El extremo cordobés resurgió luego de su préstamo en Los Ángeles Galaxy: de estar a punto de ser borrado por la dirigencia a ser pieza clave para Russo
Apenas un puñado de partidos (5) le bastaron a Cristian Pavón para demostrarle al cuerpo técnico que está a la altura de lo que hoy exige Boca. Uno de los futbolistas que quedó marcado por la final de la Libertadores 2018 disputada en el Santiago Bernabéu halló asilo en la MLS, una liga en la que pudo explotar sus condiciones físicas y técnicas y, por sobre todas las cosas, le sirvió para descomprimirse a nivel mental. De regreso en la jungla del fútbol argentino (más por temas contractuales que por deseo propio), se transformó rápidamente en pieza clave para Miguel Ángel Russo y posiblemente sea titular el domingo contra River. Historia de un Renacido.
La postergación de la revancha de la final de Libertadores 2018 contra River le permitió a Kichan recuperarse de un desgarro que lo había sacado rápidamente de la ida que terminó 2-2 en la Bombonera. Las idas y vueltas de la localía millonaria que finalmente fue mudada a España por el escándalo con el micro xeneize dieron tiempo a la cicatrización de la herida en su isquiotibial izquierdo. A tope en lo físico, convenció a Guillermo Barros Schelotto de su titularidad en el histórico duelo en el que presenció los 120 minutos.
Con el 1-3 en tierra europea, la cotización del extremo cordobés que seis meses antes había jugado el Mundial de Rusia con la selección argentina y contaba con una cláusula de rescisión de 50 millones de dólares cayó abruptamente. Gustavo Alfaro, reemplazante en el banco del Mellizo, lo consideró en el primer semestre de 2019, aunque el nivel del jugador ya no era el mismo. El cambio de aire era evidente y necesario. Existió una evidente merma en su rendimiento y el hincha ya no lo respaldó como antes, algo que sucedió con varios de los sobrevivientes de la caída en Madrid. Fue entonces que ante la chance de ser prestado por un año y medio a Los Ángeles Galaxy ni dudó y armó las valijas.
Pavón registró grandes niveles, marcó goles, tiró paredes con un tal Zlatan Ibrahimovic (quien tuvo palabras elogiosas para con él) y se transformó en una de las figuras de la franquicia de California, donde parecía haber encontrado su lugar en el mundo. Pero los contratos están para cumplirse y al futbolista que había sido transferido por la gestión de Daniel Angelici se le acabó lo que se le daba con la asunción de Jorge Amor Ameal y el Consejo de Fútbol comandado por Juan Román Riquelme.
La expiración de su vínculo con el elenco de Los Ángeles estaba pautada para fines de 2020 y, aunque había diálogo entre los clubes, los norteamericanos dejaron en claro de entrada que no estaban dispuestos a desembolsar los 20 millones de dólares correspondientes a su opción de compra. Boca se mostró dispuesto a negociarlo a la vez que Miguel Russo le levantó el pulgar para tenerlo en cuenta de cara a las semifinales de la Libertadores anterior, ya en la instancia contra su -a la postre- verdugo Santos. De vacaciones en Argentina en diciembre pasado, el futbolista que estaba por cumplir los 25 años argumentó que no podía entrenarse en el Xeneize porque su contrato indicaba que pertenecía hasta el 31/12 a los Galaxy. En la Ribera lo esperaron el 1° de enero pero no se presentó a los entrenamientos. Lo hizo recién una semana más tarde luego de haber sido intimado por el CDF.
Ya acoplado al plantel tras la finalización de la Libertadores 2020 y la Copa Diego Maradona, Pavón disputó minutos en un amistoso contra Talleres de Córdoba, pero acusó una severa molestia en sus tobillos que arrastraba de hacía rato: un sobrehueso en ambos pies le impidió reacondicionarse física y futbolísticamente como estaba planeado. Fueron horas, días, semanas agitadas para Pavón, que mientras debatía su continuidad o venta, recibió una denuncia por abuso sexual y en paralelo su padre realizó declaraciones públicas explosivas apuntándole a un supuesto destrato por parte del Consejo de Fútbol justo después de la intervención quirúrgica de tobillos a la que se había sometido.
Tuvo el camino allanado para marcharse nuevamente a los Galaxy por medio de la venta del 50% de su pase en 10 millones de dólares brutos, pero algunas diferencias en la letra chica frustraron la operación y el protagonista pasó a tener destino incierto. La relación de su representante con la directiva se rompió por completo pero el cuerpo técnico insistió con tenerlo en cuenta y enfatizó aún más el reclamo luego de que un jugador importante como Eduardo Salvio se rompiera los ligamentos cruzados anteriores de su rodilla izquierda. Así, Russo sorprendió a más de uno y lo incluyó en la lista de buena fe de la Copa.
Antes de tirarlo a la cancha contra el Santos en la Bombonera, lo probó contra Huracán en Parque Patricios y se fue satisfecho. El velocista tuvo otro aprobado en el duelo contra los brasileños de fines de abril y se anotó una asistencia en el triunfo ante Lanús por la Copa de la Liga. Luego volvió a ser titular en la caída ante Barcelona en Guayaquil y descansó frente a Patronato. El martes pasado en San Pablo fue uno de los pocos jugadores rescatables en una discreta actuación del equipo en general y el entrenador confía en su valía para desequilibrar frente a la defensa de River el próximo domingo.
Su contrato con el club expira a mediados de 2022 y su futuro más allá de esa fecha es una incógnita. No obstante a Russo y todo Boca le urge el presente. Y allí Pavón tiene un lugar asegurado.
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