¿Siempre ha sido difícil mantener un equilibrio entre los asuntos de salud privados y su divulgación pública de los ‘royals’ británicos? Este artículo hace un balance de cómo otros miembros de la familia real británica han gestionado la comunicación de un problema que atañe a su estado de salud.
Tras dos meses de especulaciones, rumores y teorías conspirativas, Kate Middleton se armó de valor para comunicar que se encuentra haciendo frente a un cáncer. Desde el pasado mes de enero, la vida de la esposa del príncipe Guillermo era un completo misterio, pues poco o nada se sabía de ella tras conocerse que se había sometido a una “cirugía abdominal programada” en una clínica privada de Londres.
El hermetismo en torno al estado de salud de la esposa del príncipe Guillermo generó un revuelo mediático que, a su vez, provocó una crisis reputacional y también de comunicación debido a la falta de explicaciones por parte del palacio de Kensington. En contraste, cuando Carlos III anunció que tenía cáncer, la situación fue bastante diferente, pues poco después de conocer su diagnóstico, el monarca comunicó la situación que se encontraba atravesando.
La discrepancia de ambos casos ha dado lugar a que la revista Time hiciese un balance de cómo la familia real británica ha gestionado los problemas de salud de sus miembros a lo largo de la historia. Eso sí, teniendo en cuenta que para los Windsor siempre ha sido difícil mantener un equilibrio entre los asuntos de salud privados y su divulgación pública.
Los miembros de la familia real británica en el balcón del Palacion de Buckingham tras la coronación de Carlos III (REUTERS/Matthew Childs)
El secretismo en torno al estado de salud de Kate Middleton parece recordar a aquellas generaciones pasadas en los que los royals mantenían en la más estricta intimidad todos los asuntos relacionados con su vida personal, con la idea de transmitir una imagen de estabilidad de la corona. Prueba de ello es que el pueblo británico no tuvo constancia de que en 1950 el entonces rey Jorge VI padecía un cáncer de pulmón.
Tanto es así que cuando en 1951 le extirparon el pulmón izquierdo se transmitió que esto fue fruto “anomalías estructurales”. Lastimosamente, Jorge VI murió poco después de la intervención y, aunque su fallecimiento se debió a una trombosis coronaria, en ningún momento se mencionó que estuvo haciendo frente a un tumor maligno.
La reina Isabel II de Gran Bretaña y de izquierda a derecha Meghan la duquesa de Sussex, el príncipe Enrique, el príncipe Guillermo y Catalina, la duquesa de Cambridge (Foto AP/Matt Dunham, archivo)
“Gran Bretaña era una sociedad mucho más reservada en el siglo XX, y en las familias de todo el país y de todo el espectro social, a menudo no se hablaba del cáncer o de las enfermedades mortales”, explica Gareth Russell, historiador y autor centrado en la familia real británica. Russell, detalla que los royals “tendían a ser más abiertos con problemas de salud menos importantes”. Y, en ese sentido, recuerda la ocasión en la que Isabel II casi muere ahogada con la espina de un pescado. “Solo fue el salmón el que se desquitó”, expresó en un comunicado la reina, a modo de broma.
Sin embargo, en el caso de los príncipes de Gales hay un matiz diferente, pues en más de una ocasión han hablado abiertamente de cuestiones relacionadas con su estado de salud, demostrando una mayor franqueza respecto a sus antepasados. De hecho, la futura monarca británica habló de las dificultades que atravesó durante sus embarazos, haciendo hincapié en sus náuseas matutinas. Además, también reveló cómo quedó su figura tras dar a luz a su hijo, el príncipe George. “Kate y William son miembros de una generación diferente, por lo que no se avergüenzan de ser abiertos ante los desafíos”, asegura Clare McHugh, historiadora y autora real.
“Nunca te quejes, nunca te expliques”
Para Richard Fitzwilliams, experto en familia real, el hecho de que el diagnóstico de Carlos III se haya comunicado con una mayor brevedad se debe a que “los detalles de un jefe de Estado son de interés público”. Dado que el cargo público de los royals les impide, en cierta medida, mantener una vida discreta, Fitzwilliams se ha atrevido a lanzar una pregunta retórica: “¿hasta qué punto una figura pública tiene derecho a la privacidad?”.
Actualmente, nos encontramos en una era en la que los secretos son difíciles de guardar, pues con la llegada de internet la intimidad ha adquirido una dimensión minúscula. De hecho, si anteriormente los príncipes de Gales habían hablado abiertamente de otras cuestiones respecto a su salud, ha extrañado que ahora quisieran mantener el cáncer de Kate Middleton en silencio, lo que ha generado un huracán mediático. Así, Kathryn Lamontagne, profesora de Ciencias Sociales en la Universidad de Boston, afirma que “a veces no decir nada causa más revuelo que abordar el problema de frente”.
Es por ello que se dice que el hecho de que la princesa de Gales haya decidido desvelar su situación justo ahora se debe a una táctica. “Creo que reconocen que para sobrevivir y prosperar en una era moderna necesitan ser honestos acerca de lo que les sucede”, indica McHugh, añadiendo que “es mejor para ellos ser sinceros desde el principio que dejar volar los rumores en Internet”. Eso sí, aunque la esposa del príncipe Guillermo haya decidido dar una explicación pública, lo cierto es que “aún sigue el patrón de dar muy poca información sobre su situación médica al público”, asegura Lamontagne. “‘Nunca te quejes, nunca te expliques’, en palabras de la difunta reina”, concluye.
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