El Xeneixe llegó a 45 puntos, los mismos que River, que este sábado recibe a Defensa y Justicia en el Monumental.
Por el contexto, se podría decir que la de anoche fue una victoria de campeón para Boca. Sin embargo, en el juego de las presiones, debe esperar al resultado que obtenga River hoy para saber si el final de la Superliga lo luchan palmo a palmo o bien si lo sigue corriendo de atrás. Los de Miguel Ángel Russo hicieron su tarea: vencieron a Colón, con un 4-0 categórico (tantos de «Pol» Fernández, Salvio, Tevez y Ábila), llegan al desenlace del torneo con chances y debutará el martes en la Copa Libertadores pleno de confianza, con cinco triunfos consecutivos y once tantos anotados en los últimos tres partidos. Además del 4-0 en Santa Fe, viene de vencer a Godoy Cruz (3-0) y Central Córdoba (4-0).
Así, pase lo que pase, la definición del campeonato se estirará como mínimo hasta la última fecha: Boca recibirá a Gimnasia La Plata y River visitará a Atlético Tucumán.
Totalmente invertidos, Colón y Boca disputaban el juego de las diferencias. Ambos se jugaban más que tres puntos: el Sabalero se mostraba urgido de salir vencedor para escapar de la zona del descenso, después de ocho jornadas en las que sacó dos unidades, producto de dos empates y seis derrotas. Por eso, dadas las apariencias, se esperaba que los de Miguel Ángel Russo fueran los que propusieran desde el inicio. Sin embargo, a los cinco minutos, los santafecinos ya habían tenido tres córners.
Ni que hablar de la batalla táctica. Estaba claro que Colón debía preocuparse más de lo que podía hacerlo Boca. Por eso, Diego Osella se ocupó. Dos líneas de cuatro, con Fritzler entre medio, y un equipo que funcionó en corto mientras sostuvo la igualdad. Claro, con dos objetivos: por un lado, que Zuqui y Estigarribia, los dos internos, presionaran a Campuzano y «Pol» Fernández cuando recibieran los pases desde los zagueros; por otro, que Salvio y Villa, los más peligrosos del conjunto azul y oro, no tuvieran grandes trayectos para recorrer.
Así, el primer tiempo se jugó tal como lo pretendió el local. El partido, al menos en ese lapso, se hizo ordinario. Y es que Boca se cansó de desnudar defectos. Izquierdoz y Alonso tocaron la pelota más que cualquiera de los otros ocho jugadores de campo y, muchas veces, lanzaron pelotazos forzados. Si el xeneize debía ganar para tener una esperanza de campeón, no lo hacía notar. Salvo en el tiro de Villa al poste, sobre el final de la primera mitad.
Pero en el segundo tiempo Boca fue otro. El anfitrión también: lógicamente, no logró mantener la exigencia física y fue más permisivo. A la visita le costó poco tiempo empezar a sentirse dominador y con el bolsillo lleno de puntos: Fabra llegó con comodidad al costado del área, a los 10 minutos, y sacó un buen centro que encontró la llegada de Pol para abrir un duelo durísimo.
Osella tuvo que mandar al equipo al ataque y los espacios empezaron a aparecer en Boca. Y ahí apareció el equipo letal de Russo, con una nueva lluvia de gritos. ¿Quién acrecentó su figura? Sí, Villa, el que se relame ante tanto hueco y hace diferencias. Como las que hizo en la gran jugada del segundo gol, con una escapada por izquierda y la asistencia a Salvio, a los 27 minutos, para definir al segundo palo de Burián.
Más sonrisa para Boca. Más decepción para Colón. Y más goles para los de Russo. Tan sólo dos minutos después, «Wanchope» Ábila, que ingresó por Soldano en la segunda etapa, corrió al espacio y la jugó al medio para las llegadas de Salvio y Capaldo (otro ingreso), pero el que terminó encontrando el tercer festejo fue nada menos que el goleador de la nueva era Russo: Carlos Tevez, tras un rebote, sentenció la historia.
Y si hacía falta algo más para el show, Fabra volvió a ser útil verticalmente, lanzó otro gran centro y Wanchope fabricó una tijera espectacular para poner el cuarto y último festejo.
Colón, que se fue silbado, probablemente se quede sin técnico: Osella se iría y Eduardo Domínguez es el principal apuntado. Boca, feliz: da pelea hasta el final.
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