En una demostración de virtudes y guapeza por parte de ambos, el mexicano se impuso en las tarjetas y se quedó con los cinturones del CMB, AMB e IBO que pertenecían al kazajo.
El boxeo volvió a vivir una de sus noches de gloriosas. Fue una de esas veladas que serán recordadas por muchos años. En el T-Mobile Arena de Las Vegas, el mexicano Saúl «Canelo» Álvarez le ganó al kazajo Gennady Golovkin en las tarjetas (114-114, 115-113, 115-113) y se consagró como nuevo campeón del peso mediano.
Luego de la pelea que terminó empatada en septiembre de 2017, los fanáticos esperaron un año para ver nuevamente al kazajo y al mexicano frente a frente. Y no decepcionaron. Fue un combate de mucho talento y, sobre todo, coraje.
De todos modos, para la gran mayoría de los espectadores se trató de un “robo a la corona”, porque demostró la superioridad del kazajo en casi todos los rounds, a excepción del último. Al parecer otra vez se impuso el peso de las corporaciones frente al deporte.
Cabe recordar que entre acusaciones de dopaje, certezas de nocauts e intercambios dialécticos entre ambos rincones, Canelo y GGG se subieron al cuadrilátero del T-Mobile Arena de Las Vegas el día de la Independencia de México, un año después de firmar un empate que no convenció a ninguna de las dos partes.
Las puntuaciones fueron entonces de 118-110 para el azteca, 115-113 para el kazajo y 114-114, marcas que provocaron incluso una investigación por la imparcialidad de los jueces.
La revancha, prevista inicialmente para el 5 de mayo, tuvo que suspenderse por dos controles positivos de Álvarez, que culpó entonces de los resultados a la ingesta de carne contaminada en su país.
Una versión que la esquina de Golovkin nunca se creyó.
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