En La Paternal, terminaron 2 a 2 y por la derrota de River, el Xeneixe clasificó al partido decisivo del domingo 17, en San Juan.
Son rachas. Una de las frases que Miguel Ángel Russo siempre tiene a mano para explicar situaciones del fútbol le cae otra vez al dedillo al entrenador de Boca que jugará la final de la Copa Diego Maradona y el miércoles irá a San Pablo en busca de otra final, la de la Copa Libertadores. Esas rachas, esa energía positiva parece que ahora favorece a los de azul y amarillo que empataron en La Paternal y aprovecharon la derrota de River en el Sur.
En el torneo local, el equipo alternativo de Russo a veces parece que propone una idea un poco más cautivante que el «titular». Y ante Argentinos se vio que si Edwin Cardona y Mauro Zárate están encendidos pueden ser opciones también para la Copa. Porque Boca en la Copa Maradona es el que va al frente, en vez de esperar y contraatacar, como intenta jugar en la Libertadores o ante equipos de igual jerarquía, como frente a River en el Superclásico del fin de semana pasado.
Pero la historia no fue sencilla y -a lo Boca- sufrió hasta el último suspiro de un partido que duró 100 minutos y que contó con un impensado corte de luz sobre el cierre. De punta a punta: el amanecer del partido tampoco fue favorable para Boca que empezó abajo por el gol de Diego Sosa, a los 9 minutos. Tiene puntos flojos el Boca alternativo, sobre todo en los centrales: al pibe Ávila a veces se lo nota muy verde y a Zambrano inseguro, aunque después, con la ventaja pudieron revertir esas «sensaciones» para los que están del otro lado de la línea de cal.
Pero para explicar la clasificación de Boca a la final hay que detenerse primero en Cardona y después en Zárate. El colombiano necesita estar inspirado para demostrar todo su talento y jerarquía. Parece lento, pero piensa más rápido que todos; parece pesado, pero tiene el pie liviano y sensible para dejar de cara al gol a cualquiera de sus compañeros con una pincelada.
A Zárate le cabe la frase «pase maestro, lo estábamos esperando», que Diego le susurró a Bochini en el 86. Russo lo esperó, Boca lo esperó y al final Zárate apareció con toda su electricidad para gambetear y sus ganas de volver a ser. Estampó el empate con una buena definición de primera tras un pase mágico de Cardona y Boca se tranquilizó. Y empezó a jugar. Y fue mejor. Con Zárate enchufado, el equipo suma jerarquía y una carta ganadora también para la Libertadores.
Faltaba una guitarra en Boca y era la del heavy metal de Wanchope Ábila. Que a veces es puro ruido y choque, y fuerza. Y torpeza, como en el penal que falló al cierre del primer tiempo por un resbalón. Y otras es armonía y melodía para aprovechar un regalo de Ibarra y definir como un crack frente al arquero Chaves y hacer pasar de largo a Torrén antes de tocar al gol para poner el 2-1 y casi los dos pies en el partido decisivo del torneo doméstico. Es cierto que no hace el trabajo solidario de Franco Soldano, pero para qué están los nueves si no es para hacer goles.
Así y todo, se le empiojó el partido a Boca. Una bomba de Fausto Vera le puso suspenso al cierre. Russo ya había hecho los cinco cambios y lo que había propuesto al inicio estaba completamente desdibujado. Pero le alcanzó para aguantar los pelotazos de un Argentinos desesperado por el gol que le permitiera acceder al partido por el título. Apareció Izquierdoz para saltar al campo de juego como un bombero y apagar los incendios, y otra vez Agustín Rossi mostró seguridad para llevar tranquilidad a sus compañeros. Boca al final aguantó el empate y buscará defender el título de campeón argentino que ostenta desde que le ganó la definición a RIver en la última fecha antes de la pandemia. Está en la final y el miércoles va por otra. Serán rachas, como dice Miguel, y Boca quiere aprovechar la suya.
Agregue un Comentario