La Scaloneta tuvo un tiempo para el olvido y uno de ensueño: ganó 3-1 y cerró la gira por tierras norteamericanas con una sonrisa después de la victoria sobre El Salvador.
Luego de iniciar el partido en desventaja, Argentina se repuso y le ganó 3-1 a Costa Rica en Los Ángeles con un golazo de Ángel Di María a lo Lionel Messi: un tiro libre al ángulo. Fue el cierre de la gira por Estados Unidos, que incluyó también el triunfo sobre El Salvador y significó la última antes de que Lionel Scaloni tenga que definir la lista de 23 futbolistas que intentarán defender el título en la Copa América 2024.
Es una pena que esta Selección Argentina de alto vuelo, de futbolistas de élite que son inteligentes para moverse y para decidir, que pueden hacer circular el balón a una velocidad por encima del promedio y que tienen capacidad atlética para presionar, no se enfrenten a selecciones top del mundo. Cuánto más lindo -y productivo- sería ver a la Scaloneta ante Inglaterra, Alemania, España o Portugal, por citar a algunos. Los países de Centroamérica no son rivales para Argentina, más allá de que Costa Rica está algunos escalones por encima de El Salvador.
Cómo mínimo, Costa Rica, número 54 en el ranking mundial, tiene un arquero de jerarquía -Keylor Navas- y un entrenador sabio -el argentino Gustavo Alfaro-. Además, por lo que se observó en Los Ángeles, los ticos tienen una camada de jóvenes prometedores como los atacantes Manfred Ugalde (21 años) y Álvaro Zamora (22).
Con poco, Costa Rica complicó a la Scaloneta ante unas 20.000 personas en el Memorial Coliseum. Esta vez, Scaloni plantó en cancha un 4-3-3, con Alejandro Garnacho debutante como titular por izquierda, Di María por derecha y Julián Álvarez en el centro del ataque. Y los primeros minutos fueron muy buenos de la Selección: monopolizó la tenencia y jugó casi todo el tiempo en campo rival. Hizo méritos para ponerse en ventaja, pero Navas atajó varias. Las más claras, un disparo cruzado de Garnacho (que insinuó más de lo que realizó) y un cabezazo potente de Nicolás Otamendi.
Pero fue perdiendo intensidad la Scaloneta con el paso del tiempo. Ya no hubo tantas conexiones entre los mediocampistas. Alexis Mac Allister, esta vez volante central, abusó de las faltas. Con eso fue saliendo del asedio Costa Rica, ganando tiempo y adelantándose. Emparejando el duelo, entonces.
Es difícil ser arquero de equipo/Selección grande, se conoce. Scaloni le dio la chance a Walter Benítez, de notable temporada en PSV de Holanda. Y los dirigidos por Alfaro inquietaron solo dos veces y en la segunda festejaron. En la primera, un cabezazo de Ferrón, el ex Quilmes respondió bien. Pero en la otra dio un rebote largo a un disparo de Zamora y Ugalde anticipó a Otamendi para tocar al arco vacío, para coronar un contragolpe perfecto en el que Otamendi había salido a cortar lejos.
A Argentina le costó recuperarse del golpe y se fue al vestuario en desventaja y regalando una imagen pálida, muy distinta a la que había mostrado en los primeros minutos y de las peores del ciclo de Scaloni, comparable al segundo tiempo contra Arabia Saudita en el Mundial o a Uruguay en La Bombonera por las Eliminatorias.
Salió con otra actitud la Scaloneta en la segunda parte. O más exacto: con las mismas ganas que comenzó el juego. Navas le sacó una milagrosa y Enzo Fernández para seguir agrandando si figura. Solo con un tiro al ángulo parecía que se podía vencer al ex Real Madrid. Entonces Di María se vistió de Messi y metió un tiro libre al lugar imposible. Fue el empate a los 7 minutos.
Lo que siguió fue un monólogo de Argentina; Costa Rica no puso siquiera correr en una contra. Rápido, Mac Allister pescó un rebote en el travesaño tras cabezazo de Tagliafico y puso el 2-1.
Movió el banco Scaloni e hizo debutar a Valentín Carboni. También puso a Lautaro Martínez para que se saque la mufa y el de Inter de Italia lo logró: hizo una diagonal de centro a derecha, recibió de De Paul y de mediavuelta definió cruzado ante la salida de Navas. El Toro dejó atrás 777 minutos y 16 partidos sin gritos. Por eso festejó con una patada al cartel electrónico y por eso Pablo Aimar, el ayudante de campo, abrió las manos al cielo y lanzó un “por fin”.
Pasó otro amistoso clase B para Argentina, que sigue con su implacable andar, ese mismo que pide con fuerza rivales de mayor jerarquía.
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