Policiales

Tremendo testimonio«Cacho» Giménez en el juicio por su secuestro: «Sentí que me quedaba poco, pensé que me iban a matar ahí»

Ayer por la mañana declaró el contador Víctor Giménez, propietario de la empresa de transporte público El Cóndor, y contó detalles del secuestro extorsivo que sufrió el año pasado. Si bien se quebró por momentos, dejó en claro su clara postura de dificultar el secuestro, a pesar de los nervios. Su relato dejó en claro que se trató de un secuestro poco planificado.

Desde las 9 y por casi dos horas, declaró ante quienes fueron sus captores y los jueces Gabriela Catalano, Abel Fleming y Domingo Batule, del Tribunal Oral Federal 2.

Giménez contó lo que vivió aquel 30 de noviembre de 2021: recordó que tomó la ruta de siempre hasta la empresa, donde tenía una reunión con el directorio. Indicó que se dirigía por la ruta 26 hasta llegar a la avenida Ragone, donde se dio con un retén, del cual sospechó desde el principio porque eran solo dos hombres con chalecos de la policía, «pero sin conos ni móviles».

Una vez que fue detenido en su camioneta Mercedes Benz de la que solo «hay dos o tres en Salta», uno de los dos «policías», a quién señaló en todo su relato como «el cabecilla», le pidió los papeles del auto. El empresario atinó a requerirle la identificación al uniformado, lo que generó molestia en el hombre, ahí terminó de sospechar e intentó fugarse.

«Pero el otro se me tiró encima de la camioneta y paré para no atropellarlo», explicó. En ese momento, los falsos policías lo intimaron con una posible detención e incomunicación por su falta grave de «resistencia a la autoridad» y le pidieron que se bajara del auto. «Ahí cometí el grave error de bajarme» , lamentó el contador, que a lo largo de su relato intentó mostrar que estuvo atento a los detalles y que hasta intentó maniobras de liberación.

Ya abajo de su vehículo contó que lo engañaron pidiéndole que mostrara qué llevaba en un sobre que estaba en el asiento trasero: «Me agaché y ahí me golpearon y me metieron adentro de la camioneta», indicó. Una vez reducido, los captores condujeron «con dificultad» su vehículo y mantuvieron conversaciones entre ellos simulando ser de la Brigada. Giménez contó que con la mano liberada se percató de silenciar su celular que sabría, sería utilizado por los malvivientes.

También intentó abrir la puerta para liberarse, pero tenía seguro de niños. Cuarenta minutos después lo bajaron en el lugar donde lo mantuvieron cautivo durante el caluroso día.

«Algo veía siempre porque el vendaje no era eficiente», recordó. Cuando le quitaron el vendaje pudo percatarse mejor de dónde estaba: «La habitación sería de cuatro metros por cuatro, con techo de chapa y bloques. Me sentaron en un banquito contra la pared, me di cuenta de que no era una comisaría como me habían dicho, y ahí sentí que me quedaba poco, pensé que me iban a matar ahí», contó conmovido.

Ya enterado de su difícil situación, Giménez les pidió saber qué querían, a lo que los captores le aseguraron que «no querían pegarle ni hacerle daño, sino dinero». Los secuestradores le pidieron proponer una suma y comenzaron las negociaciones que arrancaron en 50 mil pesos. «Ahí me dijeron que yo era rico, que tenía a un hijo viviendo en el exterior y me preguntaron por cómo estaba mi mujer que estaba enferma», contó sobre cómo tenían información personal. Los hombres le pidieron 50 millones de pesos a lo que el les aseguró que era «una locura». Luego comenzaron a bajar la oferta hasta que terminaron aceptando 5 millones de pesos.

Una vez cerrado el monto del rescate, solicitaron comunicarse con la contadora de la empresa para lo cual en un primer momento el empresario le cedió su clave telefónica y luego aprovechó la confusión de los captores con los números para indicarle unos inexactos. Ante la insistencia, les dijo que podía desbloquearlo con su rostro, «pero yo arrugaba la cara», contó sobre la hazaña.

Posteriormente iniciaron las llamadas desde otro teléfono hacia su hijo Álvaro, al cual le indicaron que debía decir que faltó imprevistamente a la reunión planificada para irse a Jujuy a ver un negocio y para el cual necesitaba 5 millones de pesos. «Danger (peligro) Alvaro» fue la palabra que utilizó para advertir a su hijo, el cual le dijo que reuniría 3 millones.

El otro tramo que movilizó al empresario fue recordar «lo humillante» que fue tener que hacer sus necesidades en un tacho maniatado. «Era un día caluroso y ellos se sacaron la ropa, pero yo no quise porque tenía una cadenita que me regaló mi esposa y el anillo de mi madre», señaló.

«Muchos te tienen bronca»

Giménez les preguntó a sus captores «por qué él» y estos le aseguraron que en su empresa, El Cóndor SA, «muchos le tenían bronca». El rescate sería en el mismo lugar del secuestro: sus captores irían en dos autos y al ver que entregaban el dinero lo dejarían ir.

Mientras los secuestradores se preparaban para el intercambio, el hombre vio el arma con la que habían estado amenazándolo durante el día.

«Pensé agarrarla, pero al final no me animé», contó ante los jueces. Nuevamente en la calle, el «cabecilla» le pidió su clave bancaria para sacar 5 mil pesos, operatoria a la que accedió, aunque se negó a darle la clave. Esto, indicó, molestó al captor, quien le aseguró que volverían a cautiverio, «les dije que me mataran», recordó.

Finalmente se acercaron hasta la ruta 26 cuando la camioneta fue interceptada por la policía y comenzó la persecución que terminó con el vehículo contra una casa. «Le hice arreglar la pared a la pobre mujer», contó Giménez, que rememoró el abrazo de reencuentro con su hijo.

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