Juntos por el Cambio acompañó al oficialismo luego de los cambios que impuso al proyecto original. Máximo Kirchner bajó al recinto recién al final, votó en contra y profundizó la fractura en el Frente de Todos. Falta que lo vote el Senado.
El proyecto que pasó al Senado fue aprobado pasadas las 3.30 de la madrugada de este viernes con 202 votos positivos, 37 negativos y 13 abstenciones.
Tras 13 horas de un debate encorsetado y sorprendentemente sin cruces, la Cámara de Diputados aprobó por amplia mayoría el proyecto acordado entre el Gobierno y la oposición para avalar únicamente la refinanciación de la deuda con el FMI y no el programa económico propuesto por el ministro de Economía, Martín Guzmán.
El inicio tranquilo de la sesión -sin cuestiones de privilegio para no «empiojar» el clima- contrastó con los graves incidentes que se vivieron afuera entre la Policía y los manifestantes de Izquierda, que con piedras rompieron los vidrios del despacho de Cristina Kirchner en el Senado.
El primer dato político de la jornada fue la ausencia de Máximo Kirchner durante casi toda la jornada, quien si bien participó de la reunión de bloque del Frente de Todos de la mañana no bajó al recinto a dar quórum. Recién se sentó en su banca en el momento de la votación y lo hizo para oponerse al proyecto, profundizando así la grieta que divide a la coalición gobernante.
Los legisladores de La Cámpora que le responden sí estuvieron presentes -en una señal de no obstrucción del debate- pero ninguno se anotó como orador y hasta el final mantuvieron el misterio sobre cómo votarían. Finalmente, los 17 miembros de esa agrupación fueron por la negativa, llegando a 28 en total los votos opositores dentro del bloque oficialista.
Las miradas de todos estuvieron puestas en ese momento. «La votación demostrará quiénes quieren ayudar y quiénes apuestan al incendio”, había declarado Florencio Randazzo en la previa.
Los tres diputados del Frente Patria Grande y los de la Corriente Clasista Combativa (CCC) de Juan Carlos Alderete también dieron quórum, aunque anticiparon que no votarían a favor.
En el otro extremo de la grieta, el diputado del PRO Fernando Iglesias -hiper crítico del acuerdo- también se ausentó. «No va a venir», reconoció uno de sus más cercanos compañeros. Las lecturas indicaban que no estaba dispuesto a votar a favor junto al resto de su bancada. En las redes, curiosamente, también se mantuvo en silencio.
El único que adelantó su voto negativo dentro de Juntos por el Cambio fue el diputado Ricardo López Murphy, quien señaló que a pesar de las modificaciones que su interbloque consiguió imponer al proyecto, sus «convicciones y valores» le impedían votar a favor. «Lo corren por derecha Milei y Espert», analizaban algunos compañeros asombrados por su decisión.
El acuerdo entre el FdT y Juntos por el Cambio se terminó de cocinar a última hora del miércoles, cuando se firmó el dictamen en comisiones. Después de frenéticas negociaciones, el oficialismo aceptó eliminar los memorandos -con críticas a la toma de deuda de Mauricio Macri- y los anexos con las políticas económicas a las que se comprometió el gobierno de Alberto Fernández y que formaban parte del proyecto.
A raíz de eso y la orden que se bajó en las dos principales coaliciones de evitar «discursos incendiarios» que pudieran alterar la calma, la sesión transcurrió lenta y con alocuciones reiterativas.
El presidente de la comisión de Presupuesto, Carlos Heller, que en declaraciones previas había dicho que votaría «con la nariz tapada», defendió el proyecto por parte del oficialismo.
«Se da hoy una extraña paradoja de que hay un Gobierno que por sus principios jamás hubiera recurrido al FMI, pero que recibió una auténtica bomba de tiempo y debió sentarse a negociar con el organismo para lograr una refinanciación. Tenemos la convicción de que un default sería muchísimo más grave”, aseguró.
El argumento del default se repitió en los discursos opositores. «Es innegable que el peor de los mundos era el default. Nuestra coalición estuvo a la altura de las circunstancias y se logró dar autorización del uso del crédito. El programa económico es de exclusiva competencia del gobierno”, señaló Lisandro Nieri, de la UCR.
El gobernador jujeño y presidente de la UCR, Gerardo Morales -que empujó el acuerdo con el oficialismo- pasilleó por el Congreso. «Vine a saludar al bloque y al presidente Sergio Massa, que tuvo un rol central como articulador», aseguró.
El Interbloque Federal, presidido por Alejandro «Topo» Rodríguez, y el interbloque Provincias Unidas, que conduce el rionegrino Luis Di Giácomo, también habían reclamado no votar el programa de Guzmán. Tras los cambios en el proyecto, iban por la afirmativa.
«No estar aquí hubiera significado un colapso para las finanzas del Estado nacional, las provincias y los municipios y, como si fuera poco, para la posibilidad de tomar créditos de las empresas», apuntó Graciela Camaño.
