Por Carlos Saravia Day
Últimamente, en el recíproco afán de ocupar la centralidad de la escena política, el presidente Milei y Cristina Kirchner polemizan, pero no polenizan, todo se reduce a elementales lecciones de economía política y no fecundan nada.
No es suficiente el dogma de laissez faire ni la mano invisible del mercado, ni la asistencia de todo el ejército celestial, con sus ángeles, arcángeles, delfines y serafines mientras se divierte el maligno.
El juego económico se jugó, sin temor a sus consecuencias, aceptándolas alegremente, el problema de la responsabilidad social permaneció relegado a ultimo término. Esa responsabilidad deberá ampliarse considerablemente. En tiempos pasados cuando la economía era un proceso acumulativo y masivo, los grandes economistas podían estar al margen de los sucesos históricos en calidad de simples comentaristas, de analistas o de profetas desinteresados, para un sistema que no solo produce bienes, sino actitudes, moral moralidad. La economía se encuentra hoy involucrada en el proceso político que es donde se forjan las decisiones. Esto último quizás haya impulsado al presidente a intervenir en política, fauna a la que hoy pertenece como optimate de la jungla a la que pertenece.
Adam Smith muy bien podía permitirse burlarse de quienes “pensaban mejorar la sociedad, haciendo el bien”, la mejor forma era el laissez faire y confiar en la mano invisible del mercado que es tanto como decir que pronto la economía dejará de ser la ciencia “lúgubre” o ciencia de la escasez y la sociedad pasará a ser la sociedad “opulenta” de John Kenneth Galbraith y quedará así convertida en la ciencia de la repartija.
Habría que recordar a Adam Smith en la Universidad de Glasgow donde dio lecciones sobre problemas de filosofía moral, asignatura que abarcaba teología natural ética, jurisprudencia y economía política, un verdadero especialista en generalidades, lo que hoy diríamos un estadista. Que es lo que no hace falta. Maradona hizo el gol ayudado por la mano providencial de Dios, esta vez Dios se olvidó de darnos una mano y aplicó el reglamento: se juega con la cabeza y los pies sobre la tierra. Galbraith continúa esperando. Mientras tanto, Cristina y Milei ocupan la escena política con ingrávidas disputas verbales.
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