Se trata de una mamá wichi de 19 años. Familiares denuncian que no quisieron derivarla a Salta a tiempo.
Hacía varios días familiares de Gilda Rojas, joven mamá wichi de 19 años y residente en el Kilómetro 6 de Tartagal, imploraban la atención de la chica. El lunes anterior se habían instalado en las puertas del hospital Juan Domingo Perón para conseguir que la deriven a Salta. Su hermana Silvina relataba a los medios que se acercaban que Gilda «estaba enferma desde hacía varios días. Venía al hospital, le ponían un calmante y otra vez la mandaban a la casa. Así tres días hasta que al último la trajimos y la internaron en terapia. Nos dijeron que tenía un derrame o algo así».
Mientras la joven permanecía internada el pedido de los padres y hermanos era «para que la trasladen a Salta, pero no la quieren mandar. Acá mi hermana se va a morir porque así como la tuvieron yendo y viniendo tres días, no la van a salvar».
Finalmente y ante el reclamo de la familia, las autoridades accedieron a trasladarla al hospital San Bernardo en la ciudad de Salta, pero Gilda falleció. En la mañana de ayer, indignados por la situación, los familiares llevaron el ataúd con el cuerpo de la infortunada mamá y lo depositaron en las puertas del hospital.
Silvina se refirió a la protesta y el fallecimiento de su hermana menor y precisó: «Esa tarde que la derivaron desde Tartagal en Salta le hicieron los estudios y nos dijeron que tenía muerte cerebral. Pero nos dijeron que si a ella la hubieran derivado cuando nosotros la trajimos al hospital mi hermana se hubiera salvado».
La joven relató que «nosotros por eso pedíamos que la deriven, pero los médicos se negaban. Cuando la mandaron, los médicos de Salta nos dijeron que los medicamentos que le pusieron acá fue lo que la empeoraron y en Salta no alcanzó a estar ni dos días. Por eso hemos venido con el cuerpo de mi hermana a este hospital para reclamar porque no nos han escuchado cuando nosotros pedíamos que la deriven y también para que nadie le pase lo mismo».
Los originarios remarcaron que «nos vamos a quedar acá hasta que algún responsable de este hospital salga y dé la cara, porque mi hermana podría haberse salvado si la atendían como corresponde, pero no lo hicieron».
Para conocer su versión de los hechos, El Tribuno intentó comunicarse con el gerente del hospital, el Dr. Enrique Urueña, y con el subgerente, el licenciado Adrián Murillo, pero ninguno de los dos directivos respondió a la requisitoria periodística.
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