Por 328 votos contra 301, derribaron las intenciones del primer ministro de evitar el debate sobre la salida de la Unión Europea.
Extraordinarias horas en la Cámara de los Comunes en un día histórico y sin antecedentes constitucionales en Gran Bretaña. Boris Johnson debe demostrar si continúa o no con el control de su partido conservador dividido y su gobierno, cuando ha perdido su mayoría y corre el riesgo de un segundo referéndum por el Brexit. Los parlamentarios británicos transversalmente ganaron por 328 contra 301 votos el control del Parlamento para impedir, con el apoyo de los diputados conservadores, que Gran Bretaña se vaya de la Unión Europea el 31 de octubre sin acuerdo.
Veintiun diputados conservadores derrotaron con laboristas y liberales demócratas a su propio gobierno por una mayoría de 27, a menos de seis semanas de Boris en el poder. El gran fracaso fue la táctica de guerra de su jefe de estrategia, Dominic Cummings.
Boris anunció que ponía “sobre tablas una elección general» si los legisladores avanzaban con su moción de una prolongación de las negociaciones en Bruselas.
“Yo no quiero una elección. El público no quiere otra elección. Pero la gente va a tener que elegir quién va a Bruselas para resolver esto. Si los diputados votan para detener la negociación y otro inútil retraso, la única manera de avanzar será una elección”, dijo Boris Johnson.
La moción a votar el miércoles exige al primer ministro pedir a Bruselas una extensión de tres meses en la negociación y no irse sin acuerdo, por decisión de un Parlamento soberano. El premier está dispuesto a responder con una inmediata convocatoria a elecciones generales anticipadas para el 14 de octubre próximo, que debe votar la Cámara de los Comunes probablemente este miércoles. Para conseguirlo, debe obtener los dos tercios de los votos y podría volvérsele una misión muy difícil o condicionada por el laborismo sobre el No Acuerdo, como lo anunció al instante el líder laborista Jeremy Corbyn.
Si no los consigue y es derrotado, el laborismo puede lanzar o no inmediatamente después un voto de confianza contra Johnson. Si lo pierde, sería el primer jefe de gobierno británico que abandona el poder con menos de seis semanas en su cargo. En 15 días, el país iría a elecciones generales si no consiguen un gobierno de coalición.
Pero todos esperan las trampas de Boris: él podría forzar una elección y cambiar la fecha que él mismo eligió, para hacerla después del 31 de octubre -porque tiene el poder para hacerlo- y obligar a un No Acuerdo por la puerta de servicio del poder, sin debate parlamentario.
Todos dudan de hasta dónde Boris va a aceptar la ley y respetarla y cómo va a forzar un No Acuerdo. Ya quedó demostrado el martes en la Corte de Edimburgo, en el desafío legal sobre la suspensión del Parlamento, que mintió al país y lo tenía planeado desde el 15 de agosto, en un documento escrito de su puño y letra.
Justo horas después de que perdiera su mayoría parlamentaria, cuando el ex ministro de justicia Philip Lee desertó en plena sesión a las filas de los liberales demócratas y denunció que él no abandonó el partido sino “que el partido me abandonó a mí”. Fue el primero pero no el único.
Al menos 21 diputados conservadores votarán en contra de su propio gobierno para impedir el No Acuerdo el miércoles. Liderados por el ex chancellor de las finanzas, Philip Hammond, desafiaron al premier en la Cámara de los Comunes para que muestre las pruebas de su negociación con la UE y que las eleve a Bruselas. Una abierta pérdida de confianza en su liderazgo y una caballaresca manera de decirle que está mintiendo, en este tóxico clima político en Gran Bretaña.
La votación de la moción por el control del Parlamento se produjo cuando la estrategia de Boris es convencer a la Cámara de que existe una posibilidad de un acuerdo con la UE que el pedido de extensión de la negociación del Brexit de los legisladores mina. Al mismo tiempo, cañonea verbalmente a la UE por su resistencia mientras èl se prepara para una elección general anticipada. El problema es que sus propios diputados no le creen.
Una crisis inédita
Un día volátil, dramático e histórico en esta crisis constitucional que sumerge Gran Bretaña. Es apenas el inicio. Los diputados votarán el miércoles a favor o en contra de pedir una nueva extensión de las negociaciones a Bruselas. El Speaker (presidente de la Cámara de los Comunes) John Bercow tomó una de las decisiones parlamentarias más importantes de su carrera al admitir la moción, frente a una crisis, tras la suspensión del Parlamento, que lo hizo regresar anticipadamente de sus vacaciones en Turquía. Cuando el líder de la Cámara, Jacob Rees Mog lo cuestionó, se remitió a previos antecedentes.
Sir Oliver Letwin, conservador, comenzó el debate para conseguir el control del Parlamento. Dijo que se debía tomar esta acción a causa de la suspensión del Parlamento la semana próxima, decidida por el premier Johnson días atrás.
Con miles de personas protestando frente al Parlamento y cantando “ustedes cierran el Parlamento, nosotros cerramos las calles”, el líder laborista Jeremy Corbyn apoyó la moción conservadora rebelde y dijo que “el único plan de este gobierno es irse sin acuerdo de la UE”.
”Este Parlamento no puede permanecer mudo”, dijo.”Vamos a frenar que sigan jugando a la ruleta rusa con este país”, continuó. Describió que un No acuerdo va a destruir la industria manufacturera, la agricultura y el servicio de salud, faltarán comida y medicamentos y habrá caos en los puertos y ferrocarriles, según el informe del propio gobierno.
“Los que votaron para irse o para quedarse, no votaron para clausurar la democracia”, dijo Corbyn, al explicar su apoyo a que Gran Bretaña no se vaya sin acuerdo.
El laborista Hilary Benn está liderando la moción de forzar al gobierno a solicitar a Bruselas una demora del Brexit, si un nuevo acuerdo no se consigue con la UE, o los diputados no aprueban un No Acuerdo de divorcio para el 19 de octubre. El ha sugerido que la negociación debe extenderse hasta el 31 de enero del 2020 pero la fecha dependerá de la UE.
Hasta ahora 21 legisladores conservadores rebeldes apoyarán esta moción junto a los laboristas y liberales demócratas. Boris Johnson ha decidido echar del partido y no permitir que sean electos como conservadores a los diputados que lo hagan. Un hecho sin antecedentes, donde Boris va a pasar a la historia como el primer ministro que “carbonizó” su propio partido con su fundamentalismo Brexitier.
Ken Clarke, ex chancellor de las finanzas de John Major y ex secretario de empleo de Margaret Thatcher; Nicholas Soames, el nieto de Winston Churchill; el ex chancellor de las finanzas, Philip Hammond; el ex procurador de la Corona, Dominic Grieve; el secretario de justicia David Gauke, legendarios conservadores, fueron expulsados del partido por decisión de Boris y los Brexitiers, que han transformado a los Torys en un partido fundamentalista y que no puedan ser reelegidos. Muchos de ellos están dispuestos a retirarse de la política tras esta decisión y votar por lo que ellos creen que “son los intereses nacionales”.
Para ellos no hay una real negociación con los europeos ni la menor intención de eliminar las salvaguardas o “backstops” en Irlanda del Norte, como sugiere Boris. El sostiene que han aumentado esas posibilidades en las últimas semanas.
Durante el gobierno de Theresa May, había 100 personas en el equipo negociador con la UE. El primer ministro Johnson lo ha reducido a 24 personas ahora, en una clara demostración que su opción es el No Acuerdo. En estas horas Boris Johnson tiene los mismos dramas que llevaron a la renuncia a la agobiada Theresa May y podría terminar como ella.
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