“Una de cada cuatro muertes en el mundo se produce en Brasil”, dice en una entrevista. Y admite que la situación es “dramática”.
«Hoy una de cada cuatro muertes en el mundo sucede en Brasil», sentencia Ana Lemos a Clarín. Ella es la directora ejecutiva de Médicos Sin Fronteras en el país vecino. Y desde Río de Janeiro, donde trabaja, admite que la situación es dramática. «La gente está apilada y muriéndose.»
Brasil hoy es el epicentro mundial del coronavirus con un promedio de 3.000 muertos por día. El sistema hospitalario está desbordado. No hay un plan nacional. Y el presidente Jair Bolsonaro corre a contracorriente, peleando contra las restricciones y las cuarentenas que buscan frenar contagios.
Una nueva variante de Covid surgida en Amazonas, mucho más contagiosa, es además una amenaza para todo el mundo.
Desde hace 11 meses, MSF ha estado aportando personal de salud, desde médicos y enfermeros hasta psicólogos que ayudan a cuidar la salud mental de profesionales de la medicina y de los pacientes.
Números alarmantes
“Cada mañana es muy duro despertarse aquí y mirar los nuevos datos de contagios y muertes. Es dramática la situación. Estamos casi en los 300 mil muertos, más de 11 millones de casos de contagios y hoy una de cada cuatro muertes en el mundo sucede en Brasil y uno de cada cinco contagios”, dijo Lemos en una entrevista con Clarín.
Cuando se le consultó por los anuncios por parte del gobierno de Bolsonaro, Lemos manifestó que “pronunciamientos hay muchos, pero no hay un discurso coherente”.
Las medidas que se siguen adoptando son las del uso de mascarilla y el distanciamiento social, pero por la gravedad de la situación esto no alcanza. Actualmente, 24 de los 26 Estados de Brasil tienen colapsadas sus unidades de cuidados intensivos.
“Cerca del 90% de las camas de terapia intensiva están ocupadas en San Pablo”, remarcó Lemos, una urbe que cuenta con casi 15 millones de habitantes.
Los efectos de la nueva cepa P1
“Por las informaciones preliminares que hay, parece que la tasa de contagios es mucho más rápida, un 60% más”, explicó Lemos. “Y también se sabe que afecta a gente más joven. Los números de personas internadas en cuidados intensivos menores a 59 años, han aumentado bastante”, aclaró. “El virus se está transmitiendo con mucha mayor rapidez”.
El repique de esta cepa P1 tuvo su origen en el Estado de Amazonas, en la ciudad de Manaos y allí, si bien la situación mejoró un poco, sigue siendo dramática. Aún no hay datos certeros pero los expertos calculan que esta cepa ya llegó a la mayoría de los Estados brasileños.
La situación parece ir calmándose solo en tres Estados del país: Amazonas, donde se originó la cepa, Santa Catarina, al sur de Brasil y Espírito Santo, cerca de Río de Janeiro.
El agotamiento es total
“Hay un agotamiento extremo del sistema de salud, médicos, enfermeros, asistentes de enfermería, que trabajan 72 horas seguidas, muchas veces enfermos”, contó Ana Lemos a Clarín y agregó: “La gente está apilada y muriéndose, sin poder acceder a los cuidados mínimos, a veces incluso de limpieza personal”.
El apoyo psicológico hacia el personal de salud y las víctimas es una de las tareas que Médicos Sin Fronteras está desarrollando en Brasil, además de ofrecer médicos y enfermeros al colapsado sistema público y privado.
“Uno puede imaginar que el personal de salud está agotado, muchas veces pierden familiares por causa del coronavirus y sienten la culpa que puede ser su responsabilidad de querer sacar adelante esta situación. Y ver a la gente morirse sin poder hacer nada, por la falta de oxígeno y demás”, explica Lemos. Y agrega que la asistencia psicológica es fundamental para que el personal de salud y los enfermos puedan sobrellevar esta situación.
