Si Barracas ya había sido el despegue del ciclo Battaglia allá por abril, cuando el DT caminaba por la cornisa y el equipo no daba señales de futuro, pues habrá que decir que otra vez funcionó como una especie de trampolín. Es cierto que Boca venía de golear a Tigre, pero esta clase de triunfos son los que también dejan huella. Fundamentalmente, porque se construyen desde la dificultad.
De hecho, el primer tiempo al Xeneize le costó más de la cuenta, al punto tal que cuando sacó ventaja con ese misil inesperado de Villa, cinco minutos después, Barracas plantó Bandiera. Y se lo empató de cabeza.
Sin embargo, cuando el equipo de Battaglia entró al segundo tiempo, todo cambió. La conexión Fabra-Villa, otra vez, inició un nuevo ataque (como en el 1-0), que en esta ocasión terminó con un desborde del lateral y el toque a la red, abajo del arco, de Gol Fernández. Sí, un volante de nueve, eso que a Boca tanto le venía costando en este tiempo, le dio la ventaja que generó el quiebre definitivo del encuentro disputado en cancha de All Boys (allí fue local Barracas).
Porque a partir de ahí, Boca mejoró sustancialmente. En cuerpo, alma y espíritu. Y fundamentalmente, en confianza. Ganó terreno, ganó posesión, ganó determinación. Y más aún, cuando Barracas se quedó con uno menos por la expulsión de Glaby. Si el partido ya no era parejo, 11 contra 10 inclinó la balanza todavía más para el ganador.
Con Villa intratable y con el Changuito de racha, el campeón y ahora puntero no perdonó: Zeballos, justamente, marcó el 3 a 1. Y ahí le puso un sello a un triunfo que vale más por el grado de dificultad que presentó en el arranque, por la forma en la que lo destrabó y porque marca el pulso del equipo, que no se relaja y que a pesar de haber logrado el título quiere más.
¿Cuándo vuelve a jugar Boca?
Ahora no sólo manda en el torneo local, siendo el equipo que más goles convirtió, sino que le apunta a llegar así, con paso firme y ganador, a los octavos de final de la Libertadores (enfrenta a Corinthians el 28/6). A la carga Barracas va este Boca, sí. ¿Y quién lo para?
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