“Espero que nos sigan acompañando como hicieron hasta ahora”, planteó el presidente argentino luego de destacar el impacto climático en la economía local, la crisis derivada de la invasión rusa a Ucrania y los problemas que “heredó” del gobierno de Cambiemos.
Sentado a su lado en el Salón Oval de la Casa Blanca, el presidente Alberto Fernández le pidió al mandatario de los Estados Unidos, Joe Biden, que mantenga el respaldo en el Fondo Monetario Internacional (FMI) en medio de la fuerte sequía que deterioró aún más la frágil economía argentina, dejándola al borde de una recesión. Fernández, quien se mostró afín a Biden en sus posturas, condenó sin miramientos la “invasión” de Rusia a Ucrania y coincidió con Biden en que ambos países tienen una “gran oportunidad” para profundizar el vínculo económico a futuro al celebrar 200 años de relación bilateral.
El Presidente Fernández llegó a la Casa Blanca en una camioneta Suburban negra decorada con las banderas de Estados Unidos y la Argentina, e ingresó en la residencia oficial por el Ala Oeste, seguido a pie por sus funcionarios y colaboradores. Ya en el Salón Oval, Fernández y Biden intercambiaron saludos y un apretón de manos para la foto –que el Gobierno buscó sin pausa desde el inicio de la gestión albertista– y realizaron una breve declaración a la prensa, sin aceptar preguntas. El punto en común: marcar la oportunidad, al cumplirse 200 años de relación bilateral, de profundizar la asociación económica entre ambas naciones. Ambos dialogaron a solas por 20 minutos –la salud de Francisco fue uno de los temas– antes de la reunión, que se extendió otra hora, con los funcionarios de ambos gobiernos.
“Estoy contento porque estoy convencido de que se han abierto las puertas para un trabajo estratégico en conjunto con los Estados Unidos”, dijo Fernández en su conferencia de prensa posterior en la embajada argentina, antes de regresar a Buenos Aires. El respaldo que pidió, dijo, era “para construir este puente que nos permita pasar este año con más tranquilidad”.
Pero la ambiciosa agenda que marcaron ambos mandatarios en su reunión choca, al menos en el corto plazo, contra los avatares de la economía argentina, ineludibles en la reunión, y las trabas que ha impuesto los Estados Unidos –sumido en una política proteccionista desde la presidencia de Donald Trump– a las exportaciones argentinas, como el biodiesel, el acero o los productos agrícolas. El agravante de la sequía llegó casi a la mitad de la declaración pública de Fernández, que brindó leyendo, de tanto en tanto, una hoja en su falda, donde tenía anotadas sus frases. Biden también llevó sus apuntes.
Al mencionarle que coincidían en la necesidad de luchar contra el cambio climático, Fernández le dijo a Biden que la Argentina sufre la peor sequía desde 1929, que “ha complicado mucho” a la economía. La frase llegó unas horas después de que el ministro de Economía, Sergio Massa, mantuviera una reunión en el Fondo para asegurar que el programa argentino se mantenga a flote.
“Nosotros compartimos la preocupación ante el cambio climático. Usted sabe que en la Argentina estamos padeciendo la peor sequía desde 1929 y esto ha complicado mucho nuestra economía y esa nueva realidad se la estamos planteando a los organismos de crédito”, dijo Fernández, quien después cerró, mirando a Biden con una sonrisa: “Así que espero que… nos sigan acompañando como hicieron hasta ahora”.
Biden, dijeron fuentes de la comitiva, mantendrá su respaldo ante el FMI y ofreció su ayuda a la Argentina para afrontar la crisis y consolidar una alianza estratégica arraigada en tres áreas: energía, alimentos y litio, un mineral crítico en la lucha contra el cambio climático. El comunicado de Casa Blanca no mencionó el Fondo, pero indicó que hubo un compromiso para “trabajar junto con otros países del G20 en la reforma de los bancos multilaterales de desarrollo para abordar mejor los desafíos globales”, una eventual nueva ventana para obtener más dólares. Un tema que no se planteó: los sobrecargos del FMI.
Otro tema que resonó el Salón Oval fue la guerra en Ucrania. Alberto Fernández ofreció una de sus condenas más firmes a la invasión de Rusia, al afirmar que había creado un “grave problema” y “daños inconmensurables” a la economía mundial. Y le dijo a Biden que debían trabajar para ponerle punto final al conflicto.
“La guerra ha generado daños inconmensurables a la economía mundial. Tenemos que trabajar para que esa guerra termine, deje de llevarse vidas humanas y la economía del mundo se recupere”, continuó. “La paz es urgente”, cerró.
Unidad
El último gesto de Fernández a Biden fue un respaldo a su ofensiva para regular las armas, uno de los temas más sensibles de la política norteamericana. Fernández llegó a un país conmocionado por una nueva matanza en una escuela de Nashville, y al hablar de la tragedia envió una crítica velada a Javier Milei, cuyo ascenso político en la Argentina es seguido con una mezcla de interés e inquietud en Washington.
