Los precios del petróleo se desplomaron esta madrugada en medio oriente a su segunda mayor baja porcentual diaria desde 1991, ante los temores de que una disputa en el seno de la Organización de Países Exportadores de Petróleo ( OPEP ) derivara en un exceso de suministro a la economía mundial, que ya se está viendo golpeada por el coronavirus .
En el caso de la Argentina la preocupación tiene un motivo preponderante: de mantenerse el crudo en esos niveles de precios, los proyectos de producción en la formación Vaca Muerta serían inviables , ya que los costos de producción en la metodología no convencional son mayores.
Ante esta situación, el barril de crudo Brent (que se toma de referencia en el mercado local) cayó 19,3% a US$36,30 respecto del cierre del viernes pasado y luego de que horas antes alcanzara su precio más bajo desde 2016. El crudo estadounidense de referencia (West Texas Intermediate, WTI) cayó 8,11 dólares, a 33,17 por barril.
Hace solo dos meses, el precio del barril del petróleo trepaba a casi US$70 y el temor en la Argentina era la presión al alza que generaba en los precios de los combustibles en los surtidores.
La preocupación ahora es otra: la caída del precio del Brent, por efecto del conflicto en el seno de la OPEP y del coronavirus. De mantenerse en esos niveles, Vaca Muerta es inviable, ya que los costos de producción no convencional son mayores.
El CEO de YPF, Daniel González, señaló en su reciente conferencia anual con inversores de Wall Street que con niveles del Brent por debajo de US$50 el barril no hay espacio para desarrollar nuevos yacimientos de producción no convencional, como los que están en la formación de Vaca Muerta. «Estamos teniendo breakevens bajos con las nuevas perforaciones en bloques ya desarrollados, pero es difícil hacer inversiones en nuevos bloques con precios internacionales menores a 50 dólares», indicó el ejecutivo de la petrolera estatal.
Las drásticas pérdidas ocurren luego de que el petróleo de Estados Unidos descendió 10,1% el viernes pasado, su mayor caída en más de cinco años. Los precios están descendiendo debido a los temores de que los productores no cortarán el suministro lo suficiente para hacer frente a una baja significativa en la demanda global.
La expansión del coronavirus repercutió en las proyecciones de crecimiento mundial, lo que impactó directamente en la demanda de combustibles. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEC), que lidera Arabia Saudita, ya avanzó en un recorte de la producción de por lo menos entre 500.000 y 1,2 millones de barriles diarios para contener el derrumbe del precio.
Arabia Saudita recortó su precio de venta oficial y anunció planes para subir la producción, iniciando una batalla por los precios tras no lograr un acuerdo con Rusia (que intenta sostener el precio de su petróleo) sobre una baja del bombeo de crudos en los yacimientos de cada país.
El reino árabe también tiene previsto elevar en abril su producción a más de 10 millones de barriles por día por primera vez desde mayo de 2019.
En un informe difundido el viernes pasado, la agencia de calificación crediticia Moody’s advirtió que Italia, Japón y Alemania podrían entrar en recesión como consecuencia del impacto del coronavirus en sus economías.
Guerra «limitada y táctica»
En un informe difundido ayer, la consultora Eurasia Group relativizó el carácter estructural de esta crisis al señalar que «el resultado más probable de esta crisis es un proceso doloroso de guerra de precios que durará varias semanas o meses, hasta que los precios sean lo suficientemente bajos como para cambiar los puntos de vista fundamentales en Moscú y Riad hacia algún tipo de compromiso sobre la reanudación de la restricción de producción de la OPEP».
Y agregó: «Es posible que Rusia y Arabia Saudita puedan infligir daños materiales pero no fatales a los Estados Unidos y a otros productores de mayor costo que no pertenecen a la OPEP (como la Argentina)».
Según los analistas de Eurasia, la apuesta de Arabia y Rusia por la «destrucción de la oferta» en la producción existente «es probablemente arriesgada, ya que llevaría un tiempo considerable». Y agregan: «Una guerra de precios será dolorosa para todas las partes y no hay garantía de que los sauditas o los rusos ganen una larga batalla. Riad tiene un profundo conocimiento de la elasticidad de la producción no convencional de Estados Unidos, un recurso de ciclo corto que tiene una mayor flexibilidad (aunque de ninguna manera total) para aumentar y disminuir la producción en respuesta a los movimientos de precios. El fracaso de las conversaciones en Viena indica implícitamente que Rusia tiene una visión y prioridades diferentes».
El informe concluye que «Eurasia Group no cree que las dos partes tengan intención de mantener una guerra de precios por varios años para reemplazar una gran parte de la producción no convencional estadounidense».
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