El Xeneize y la T empataron 1 a 1 en un partidazo por cuartos de final que se definió por penales.
Los cordobeses convirtieron apenas un tiro desde los doce pasos y, fiel a su costumbre, los de Almirón están entre los cuatro mejores de la competencia.
Ya es un clásico. Boca y los penales. Una fórmula ganadora. Por quinta vez consecutiva, el equipo Xeneize avanzó de ronda tras una definición desde los doce pasos. Y mientras sueña con la séptima Libertadores, también quiere la Copa Argentina. En Mendoza, dejó en el camino a Talleres de Córdoba y pasó a las semifinales, en las que enfrentará Estudiantes de La Plata.
Esta vez, Boca no mereció sufrir hasta los penales. Jugó un muy buen partido. Y mereció ganarlo en los 90 minutos. Contó con atributos que no se le ven habitualmente al equipo de Jorge Almirón. Tuvo dinámica, movilidad, juntó pases, hubo juego corto, triangulaciones, sociedades. Y así creó muchas situaciones de gol. Sin embargo, falló en la definición y chocó con Guido Herrera, que sostuvo a Talleres a pura atajada.
La búsqueda de Boca fue intensa. Para ello, eran interesantes los movimientos de Barco, quien de izquierda se corría al medio para crear juego, o dejarle su banda a Saracchi y hasta a veces aparecía por derecha para asociarse con Medina. Ni siquiera se puso más colorado para reclamarle un pase a Cavani cuando el uruguayo optó por rematar al arco y el juvenil estaba bien posicionado para definir.
El equipo cordobés, de todos modos, no se quedó atrás. Y si bien por momentos se vio superado por Boca en el desarrollo del juego, cuando tuvo la pelota supo qué hacer. Al menos, en la primera parte, en la que aprovechó las ventajas que Boca dio atrás para golpearlo. En una jugada a puro fútbol, Barticcioto, el más movedizo, retrocedió y metió un pase al vacío para que Portillo se proyectara y tirara el centro, el cual no pudo conectar Vallejo, pero sí lo hizo Benavídez, al entrar solo por detrás de todos.
Un gol de lateral a lateral, ante la mirada de la defensa de Boca, que no hizo bien las coberturas. Y esa situación quedó expuesta un rato más tarde cuando Romero respondió a un remate de Depietri ante la pasividad de sus defensores.
Boca no se cayó más allá del golpe recibido por Talleres. Siguió apostando por el juego. Llegaba una y otra vez al arco de Herrera. Ya se lo había perdido Merentiel, quien no llegó a empujar un centro de Barco. Y después se sucedieron las atajadas de Herrera. A Cavani y a Medina tres veces.
En el medio, hubo dos jugadas polémicas por manos de Juan Rodríguez, primero, y de Lucas Suárez, después. La primera no fue deliberada, por lo que estuvo bien Echenique en no cobrar penal, al margen de las protestas de los futbolistas Xeneizes. En la siguiente, sí debió sancionarlo porque el derechazo de Merentiel impactó en un brazo de Lucas Suárez. El movimiento corporal del defensor de Talleres impidió el gol.
Boca empezó el segundo tiempo de la misma manera de la que terminó la primera parte. Acorraló a Talleres y siguió exigiendo a Herrera. Y lo que no pudo hacer de jugada, lo concretó de penal. Portillo se colgó de Cavani cuando el delantero había ganado bien la posición tras una pelota larga. El uruguayo se hizo cargo de la ejecución y venció a Herrera, quien hasta ese momento parecía imbatible.
Talleres se había replegado y lo pagó caro. Incluso pudo perderlo en los 90 minutos, pero Cavani falló dos mano a mano. Con el correr de los minutos la intensidad bajó. Pero la sensación era que Boca siempre estuvo más cerca de ganar el partido. Pero le faltó la puntada final. Todo terminó en los penales, en los que Boca otra vez fue certero.
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