Biden le había dado la bienvenida a la Casa Blanca con un mensaje mucho más breve –habló cerca de dos minutos, contra más de seis del argentino–, que utilizó para marcar coincidencias, celebrar los 200 años de relación bilateral y plantear que veía una “gran oportunidad” para potenciar la relación. Biden dijo que “nada está fuera de nuestro alcance si ambos países trabajan juntos”, un mantra que suele utilizar muy seguido en sus mensajes en los Estados Unidos. La Casa Blanca ha mostrado una enorme predisposición para respaldar a la Argentina, y en Washington muchos creen que, más allá de los problemas actuales, el país puede jugar un papel importante como un proveedor estratégico de gas, litio y alimentos, mercados en los cuales el gobierno de Biden ha puesto especial atención.
“Bueno, Presidente, bienvenido, bienvenido, es genial verlo, y bienvenido a la Casa Blanca”, arrancó su mensaje Biden, ante las cámaras y las miradas de decenas de periodistas argentinos y extranjeros agolpados en el Salón Oval. “Esta reunión ha tardado mucho en llegar”, le dijo, una alusión a la postergación forzada del encuentro, originalmente agendado para julio del año pasado. Biden contrajo Covid-19 unos días antes de la cita, que se postergó en dos ocasiones.
“Hoy, mientras nos embarcamos en un nuevo siglo de nuestra asociación, esta reunión es una oportunidad para reafirmar que nada está fuera de nuestro alcance si trabajamos juntos”, dijo Biden, sentado a la izquierda de Alberto Fernández, luego de darle la bienvenida al Salón Oval de la Casa Blanca. “200 años, 200 años”, había dicho Biden antes, levantando dos dedos de su mano para señalar el largo historial en la relación bilateral.
Biden le agradeció a Fernández el respaldo a Ucrania y la condena a la invasión de Rusia en la ONU.
“Creo que tenemos una enorme oportunidad para aumentar nuestra integración económica y nuestro intercambio económico”, dijo Biden, y mencionó la energía, la tecnología, los minerales críticos como el litio, en el que Estados Unidos tiene un fuerte interés. “Bienvenido”, reiteró Biden y le estrechó la mano. Antes había cerrado el puño invitándolo a trabajar por el próximo siglo.
Biden recibió a Fernández en la Casa Blanca en un momento crítico para la economía argentina, y en la antesala de las elecciones presidenciales. El encuentro ofreció la oportunidad de marcar una hoja de ruta para la relación bilateral y la cooperación entre ambos países –incluido el respaldo de Estados Unidos en el Fondo–, y abarcó las tensiones geopolíticas latentes en el planeta, incluida la invasión de Rusia a Ucrania, la defensa de la democracia y el papel de China en América latina y en la Argentina.
Más allá de la agenda de trabajo que dejó el cónclave, en el anillo de confianza de Alberto Fernández tomaron la cita con Biden, que el Gobierno buscó sin cansancio, como una nueva y contundente señal de respaldo internacional a la Casa Rosada, que suma “perspectiva de estabilidad” en momentos de extrema fragilidad de la economía, y que además le da un envión al Presidente en la interna del Frente de Todos.
La comitiva presidencial se mostró exultante con la visita, en lo que fue ampliamente visto por el Gobierno como un éxito. El único contrapunto del día llegó desde Buenos Aires y el Capitolio: poco antes de que Fernández ingresara a la Casa Blanca, la vicepresidenta Cristina Kirchner dijo en un tuit que desde los Estados Unidos buscan proscribirla, luego de que un senador norteamericano, el republicano Ted Cruz, pidiera que sea sancionada a raíz de las causas de corrupción por las que fue condenada por la Justicia.
“Tal cual lo dije: ¡Proscripción! Y para que nadie tenga dudas, del norte le llegan refuerzos al Partido Judicial y a Comodoro Py. ¿En serio lo van a seguir negando? Dale…”, escribió la vicepresidente en su cuenta de Twitter. Cruz respondió publicando en su cuenta un artículo de LA NACION sobre la condena a la Vicepresidenta en la causa Vialidad.
La reunión bilateral, que originalmente estaba prevista para julio del año anterior, y quedó postergada porque Biden contrajo Covid-19, es el resultado de un arduo trabajo diplomático desplegado por la Casa Rosada, pero también el reflejo de la notable predisposición que ha encontrado el Frente de Todos en Washington, y los estrechos vínculos que tejió en Buenos Aires el embajador norteamericano, Marc Stanley. Además de brindarle un impulso visual a la relación entre Estados Unidos y la Argentina, el cónclave le dejó un bonus a Alberto Fernández: fue el primer presidente peronista desde Néstor Kirchner que se sienta al lado de un mandatario norteamericano en la residencia oficial, una foto que Cristina Kirchner buscó con Barack Obama y nunca consiguió. Antes de volver a Buenos Aires, esquivó una definición acerca de si competirá a o no por la presidencia, pero dijo que trabajará para un triunfo del Frente de Todos.
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