Una tarea sin descanso
Actualmente Médicos Sin Fronteras está concentrándose en el norte del país en donde los Estados tienen muchos menos recursos sanitarios, con faltante de médicos por habitante, camas y unidades hospitalarias. El epicentro del problema se centra en Roraima, Amazonas y en Rondonia, en la frontera con Bolivia, donde los casos siguen aumentando y el sistema está muy débil.
Según datos oficiales, 13 millones de personas han sido vacunadas en Brasil con una primera dosis y 3 millones ya han accedido a la segunda dosis, un número escaso teniendo en cuenta que el país cuenta con casi 215 millones de habitantes.
Lemos también recalcó los esfuerzos de los institutos públicos de Butantan y Fiocruz que están adelantados en los acuerdos bilaterales y tienen ellos mismos la capacidad de fabricar vacunas. En el caso de Butantan, la vacuna Coronavac, y la vacuna de Oxford/AstraZeneca, por parte de Fiocruz.
“Son test preliminares, pero estas vacunas serían eficaces contra las cepas británica y la sudafricana”, dice Lemos.
“Las poblaciones indígenas y las personas de las periferias de las ciudades son las que se ven más afectadas», dice.
Kits con cloroquina
Consultada sobre si hay o no un plan gubernamental contra la pandemia en Brasil, Lemos subraya que «hay una ausencia de protocolos nacionales”.
«Se están distribuyendo kits de prevención que incluyen cloroquina, invermectina y vitamina D que está comprobado que no funciona, pero se sigue distribuyendo por el Ministerio de Salud”.
“Se necesita concientizar a la gente de la importancia de los cuidados personales, del uso de mascarillas y del distanciamiento social. Y todo eso debe ser expuesto por los líderes políticos. Y eso es algo que no tenemos aún.”
A su vez destacó que los transportes públicos siguen llenos en Brasil en las grandes ciudades, y que, por ser un país con grandes desigualdades sociales y económicas, hay personas que deben salir a trabajar para “ganarse el pan” día a día, sin otra opción.
Una idea loca
Días atrás, el concejal del Estado de Río Grande del Sur, Alberi Dias, propuso rociar desde el aire a las distintas poblaciones con alcohol en gel o sus derivados, con aviones. Justificó la idea diciendo que en su Estado contaban con varios helicópteros y avionetas privadas y también públicas, que podrían llevar a cabo esta tarea.
Entre risas, Ana Lemos le respondió a Clarín al respecto: “La verdad que no lo sé, no tengo idea si algo así podría funcionar. No sé cuál puede llegar a ser la densidad de alcohol cuando llega al suelo. Es algo a investigar, pero obviamente en el campo no tendría ningún sentido. Y en las ciudades tampoco sería una medida final, porque algo que pulverizara desde el cielo, no podría llegar al interior de las casas, los edificios. Y entonces no podría cubrir toda el área”.
“Igual, parece una idea loca, y necesitaría muchos más estudios para volverse una realidad”, agregó.
Los riesgos para la región
“Brasil es un país continental y es el epicentro de la pandemia en el mundo. Es muy probable que esta nueva cepa comience a esparcirse por el resto de la región”, dice Lemos
Y confesó: “Nuestra esperanza es que la comunidad internacional, entendiendo esto y a pesar de nuestra situación política, nos ayude a que la vacunación vaya más rápido porque esto es esencial para la prevención contra el Covid-19”.
“Vamos a necesitar ayuda. La OMS ya nos la está ofreciendo y está tratando de enmarcar la situación bajo una lógica científica. Pero también tiene que haber una abertura nacional para permitir que esa ayuda del exterior nos llegue”.
Lemos insiste en la importancia de los institutos públicos Butantan y Fiocruz, en donde se están fabricando vacunas.
«Estos institutos realmente son mi gran esperanza”, dice. “Intentamos con nuestros esfuerzos desde Médicos sin Fronteras, llegar a donde se necesita más. Pero no conseguimos estar en todos los lugares que deberíamos, y eso es muy frustrante.»
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