Los liberales Javier Milei y José Luis Espert insistieron con el férreo rechazo. «Hay un grupo que en aras de la responsabilidad dice hay que acompañar esta aberración y que el ajuste lo pague el sector privado. Mientras la joda de la política sigue porque aumenta el gasto púbico en términos reales», disparó Milei.
Los extremos se tocan y en contra también se manifestaban los cuatro diputados de la Izquierda.
Máximo Kirchner
Luego de haber mantenido su posición en el más estricto hermetismo durante toda la tarde, Máximo Kirchner y los diputados de su espacio optaron por bajar al recinto a último momento. La Cámpora votó negativamente, al igual que los tres legisladores de Patria Grande. El Frente de Todos tuvo 28 votos negativos
También rechazaron el proyecto los diputados Libertarios -con fuertes discursos de Javier Milei y José Lus Espert-, los dos de la Corriente Clasista y Combativa, Ricardo López Murphy y los cuatro del interbloque del Frente de Izquierda. La votación finalmente llegó pasadas las 3 de la madrugada.
Al término de la sesión, desde Juntos por el Cambio volvieron a cuestionar la irresponsabilidad del kirchnerismo. “Si no estábamos acá esta noche la Argentina entraba en default”, aseguraron.
Por su parte, en la bancada del oficialismo se mostraron satisfechos por la cantidad de votos afirmativos totales y destacaban que el resultado confirmó que eligieron “la estrategia de negociación correcta”. Cabe destacar que si Juntos por el Cambio decidía abstenerse como planteó antes de llegar a un acuerdo con el oficialismo, los votos positivos (77) habrían sido menos que las abstenciones totales.
Al inicio de la jornada, la ausencia de Máximo Kirchner durante el llamado para dar quórum había sido una primera señal de alarma para el oficialismo, que todavía desconocía su posición a la hora de votar. El líder de La Cámpora, que hace poco renunció a la jefatura del bloque en rechazo al acuerdo, estaba en su oficina pero decidió no participar del debate. La sesión comenzó con 129 diputados en el recinto, número exacto para poder iniciar el debate.
La silla vacía de Máximo Kirchner alimentó especulaciones durante toda la tarde sobre la posición que asumiría el kirchnerismo duro, ya que una veintena de diputados podía ausentarse, abstenerse o directamente votar en contra. Finalmente se confirmó la última alternativa, que representa un duro golpe a la unidad del Frente de Todos y a la gobernabilidad de Alberto Fernández de cara a los próximos dos años.
Promediando la tarde en el oficialismo reconocían que una votación unánime nunca estuvo en los pronósticos. Un diputado dijo a Infobae que Germán Martínez tuvo un solo pedido a los miembros del bloque que iban a hacer uso de la palabra: transitar el debate con tranquilidad y evitar los exabruptos. Algo que se respetó.
Otra señal de la fractura dentro del oficialismo llegó minutos antes de las 19, cuando los jefes de los bloques terminaron de acordar la cantidad de oradores individuales: entre los 80 diputados que pidieron hacer uso de la palabra no estuvieron Máximo Kirchner ni ningún legislador identificado con La Cámpora.
Durante las primeras horas del debate, en las inmediaciones del Congreso hubo incidentes con los grupos de izquierda que se concentraron en la plaza para rechazar el acuerdo. Encapuchados quemaron gomas, tiraron piedras contra las ventanas del frente del edificio y arrojaron una bomba molotov a los uniformados. La Policía de la Ciudad terminó desalojando la zona. El caos que se vivió en las calles no se filtró al interior del recinto y el clima fue calmo durante toda la tarde.
Ayer, el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y el jefe de la bancada oficialista, Germán Martínez, encabezaron las negociaciones con la oposición para poder avanzar en el plenario de comisiones de Presupuesto y Finanzas con un dictamen unificado.
El Gobierno cedió a los reclamos de Juntos por el Cambio y eliminó de la redacción todas las referencias al programa económico diseñado por Martín Guzmán y negociado con el staff técnico del oficialismo. Los anexos que contenían el plan y las metas negociadas con el staff del FMI quedaron excluidos del proyecto. Esa había sido la principal objeción de la oposición desde el anunció del acuerdo. Solo se aprobó el empréstito.
“Apruébanse, de acuerdo a lo estipulado en el artículo 75 inciso 7 de la Constitución Nacional y en los términos del artículo 2 de la Ley 27.612, las operaciones de crédito público contenidas en el “Programa de Facilidades Extendidas” a celebrarse entre el Poder Ejecutivo Nacional y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para la cancelación del “Acuerdo Stand By” oportunamente celebrado en 2018 y para apoyo presupuestario. El Poder Ejecutivo Nacional suscribirá, en uso de sus facultades, los instrumentos necesarios para dar cumplimiento a lo establecido en el párrafo precedente”, marcaba el párrafo acordado.
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