Igualaron 1-1 en la Bombonera. Wanchope Ábila abrió la cuenta para el local y el Tanque Silva empató tras una gran jugada colectiva. Siguen los dos en lo más alto del torneo.
El partido se juega afuera, en esas tribunas cargadas de hinchas que cantan por el ídolo en campaña política. «Riquelme» es el grito de guerra. Y parece, más allá del reclamo por un cambio de timón en la dirigencia azul y oro, un mensaje por lo que los jugadores devuelven sobre el césped de la Bombonera. Boca es un equipo sin rumbo, con futbolistas que corren, pero no dan dos pases seguidos y no generan una situación clara frente a Lucas Chaves. Argentinos, a esa altura de la noche, se abraza a un punto que le permite seguir arriba. Con orden, mucha intensidad y solidaridad en la disputa de cada pelota, salió entero del duelo de líderes. Y en esa vieja historia de David y Goliat, esta vez no hay diferencias.
Boca tuvo mayor consistencia en el primer tiempo y un toque de brillantez en el gol. De los pies de Esteban Andrada al cabezazo de Wanchope hubo cinco toques. Salió desde el fondo Carlos Izquierdoz, jugó para Frank Fabra y Emanuel Reynoso habilitó a Alexis Mac Allister. El centro encontró mal parado a Chaves. Manoteó el arquero. Fue floja la respuesta. Y Abila sólo tuvo que empujarla. Terminó siendo un golazo, más allá de la falla del número uno visitante, pero una situación aislada. En definitiva, el camino que elegido para llegar al área rival estuvo sostenido en las proyecciones de sus laterales o el desequilibrio de Eduardo Salvio. Bebelo y el Colorado sólo aparecieron en el 1 a 0. Después, poco y nada. En el impulso de Nicolás Capaldo se vio la mejor carta local.
Pudo llegar antes al gol Boca, pero Andrés Merlos observó infracción de Wanchope sobre Miguel Torrén. No pareció una carga ilícita del delantero. Y se salvó del papelón Marco Angeleri. En su afán por despejar la pelota, venció a su propio arquero. Lo anuló el árbitro, que no tuvo una noche feliz. No cobró infracciones muy claras y sólo pareció acertar en la expulsión de Sebastián Villa, en el desenlace del partido. El colombiano le tiró un pelotazo al juez asistente Eduardo Lucero.
Argentinos fue intenso desde el primer instante. Pareció acorralar a su adversario en el arranque con la receta habitual: dos extremos veloces y punzantes, un centrodelantero activo, volantes de respaldo parados en el campo contrario y la última línea lo más lejos posible de su propio arquero. A veces se soltaba Elías Gómez. Le sobró vigor al equipo de La Paternal, pero le faltó claridad. A excepción de algunas luces de Iván Colman, pisó poco el área. Y no pasó sobresaltos Andrada.
En el segundo tiempo, buscó el empate con sus armas de siempre. Anticipo, corte y juego vertical. Torrén metió un pase largo y Damián Batallini demostró que no sólo es un veloz extremo y que la «10» no le queda grande. Metió un taco en el aire y habilitó a Santiago Silva, que definió ante la salida de Andrada. Los centrales quedaron mal parados. Todo mérito del crédito de Don Torcuato, que pudo mostrar su talento frente a los ojos de su ídolo y vecino Román.
Boca sintió el impacto del empate. Y los cambios de Alfaro empeoraron el equipo. Como nunca funcionó el tándem Mac Allister-Reynoso, sacó a Bebelo y apostó a Villa con el objetivo de ganar el mano a mano por el sector de Gómez. Sin embargo, nunca terminó bien las jugadas y Salvio, que había sido peligroso por la raya, se superpuso con su compañero colombiano. En el último cuarto de hora, optó por los ingresos de Mauro Zárate y Jan Carlos Hurtado por el Colorado y Wanchope. Es decir, el técnico modificó nombres, pero nunca encontró los circuitos para que Boca pudiera conectar. Todos fueron intentos individuales que murieron en centros para las manos de Chaves o anticipos de Torrén.
Argentinos mordió en cada pelota dividida. Con Silva y Batallini como principales figuras. Hubo muchos roces y nervios. Pocas jugadas para destacar frente al área de Andrada, igualmente.
La despedida de la Bombonera no tuvo el final imaginado para Boca. Conserva la punta, pero compartida. Y muy a pesar del clásico con San Lorenzo, la goleada ante Arsenal y el duelo con Unión, acaso los mejores partidos del semestre, a una fecha del receso era poco posible creer que en un gran margen para elevar el nivel. Quedó claro este sábado de fútbol desangelado y alta tensión política.
Fuente: Clarín
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