Por Gustavo Ybarra
La vicepresidenta debió resignarse a ver cómo la Cámara que manejó durante los últimos dos años con mano de hierro se encaminaba, fuera de su control, a avalar el entendimiento con el Fondo; no estuvo al momento de la votación
penas habían pasado poco más de dos minutos del inicio del debate cuando Cristina Kirchner abandonó la poltrona de la presidencia del Senado. Fue el comienzo de una larga jornada para la vicepresidenta, que debió resignarse a ver cómo la Cámara que manejó durante los últimos dos años con mano de hierro se encaminaba, fuera de su control, a avalar el acuerdo con el Fondo.
No fue una sesión fácil para la vicepresidenta. Salvando las distancias entre ambas situaciones, el Senado volvió a convertirse en escenario de una dura derrota legislativa, como aquella fría noche de julio de 2008, cuando la resolución 125 terminó rechazada en la Cámara alta por el “voto no positivo” de su vicepresidente, Julio Cobos.
Lejos de los gestos adustos y mohines amonestadores que no puede ocultar cuando algo la frustra, Cristina Kirchner ingresó al recinto de muy buen humor minutos antes de las 14.30, luego de haber recibido el habitual saludo de los senadores oficialistas que se agolpan en el Salón Eva Perón, enorme antesala del recinto que los legisladores usan para descansar y departir sin incomodar a los oradores, antes del inicio de cada sesión con el fin de rendirle pleitesía a la vicepresidenta.
De hecho, mientras se desarrollaba la media hora de preferencia, en la que los senadores piden por los proyectos que quieren que discuta el cuerpo, mantuvo un intenso intercambio de palabras con la secretaría Administrativa de la Cámara, la pampeana María Luz Alonso. Militante de La Cámpora, la joven funcionaria es una de las pocas personas que logran sacarle una sonrisa en el recinto a Cristina Kirchner gracias a su estilo campechano y directo.
El buen humor se terminó cuando la vicepresidenta recibió la primera estocada desde las bancas opositoras. “Espero que me este escuchando, señora Presidenta”, la increpó el radical Julio Martínez (La Rioja), molesto porque Cristina Kirchner cotilleaba con sus colaboradores más cercanos sin prestar atención a su pedido para que el Senado organizará una reunión virtual para escuchar al presidente de Ucrania, Vladimir Zelensky.
“Se está excediendo en su tiempo”, replicó la vicepresidenta, molesta por haber sido increpada por el exministro de Defensa durante el gobierno de Mauricio Macri.
A las 14.30 en punto comenzó el debate del acuerdo con el FMI con el discurso del presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, Ricardo Guerra (La Rioja). Dos minutos después, cuando el oficialista delineaba los primeros argumentos a favor del proyecto del Poder Ejecutivo, la vicepresidenta abandonó el recinto. Volvería a presidir la sesión más de cuatro horas después, cuando más de la mitad de los oradores anotados habían participado del debate. Una media hora después abandonó nuevamente el recinto. Para no volver.
Mientras se retiraba del estrado, Cristina Kirchner le hizo una clara seña al jefe de la bancada oficialista, José Mayans (Formosa), para que se encontraran en su despacho. Poco tiempo después, una colaboradora de Cristina Kirchner invitó a la vicepresidenta del bloque, la kirchnerista Anabel Fernández Sagasti (Mendoza), para que se sumara al cónclave.
Impedida de hablar en el recinto -la vicepresidenta no es senadora y, por lo tanto, no puede participar de los debates-, Cristina Kirchner terminó de ajustar los últimos detalles de la estrategia oficialista con los líderes de la bancada.
En el encuentro se enteró de los pormenores de la reunión de bloque que minutos antes habían tenido los senadores oficialistas, en la que se terminó de definir cuántos oradores iban a intervenir en el debate.
No fue la única actividad que la vicepresidenta mantuvo en su despacho mientras, a pocos metros de ahí, oficialistas y opositores debatían el acuerdo que le permitirá al gobierno de Alberto Fernández evitar el default con el Fondo Monetario Internacional.
“Siempre tiene reuniones, hoy no es la excepción”, respondieron voceros de la presidencia del Senado ante la consulta de este diario, aunque no precisaron el detalle de entrevistas que mantuvo Cristina Kirchner durante el transcurso de la tarde.
La noche no cambió el escenario ni el resultado: sin Cristina, el Senado aprobó el acuerdo con el Fondo.
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