Gaspar Cinco los envenenó y fue condenado a perpetua por este hecho ocurrido en 2017. El establecimiento está a metros de la casa de la familia de las víctimas.
El doble crimen de Alejandra Párraga y su pequeño hijo Amir, de apenas dos años, fue uno de los casos policiales más resonantes ocurridos en la provincia. Franco Rodrigo Gaspar Cinco, quien era pareja de la mujer, fue condenado en 2018 a prisión perpetua y trasladado a la cárcel de Villa Las Rosas para empezar a cumplir su pena. En los últimos meses, sin embargo, volvió a ser noticia: el femicidaestá estudiando abogacía en la Universidad Católica de Salta.
Las novedades sobre Gaspar Cinco y su nueva vida tras las rejas fueron difundidas por FM Aries. El hombre que fue condenado por matar a su novia y al hijo de ella al darles de beber veneno asegurándoles que se trataba de agua bendita, se inscribió en la carrera y cuenta con acceso a internet en el penal para poder cursar las materias a distancia.
No obstante, indicaron, los finales se rinden de manera presencial, por lo que el preso debe informar a la Justicia con anticipación para que se despliegue un amplio operativo policial alrededor de la universidad.
“Lo único que pido a Dios es que nunca lo vaya a cruzar, porque la UCASAL está a dos cuadras de mi casa”, expresó angustiado Alejandro Párraga, padre y abuelo de las víctimas, en diálogo con TN. “Él nos condenó a vivir con un recuerdo horrible, cruzarlo solo agravaría nuestro dolor”, agregó.
“Para él (Gaspar Cinco), el nene era un estorbo. Quería estar solo con mi hija”, resumió Párraga, que había conocido al novio de Alejandra 15 días antes de los crímenes durante un cumpleaños familiar. Esa presentación fue el 21 de mayo de 2017, y en la tarde del 5 de junio una tragedia impensada estalló como una bomba en el seno de su hogar.
Fue un lunes. Gaspar Cinco pasó a buscar a su pareja por la casa porque iban a salir, pero a último momento cambiaron de idea y decidieron quedarse porque el hijo de Alejandra estaba resfriado. Esa situación le dio al femicida la excusa para poner en marcha su plan criminal.
El hombre, que había llevado una botella de agua, se la ofreció a su novia y le dijo que era “agua bendita” de la Catedral, le aseguró que si Amir la tomaba lo ayudaría a curarse. Pero como el nene no quería beberla, la madre tomó un poco primero para que su hijo la imitara. Unos minutos después ambos empezaron a convulsionar.
Alejandra y su hijo fueron trasladados a distintos centros de salud. El nene fue derivado a una clínica privada y la madre al Hospital San Bernardo, pero no hubo nada que los médicos pudieran hacer para salvarlos. Amir murió minutos antes de las 17 y su mamá una hora más tarde.
Aunque en un primer momento se creyó que los dos habían sido víctimas de una intoxicación accidental, el caso dio un vuelco en poco tiempo y en medio del dolor por las muertes se asomó también el horror. El agua que habían ingerido tenía una dosis de cianuro letal.
Casi en simultáneo con el resultado de las pruebas que detectaron el veneno en los cuerpos de las víctimas y en la botella de agua que fue secuestrada en la casa, surgió un primer testimonio clave en la causa.
Se trataba de una amiga de Gaspar Cinco que declaró que ese mismo lunes el joven la contactó con una llamativa confesión. “Me mandé una cagada grande”, le escribió en un mensaje de texto.
La testigo no dimensionó entonces la implicancia de aquella frase, pero su declaración fue la punta del ovillo de una trama macabra que los testimonios que se sumaron después terminaron de develar.
Como en una escena cinematográfica, la Policía irrumpió en pleno velatorio de las víctimas y se llevó a Gaspar Cinco detenido. “Simplemente: fuiste sinónimo de perfección”, había escrito poco antes en su perfil de Facebook. Fue su último posteo en libertad.
Diez mil dólares para matar
Hubo otro testimonio que complicó aún más su situación. Tras conocerse la noticia de la detención de Gaspar Cinco, un compañero suyo de la escuela se presentó a declarar espontáneamente y contó que el acusado lo había contactado para asesinar al bebé de su novia. Él pensó que se trataba de una broma.
“Me dijo ‘tengo un amigo que tiene su mujer, su mujer tiene un hijo y a su madre no le gusta’ y me preguntó si me interesaba hacer ese trabajo”, contó el testigo en aquel momento. Incluso, agregó, llegó a ofrecerle 10 mil dólares para hacer el “trabajo”.
“En ese momento pensé en ir (a denunciarlo) pero me dije no creo que lo haga, si es un chico que estudia, que tiene un hijo”, sostuvo. Después, salió a la luz la historia tristemente conocida por todos. “Cuando vi las noticias dije ‘ese hijo de … lo mató, lo hizo’”, se lamentó su compañero.
Negó su culpabilidad
Con el avance de la investigación, se pudo probar que el móvil del crimen había sido deshacerse del pequeño porque lo consideraba un obstáculo para la relación con la madre. Pero Gaspar Cinco nunca reconoció su responsabilidad en el hecho.
“Jamás tuve la intención de terminar con la vida de Alejandra, el amor de mi vida, ni de su hijo. Con Alejandra teníamos planes, proyectos. Yo tengo un hijo”, dijo Gaspar Cinco ante el Tribunal que lo juzgó un año después. Y cuestionó: “Hay muchas cuestiones subjetivas, la construcción de la historia hizo que haya una condena mediática y social”.
Su intención de despegarse del doble crimen no alcanzó para contrarrestar las pruebas en su contra. El juez de la Sala II del Tribunal de Juicio, Ángel Amadeo Longarte, lo condenó a la pena de prisión perpetua por resultar penalmente responsable de la muerte de Alejandra Parraga y su hijo Amir. La sentencia fue confirmada en 2019.
Fuente: Todo Noticias
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