El gobierno ya arrestó a 11 periodistas de todo el mundo y envió a policías a la casa del líder opositor. Allí estaban su madre y su hija. No crucen la raya roja, les advirtió Guaidó.
El gobierno de Nicolás Maduro está crispado por la rebelión popular -que cada día se expande más-, la maciza presión internacional y el cataclismo financiero en las cuentas del Estado. Ante este fatal combo su reacción fue intensificar la represión en todas sus formas,incluyendo intimidación a la familia del líder opositor Juan Guaidó y una masiva ofensiva contra periodistas extranjeros, que sólo esta semana dejó 11 profesionales arrestados por los servicios de seguridad.
Si uno mira las cifras, la situación es crítica. Los muertos por la represión en el último mes suman 39, entre ellos muchos jóvenes que recibieron disparos a la cabeza o al pecho. Los detenidos por participar en marchas y protestas contra el régimen son ya 939, de los cuales 755 aún permanecen encerrados. Estos datos pertenecen al Observatorio de Conflictos y al Foro Penal Venezolano, dos ONG dedicadas a la defensa de los derechos humanos.
Lo más grave es que entre ellos hay 94 menores de edad, que fueron sometidos a presiones y maltrato. Zuleima Siso, abogada del Foro que se encargó de gestionar la libertad de los chicos, dio un panorama estremecedor de las audiencias. “Algunos niños se desmayaron, otros suplicaban llorando su liberación o simplemente ver a sus madres, que también sufrían al ver a su pequeño detrás de las rejas. Fue algo muy duro, muy difícil. Nunca había pasado una situación así”, contó.
Este jueves, en un episodio que sorprendió, el gobierno envió al departamento de Guaidó a integrantes de la temida Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), una fuerza de elite de la policía que actualmente se dedica a la represión de focos rebeldes. En el lugar se encontraba su madre y su hija de 20 meses, ya que el dirigente estaba presentando su plan económico junto a su esposa, Fabiana Rosales.
El equipo policial estaba integrado por dos motos y una camioneta sin placas. Preguntaron por Rosales y luego se fueron. Los vecinos rodearon inmediatamente el lugar para darle protección a la familia. Al enterarse, Guaidó se trasladó inmediatamente a su casa, adviertiendo que hacía responsable a Nicolás Maduro de lo que le sucediera a su hija.
“Otra vez el jueguito de intimidación, otra vez el jueguito les sale muy mal. No me van a amedrentar”, dijo el presidente interino con su hija en brazos, después de constatar que todos estaban bien. “Buscaban información. El objetivo es evidente. A esos funcionarios les digo: no crucen la raya roja”, agregó, evidentemente molesto por la situación.
El otro costado de esta represión son los numerosos periodistas extranjeros convocados por la crisis política venezolana. El espectro es amplio: los más numerosos son los pertenecientes a medios latinoamericanos, aunque también hay una buena cantidad de europeos del sur, escandinavos, rusos y asiáticos.
Pero la ofensiva apunta especialmente a los periodistas pertenecientes a medios de países que reconocieron como presidente interino a Juan Guaidó, titular de la Asamblea Nacional (Parlamento). Así, sólo esta semana hubo 11 comunicadores arrestados, varios de ellos colombianos, chilenos, españoles y franceses. También venezolanos, aunque a ellos los suelen liberar más rápido.
Los dos chilenos, Rodrigo Pérez y Gonzalo Barahona del canal público TVN, fueron apresados el martes la noche cerca del Palacio de Miraflores y estuvieron 14 horas retenidos. Después de intimidarlos y sacarles datos de los celulares y netbooks, los deportaron.
Los reporteros franceses Pierre Caillé y Baptiste des Monstiers, de Quotidien, un popular programa del canal televisivo TMC, fueron apresados el mismo día cuando grababan imágenes en la sede presidencial. Junto a ellos fue encarcelado su productor venezolano, Rolando Rodríguez. Estuvieron dos días tras las rejas, hasta que los pusieron en un avión a París.
El más escandaloso fue el del equipo de la agencia española EFE, integrado por el español Gonzalo Domínguez Loeda, la colombiana Mauren Barriga Vargas, el fotógrafo colombiano Leonardo Muñoz, y su conductor venezolano José Salas. A los dos primeros, el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) los esperó en el hotel y los arrestó.
Esto despertó la reacción de los gobiernos de España, Francia y de la Unión Europea, que reclamaron a Maduro respeto “al Estado de Derecho, a los Derechos Humanos y a las libertades fundamentales”, de las cuales “la libertad de prensa es un elemento central”.
La indefensión que viven los periodistas en Venezuela enturbió los ánimos y llevó a los profesionales a tomar precauciones como contactarse permanentemente. Algunos medios extranjeros contratan incluso abogados para actuar inmediatamente ante los arrestos. Uno de los más experimentados reconoció ante Clarín que hay “más vigilancia y seguimientos”.
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