Sobrevivientes del ataque contaron que Devin Patrick Kelley disparó a mansalva contra adultos y menores de edad, sin compasión.
El pueblo todavía no puede comenzar a levantarse. Pasaron cuatro días del terrible tiroteo en la Primera Iglesia Bautista de Sutherland Springs, Texas, donde fueron asesinadas al menos 26 personas, y los vecinos aún no salen del estupor, según informó El Tribuno.
Además, siguen conociéndose detalles de la masacre y de su autor, Devin Patrick Kelley, un hombre blanco de 26 años que había sido internado en un centro de salud mental y que escapó al poco tiempo.
Uno de los dolores más profundos que provocó el tiroteo fue la muerte de tantos menores de edad: ocho en total. El dato resulta escalofriante. Y los relatos de los sobrevivientes también. Rosanne Solis y Joaquin Ramirez lograron salir con vida del ataque y contaron a los medios que el agresor avanzó pasillo por pasillo entre las bancas y le disparó a quemarropa a bebés que lloraban.
Entre los muertos están la hija de 14 años del pastor de la iglesia y el bebé nonato de una embarazada que murió baleada.
Esta tragedia fue la que más vidas de menores de edad se cobró en un tiroteo masivo en Estados Unidos desde que 20 chicos murieron en la escuela primaria Sandy Hook en 2012.
El relato de uno de los rescatistas
Paul Brunner llegó en su ambulancia al sitio del peor tiroteo masivo en la historia de Texas cuando la escena ya era puro caos: los padres lloraban y los niños gritaban, y casi todas las víctimas parecían haber recibido más de un balazo.
Dos de los primeros cuatro pacientes que el médico voluntario subió a ambulancias eran niños.
‘Nuestra inclinación era proteger a los niños. Aquí la cosa es que ésa no era su inclinación‘, afirmó Brunner, en alusión a Kelley. ‘Él no estaba haciendo una distinción así: ’No voy a lastimar a los chicos. Voy a ir tras todos los adultos que me hicieron daño’‘.
El agresor de 26 años tenía un pasado turbulento y violento que incluía una corte marcial cuando militaba en la Fuerza Aérea bajo cargos de agresión a su entonces esposa y a al hijo de ella con la suficiente fuerza como para fracturarle el cráneo.
El ataque Kelley lo llevó a cabo con un fusil y allí dejó tras de sí al menos 15 cargadores vacíos con capacidad para 30 cartuchos cada uno. Murió de un balazo que él mismo se disparó tras ser perseguido por civiles y estrellar su automóvil.
Los investigadores hasta ahora entienden que la balacera pareció derivarse de una disputa entre Kelley y su suegra, que a veces asistía a ceremonias en la iglesia pero no estaba presente el domingo pasado.
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