y la llegada de Macri a la Casa Rosada, Gustavo Arribas se convirtió en «el señor 5», como se identifica a los jefes de la central en la jerga del espionaje. Armó un equipo con su segunda, Majdalani, que tenía fuertes vínculos con los sectores de la inteligencia y la Justicia. Fue ella quien tomó el manejo de cuestiones clave de la Agencia. Ambos quedaron involucrados en investigaciones por presunto espionaje ilegal a dirigentes políticos del oficialismo y la oposición y hasta en una causa por supuesta inteligencia a los familiares del submarino del ARA San Juan. Fueron finalmente sobreseídos.
La gestión de Alberto Fernández en la AFI fue gris y no logró nada de lo que prometió. En su discurso de asunción dijo que iba a intervenir el organismo y que los fondos reservado iban a ser usados para un «plan contra el hambre». La idea de profesionalizar a los agentes nunca se cumplió.
La interventora del área fue la ex fiscal kirchnerista Cristina Caamaño. Durante su gestión aprovechó la estructura de la inteligencia para poner el foco en la oposición. Fue ella quien denunció en la Justicia una presunta mesa de operaciones que involucraba a la ex gobernadora María Eugenia Vidal y sus funcionarios.
Presentó una serie de videos con imágenes de ex funcionarios del gobierno bonaerense de Vidal donde presuntamente pergeñaban el encarcelamiento del sindicalista Juan Pablo “Pata” Medina, y que se tornó célebre por la frase del ex ministro Marcelo Villegas, que hizo alusión a la «Gestapo».
Pero hizo cosas peores. Caamaño quedó en la mira porque filtró los datos privados de agentes, muchos que en ese momento estaban en funciones. No llegó al final del mandato y fue reemplazada por Agustín Rossi que a los meses asumió como jefe de Gabinete.
Ahora, bajo la presidencia de Javier Milei, la AFI volvió a estar en el centro de la escena por las prácticas más oscuras. El área había quedado bajo el ala de Nicolás Posse, el ex jefe de Gabinete quien nombró como jefe de la central a Silvestre Sívori, hombre de su confianza pero sin experiencia en la Inteligencia.
La salida de Posse, echado hace dos semanas, quedó envuelta en versiones sobre presunto espionaje interno. Son varios los funcionarios que por lo bajo sostienen que habrían existido seguimientos a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, entre otros movimientos extraños.
Con la llegada de Sergio Neiffert -técnico mecánico y productor publicitarios, según su currículum- asciende en el área Santiago Caputo, el asesor comunicacional del Gobierno y hombre de mayor confianza de Milei. Caputo lo propuso y tendrá ascendencia en el área. Por ahora, el Gobierno no anunció un nuevo plan para la AFI más allá del cambio de nombres. Es una incógnita lo que pasará con la central de Inteligencia.
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