El equipo del Sur sorprendió y le ganó 3 a 1 al Millonario, que había arrancado arriba con gol de Borré. Los de Sanguinetti lo dieron vuelta con tantos de Fontana, Galoppo y Pinola en contra.
Arrancó torcida para River la Copa de la Liga Profesional, el torneo con el que se reanudó el fútbol argentino. A la derrota afuera de la cancha por la respuesta negativa a la habilitación del RiverCamp para que pudiera jugar de local allí, se le sumó otra en el campo de juego. En el estadio de Independiente cayó 3-1 ante Banfield. Gallardo no pudo festejar en su partido 300 como técnico del Millonario y se llevó un llamado de atención grande.
El inicio del encuentro en Avellaneda entregó una imagen ilusoria. Porque lo que se anunciaba no fue lo que luego ocurrió. River arrancó con todo, como lo hace habitualmente. A los seis minutos ganaba por un cabezazo de Rafael Borré (con ese gol llegó a los 41 con la banda roja y alcanzó a Lucas Alario en lo más alto de la tabla de goleadores del ciclo Gallardo) que entró solo al área chica tras un corner muy bien ejecutado por De La Cruz, aprovechando la endeble marca en zona de Banfield.
Parecía que era un desfile Millonario… Pero Banfield reaccionó rápidamente. Y le sumó intensidad a la decisión de obstaculizar el inicio del circuito de juego de River, taparle los laterales y disputarle la pelota en la mitad de la cancha, con un 4-1-4-1.
Por momentos, la jerarquía del conjunto de Gallardo prevalecía. Sobre todo cuando De La Cruz y Suárez retrocedían y se perfilaban para adentro para buscar a Julián Alvarez, quien habitualmente se cerraba para pivotear con Borré e intentar que quedaran mano a mano con los centrales del equipo de Javier Sanguinetti, quien hizo su estreno como entrenador de Banfield.
También, en las escasas veces en que Nacho Fernández escapaba de la férrea marca que tuvo que soportar y cuando Gonzalo Montiel se proyectaba por su sector. Pero no supo aprovechar esa llave que tenía con el lateral de la Selección.
Lo que Bordagaray no podía evitar por esa banda, Cuero lo lograba por la otra. El colombiano no solo controló a Casco sino que le ganaba la espalda cuando lo atacaba y también le generaba estragos a Javier Pinola cuando lo encaraba. Como en esa jugada en la que dejó mano a mano a Fontana pero cuando iba a definir ya tenía a Armani en los pies y en el arquero le sacó el remate.
Banfield no se achicó. Siguió jugando de igual a igual. Y tras armar una gran jugada colectiva en la que los defensores de River salieron desparejos a marcar llegó al empate con cabezazo de Fontana que anticipó a Paulo Díaz luego de que Cuero le pusiera la pelota en la cabeza.
Banfield expuso a River. Y desnudó sus falencias defensivas y en la pelota parada. Tan es así que con otro cabezazo se puso en ventaja.
El pibe Galoppo apareció detrás de todos luego de un centro cruzado. River marcó en zona y se quedaron todos mirando y pidiendo una posición adelantada que no existió. Por esa vía River sufre. Le pasó con San Pablo en la Copa. Le sucedió en varios pasajes de la era Gallardo. De hecho, de los últimos trece goles que le hicieron al equipo, siete fueron de cabeza.
A River tampoco le funcionó apostar al golpe por golpe constantemente. Y los más damnificados fueron sus defensores. Al no cortar rápido en la mitad y no ajustar las marcas, quedó descubierto a los contraataques rivales.
Como en el segundo tiempo, cuando Cuero fue Usain Bolt para Pinola y provocó el gol en contra del calvo marcador central tras una pifia de Díaz. El colombiano provocó filtraciones en una defensa que hizo agua casi todo el partido.
A pesar de seguir exponiéndose, River no se entregó. Siguió insistiendo. Con De La Cruz, el más claro del equipo, y el esfuerzo de Pratto y de Sosa, que ingresaron en el segundo tiempo. Ya no estaba Nacho, quien sintió un pinchazo en el recto anterior izquierdo. Pero el equipo del Muñeco apenas contó con un par de situaciones: un remate rasante del Oso y un cabezazo de Borré que Arboleda sacó con una volada. Banfield se fortaleció en su zona defensiva y resistió bien. Y en otra contra, Armani evitó la goleada.
River recibió un cachetazo, es cierto. Pero lo que debe rescatar es que tal vez haya sido a tiempo. Todavía faltan tres semanas para el primer duelo contra Athlético Paranaense por la Copa Libertadores, el gran objetivo.
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