El arquero del Xeneize contuvo dos remates en la definición. Fueron 180 minutos sin goles, pero con mucha intensidad.
Boca es semifinalista de la Copa Libertadores. En el camino quedó Racing y ahora deberá pensar en Palmeiras, ese rival en 2000 y 2001 que quedó marcado a fuego en la piel de los xeneizes y también en Juan Román Riquelme, el ídolo-dirigente que ya levantó tres copas como jugador y busca una más ya sin los cortos. En la cancha responden por él un grupo de jugadores que son fieles a la historia de Boca y le pagan al vicepresidente con su jerarquía.
Porque Sergio Romero otra vez fue gigante para tapar los penales de Piovi y Sigali en la definición que selló la clasificación, porque Marcos Rojo estuvo impasable. Y porque además de la figura de Edinson Cavani hay un grupo de jugadores jóvenes que confía en la idea del entrenador y se siente cómodo con caminar por la cornisa en estas dos series que ya pasó por penales. La ilusión ahora le pide más, obliga a un equipo que quiere conquistar América a jugar mejor, a dominar a sus rivales y, al menos, cerrar las series durante el juego y no necesitar apelar a los penales. Los jugadores los tiene.
Desde el inicio quedó clara cuál iba a ser la estrategia de Almirón en Avellaneda: enfriar la euforia de los primeros minutos y pensar en un partido largo. Cómo Sergio Romero demoraba la reanudación del juego cada vez que tuvo que sacar del arco fue el indicador más claro. Después, el plan de juego de recuperar en el medio y salir rápido de contra no funcionó.
Le costó entrar en ritmo a Medina (muy preocupado por cubrir a Advíncula), Pol Fernández jugaba a destiempo y el otro Fernández, Equi, sacrificó mucho de su buen manejo a cambio de mantener la posición. En el primer tiempo ni el peruano por la derecha ni Frank Fabra por la izquierda pudieron sacar grandes diferencias y salvo algunos destellos de Cavani y (más tarde) de Medina, Boca no atacó. El solitario remate de Pol Fernández (muy desviado) fue muy poco para inquietar a Arias. Así y todo, cuando la visita juntaba pases en campo rival daba a entender que de proponérselo podía lastimar a su rival.
Lo de Racing fue bastante más obvio y también más efectivo. El equipo de Gago salió a morder en el medio, a marcar presencia, a presionar y a tratar de poner a Maxi Romero de cara al gol. Lo hizo muy rápido, a los 2 minutos, pero la definición del ex Vélez dio en el palo cuando la cancha se venía abajo y el línea -sin delay- levantaba su bandera por una posición adelantada que no existía y que el VAR hubiera corregido si el balón ingresaba en el arco.
Lo mejor de La Academia se vio en la primera mitad cuando las piernas todavía estaban frescas. Se levantó el público con un cabezazo de Romero que se fue lejos, pero que la perspectiva del estadio generó sensación de gol. Aunque la que sí pasó muy cerca (a dos dedos, apenas) fue una volea de Juanfer Quintero a los 38 minutos que pudo dar un golpe definitivo a la serie.
Para el segundo tiempo Almirón movió el banco y armó dos líneas de cuatro. A la cancha fueron Janson y Weigandt. Pero no fueron dos micros para tapar el arco de Romero. Boca se ordenó, de a poco Equi y Medina iban marcando el ritmo del partido.
Cavani pudo desnivelar cuando Advíncula lo dejó solo en el área con un pase de cabeza. Pero el uruguayo entró mal pisado al área y definió mal ante Arias, que le ahogó el grito y les devolvió el aliento a los 50.000 hinchas que llenaron el Cilindro.
El quiebre del partido fue cuando Iván Moreno pisó mal en la mitad de la cancha y salió lesionado. Sorprendió Gago con el ingreso de Baltasar Rodríguez. Pero Racing se pinchó y Boca -con poco- lo puso contra las cuerdas.
Pero a la visita le faltó actitud y determinación para sellar su clasificación a las semifinales en los 90. Una de Janson por la izquierda, otra de Weigandt, que se metió en el área por la derecha y no llegó a definir ni a tirar el centro atrás. Se sintió cómodo Almirón con el 0 a 0 y recién puso a Zeballos sobre el cierre, para los penales.
Racing lo fue a buscar en el final. El ingreso de Almendra le dio panorama. Pero nunca inquietó a Chiquito Romero y no pudo quebrar a Marcos Rojo. Los mejores de Boca en el partido y también en la serie. Se cumplieron los 90, como Boca y Almirón querían, y en los penales Chiquito otra vez fue héroe y los pateadores no fallaron.
Boca está entre los cuatro mejores de América por primera vez desde 2018, ese año que busca borrar con su séptima estrella continental. A Almirón le quedan tres partidos para entrar en la historia grande del club, pero debe saber que no siempre los penales estarán de su lado.
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