La víctima dijo haber sido humillada por un efectivo en el boliche Angelo, en Rosario de la Frontera.Me llevaron detenida y me tuvieron desde las 5.15 hasta cerca de las 11, contó.
Acciones de violencia policial disfrazada de «orden social» volvieron a denunciar en Salta. Una joven de 28 años, Cecilia Natalia Herrera, hizo público su impotente grito de justicia. Luego de acercarse al área de Acción Social del municipio en Rosario de la Frontera sin demasiada suerte, decidió subir en su cuenta Facebook la cronología de una trama de terror que, según lo denunciado, tuvo que soportar en la mañana del primero de mayo en el boliche bailable Angelo. Al menos diez golpes entre cabezazos y patadas le propinó el policía Octavio Cañete, denunciado por Herrera, luego de que la víctima se negara a dejar el local.
Junto a su marido y una amiga, quien a pesar de ser menor de edad la dejaron ingresar en el local nocturno, salieron para disfrutar una fecha especial como el Día del Trabajador. Sin embargo, la jornada sería especial no por el festejo de los laburantes en todo el mundo sino por la tremenda paliza que Natalia Herrera recibió en manos de un policía, según reza lo denunciado por la joven. Siguiendo el relato de la damnificada, esa noche en el boliche bailable subieron al escenario dos bandas de música.
Junto a su amiga, Natalia se acercó al lugar desde donde vieron en acción a la primera banda: «Vimos tocar a la banda del Lechuga». Mientras esperaban la frutilla del postre, un grupo denominado «Sonido Básico», las jóvenes nunca imaginaron que una especie de pelea de fondo -desigual- también estaba al caer. En medio del show y disfrutando de los últimos temas de la noche la denunciante sintió el impulso de sacarse una foto con el cantante de la banda, quien amablemente se acercó hasta donde estaba Herrera y posaron para la «selfie».
Pletórica de emoción y lejos de quedarse afuera de los «flashes», la menor que esa noche acompañaba a Natalia y el marido de esta última, también intentó registrar ese momento junto al solicitado líder de la banda. Sin embargo, «un policía que estaba arriba del escenario le hizo señas a una policía que estaba abajo para que nos sacara. La mujer se acercó, primero la llevó a mi amiga y después quiso hacer lo mismo conmigo y me negué a salir, le dije que no estaba haciendo nada. En ese momento vino ese policía put… me agarró de atrás y me llevó arrastrando hasta el pasillo». De esa forma comenzó el calvario para Natalia en las primeras horas del primero de mayo, según publicó El Tribuno.
La resistencia
Sin entender muy bien por qué, Natalia Herrera, la mujer que denunció a Octavio Cañete, policía de Rosario de la Frontera, en el dramático recorrido desde el escenario hasta el pasillo intentó sacarse de encima al uniformado, al hombre de azul «y no a la uniformada». Lejos de poder hacerlo recibió al menos dos cabezazos mientras era arrastrada. Despojado de un amable trato y tratar de solicitar a través del diálogo que se retirara del lugar, según testigos de esa violenta mañana, Octavio Cañete utilizó sus fuerzas para denigrar y humillar a la joven.
Frente a la resistencia, Natalia recibió primero un cabezazo en uno de sus ojos, luego y tras insultar nuevamente al policía, recibió otro cabezazo más en la nariz y parte de su otro ojo. «Seguía en el pasillo y le dije que no tenía por qué hacerme lo que me estaba haciendo, que lo iba a escrachar en Facebook y como si fuera un rugbier se me vino y me tiró al piso haciéndome golpear la cabeza, ahí me siguió golpeando y me arrastró hasta afuera del boliche», le dijo a El Tribuno la denunciante.
Salió esposada
Luego de soportar el castigo impartido por el policía Cañete, afuera del boliche «le dije a una de las policías que lo que me había hecho ese tipo estaba mal, no tenía derecho y me dijo que «tenía razón'». Sin embargo, quienes impartían la ley en ese momento decidieron esposar a Natalia Herrera cual delincuente sale del escenario del crimen y trasladarla en el patrullero. «Primero me hicieron dar vueltas por la plaza y recién ahí me llevaron al hospital donde no estuve ni cinco minutos. Después me llevaron hasta la comisaría 31. Eran cerca de las 5.15 y me tuvieron hasta las 10.45 aproximadamente», contó con la indignación a flor de piel.
Una vez liberada, Natalia contó que radicó la denuncia en esa misma dependencia donde al parecer «anotaron lo que ellos quisieron».
“Me llevaron detenida como una delincuente”
“No quiero meter a todos en la misma bolsa, porque no es así. En este tema puntual y por haber vivido en carne propia, no me salen más que insultos en contra de ese tipo. Si las personas estamos bajo el cuidado de policías así, algo está muy mal”. La voz de Natalia todavía tiene el resabio de indignación por el maltrato recibido, sin embargo el tiempo transcurrido hace que sus ideas fluyan con más claridad y templanza.
“Me llevaron en calidad de detenida cuando en realidad solo reaccioné por la brutalidad con que me sacó del lugar esa bestia”. Una vez en la comisaría 31 de Rosario de la Frontera, a Natalia la tuvieron entre la cocina del lugar y una oficina. “Iban y venían los policías preguntándome cosas, en una de esas una de las mujeres policías que estaba en el lugar se me acercó y me dijo que el maricón ese que le pega a las mujeres -por Octavio Cañete- me había denunciado. No lo podía creer”, contó la víctima.
La damnificada contó que en el momento del violento desalojo su marido estaba en el baño y cuando salió ni ella ni su amiga estaban en el interior del local. “Se cansó de llamarme y como los policías me sacaron el celular recién pude verlo y decirle lo ocurrido cuando me liberaron”. Según la denuncia en su contra, “dijeron que yo tenía armas blancas y esas cosas, nada que ver y no sé qué más habrá puesto ese infeliz porque nunca me dijeron ni me hicieron ver nada”.
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