De ser citado como ejemplo a convertirse en uno de los países de la región con mayor número de casos y una cifra creciente de víctimas fatales. Las reflexiones de los especialistas sobre el camino que llevó a Argentina a dejar de ser uno de los países a los que parecía irle bien en la contención de la pandemia
Argentina superó la barrera del millón de contagios de coronavirus, luego de una cuarentena que lleva -hasta hoy- 213 días. El último reporte epidemiológico emitido por el Ministerio de Salud llegó acompañado por un número impactante: son 1.002.662 el total de casos confirmados. El primer caso en el país fue informado el 3 de marzo, un hombre de 43 años que había viajado por Italia y España y atravesó de forma leve la enfermedad.
El país trepó el jueves al quinto lugar entre los países con más casos del nuevo coronavirus del mundo, sólo superado por Estados Unidos y Brasil en el continente. Según los datos publicados por el Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins, se sitúa detrás de Estados Unidos, India, Brasil y Rusia. En tanto, la cantidad de personas fallecidas son 26.716, con una de las cuarentenas más largas y que luego de siete meses de aislamiento se ha flexibilizado en diversos sectores.
Si se toma un promedio de los últimos siete días, Argentina es el país con más muertes diarias por millón de habitantes. El dato surge de las cifras brindadas por el sitio web especializado en estadística en tiempo real Our World In Data, tomando en cuenta solamente países con más de un millón de habitantes.
Sin embargo, consultado por este medio, el prestigioso infectólogo Eduardo López, uno de los principales asesores del Presidente en la lucha contra el coronavirus, aseguró que “no es correcto catalogar a un país por su cantidad de muertes diarias por millón de habitantes”. “Nunca se hizo así. Un día podemos tener 120 muertes diarias y otro, cero. Es una fluctuación”, dijo el experto a Infobae.
Si bien el aislamiento social, preventivo y obligatorio decretado el 20 de marzo ayudó a que el incremento sea amesetado y lento, en las últimas semanas y en particular los últimos dos meses se acentuó la pendiente de manera abrupta.
Entre las distintas situaciones que pueden ayudar a entender esta difícil “foto” del momento que vive Argentina, aparecen los casos registrados en provincias que llevaban semanas y en algunos casos meses sin contagios, por otro lado, el relajamiento de cada vez más actividades en distritos muy golpeados por el virus SARS-CoV-2 como el AMBA, que hicieron que los sistemas sanitarios comiencen a mostrar un colapso, con profesionales de la salud fatigados y terapias intensivas al límite.
En cuanto a Argentina, se sostiene que, además de tener un bajo nivel de testeos (se realizaron solo 2.373.496 desde el inicio de la pandemia), los fines de semana incluso se realizan menos pruebas diagnósticas que en el resto de la semana, y si se suman estos factores a que encima las provincias demoran en cargar los datos en el sistema nacional, el dato estadístico del cuadro epidemiológico en tiempo real en la Argentina puede verse expuesto a imprecisiones.
Para Cristina Freuler, médica infectóloga, jefa del Departamento de Medicina Interna del Hospital Alemán, “se deberían haber hecho a nivel de salud pública muchos más testeos para poder ir haciendo aislamientos selectivos, haciendo cuarentenas inteligentes mediante la selección de grupos de contactos en donde había muchos casos para de alguna forma, restringiendo al virus dentro de ese grupo y evitar que se disemine más”.
“En primer lugar, el impacto que tuvo el coronavirus en el interior del país fue muy agudo. Sin lugar a dudas no se esperaba un brote de esa magnitud. Tal es así que hace dos meses hablábamos del 90 o 95% de los casos en el AMBA y hoy el 60% es el interior del país. En segundo lugar, hubo una fatiga de la población sobre la cuarentena prologada. Se cumplieron las 3 primeras etapas de la cuarentena y durante ese tiempo la gente respondió con un alto grado de aceptación permitiendo equipar y preparar el sistema de atención y comprar reactivos para testear. Las últimas etapas fueron imperfectas y no hay peor cuarentena que las que no se cumplen. Algo que nos faltó fue haber aplicado el plan DetectAR más previamente, de forma permanente e intensiva para ir a buscar los casos de los convivientes y contactos estrechos para asilar casos positivos. Y en último lugar, el virus nos impactó en todo el invierno”, reconoció López.
No obstante, el fin de semana el ministro de Salud, Ginés González García, defendió las políticas dictadas por el Gobierno: “Si nosotros no hubiéramos hecho la cuarentena inicial, las consecuencias serían terribles, porque estaríamos en situaciones que nunca quisimos. Habría gente que no hubiese podido ser atendida con una tasa de mortalidad mucho mayor. Cosas que indignan a una sociedad: como que alguien pueda morirse sin tener la asistencia que se merece”.
«Para tener menos muertos tenés que tener menos casos, no tenerlos más lentos”, explicó en diálogo con este medio Jorge Aliaga, físico e integrante del comité de asesores del gobernador bonaerense Axel Kicillof.
“Tomamos medidas temprano. Por eso no fuimos la curva naranja (en el gráfico). Pero si no lográs bajar la cantidad de casos, y solo los demorás, los casos se siguen acumulando y el total de casos de la azul termina siendo el mismo que la naranja. Para tener menos muertos tenés que tener menos casos, no tenerlos más lentos”, explicó en diálogo con este medio Jorge Aliaga, físico e integrante del comité de asesores del gobernador bonaerense Axel Kicillof.
“Si vamos a tener -o no- un segundo invierno con coronavirus va a depender de la disponibilidad de una vacuna a comienzos del año que viene (marzo 2021). Y en segundo lugar, de cómo se comporte el virus en un segundo año. En estudios de laboratorio se demostró que a 27 grados el virus pierde el 50% de la viabilidad, y a 31 grados el 90%. La clave no es un día de temperaturas altas, sino una semana entera tal como ocurre en nuestro verano. Si el virus deja de dar brote y se comporta como un virus endémico va a comenzar a circular en los inviernos con cifras esperadas”, añadió López.
Al respecto, González García explicó que en la Argentina se podrá contar en marzo próximo “en forma masiva” con alguna de las cinco vacunas que el Gobierno negocia con diferentes laboratorios para combatir la pandemia de coronavirus.
Consultado sobre esta proyección, el titular de la cartera de Salud en la ciudad de Buenos Aires, Fernán Quirós, aseguró que “es una buena noticia”, aunque supeditó la llegada de una vacuna al resultado de la fase 3 de los estudios que realizan los científicos.
“Para que eso sea verdaderamente efectivo, previamente los estudios de investigación en fase 3 tendrán que demostrar que esas vacunas que puedan estar presentes aquí naturalmente sean efectivas en términos de disminuir la adquisición de la enfermedad o la gravedad de la enfermedad, cuestión que todavía no tenemos respondido”, enfatizó el funcionario porteño durante un nuevo parte sanitario que encabezó de manera online.
En esta línea, agregó: “A lo largo de noviembre y diciembre nos enteraremos del resultado de los estudios de fase 3 de las vacunas, y a partir de ahí sabremos cuál de ellas son capaces de tener una producción local y a partir de ahí tendremos una idea clara del inicio de la distribución, es muy importante esperar esa información para saber el camino a recorrer”.
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