Por Carlos Saravia Day
“Alicia en el país de la Maravillas” es el libro donde Alicia enseña como se distribuye el pastel: primero se reparte y después se hacen las partes. Es “El reino del revés” de María Elena Walsh.
Casi una tercera parte del territorio argentino está inexplorado en minería y allí está la respuesta al impulso inicial a la inercia económica.
Alguna vez, siendo minero, entrevisté al General Aguilar Benítez, presidente de Fabricaciones Militares, que también era ingeniero, y le pregunté porque no se hacía minería en la Argentina y me contestó perentoriamente: “el que no busca no encuentra, el país es agroganadero”. Esa fue su resignada respuesta.
Otra vez en la Puna, otro Capitán, recluido en San Antonio de los Cobres y convertido en minero, me dio la respuesta completa: “En la superficie crianza de camélidos y en el subsuelo minería”. Inmediatamente pensé en Juan Carlos Dávalos y su entrañable poesía.
La Pacha Mama y Coquena, dioses inmemorables, mandan en feliz coyunda.
El mundo demanda hoy carnes rojas sin colesterol y pelos de camélidos, también minerales metalíferos, incluido el más vil de todos: “el oro”.
En tanto, los senadores de Santa Cruz elevan 2 puntos las eventuales regalías y se autoinflingen un daño, no solo a su provincia, sino a todo el país, ya no será la Argentina atractiva para la inversión de riesgo, ahora sigue la receta culinaria de “Alicia en el país de la Maravillas”.
El Siglo XX hizo la grandeza nacional sobre un tríptico: La agroganadería, a la que canto Lugones; a las cuatro razas inglesas de vacunos y al alambrado para el empotreramiento.
Un tercio del territorio de la Nación espera exploración.
La ruta la señala nuestro país vecino Chile. La cordillera espera.
Argentinos a las cosas reclamaba Ortega y Gasset hace un siglo.
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