El premier dará un discurso esta mañana; tiene intenciones de permanecer en el cargo hasta octubre, cuando nombren a su reemplazo; un escándalo sexual complicó aún más su figura y llevó a una catarata de dimisiones en su entorno.
El primer ministro británico, Boris Johnson, anunció el jueves su dimisión como líder del Partido Conservador, tras una serie de escándalos y la presión de su propio espacio político, pero se mantendrá como jefe del gobierno hasta que se nombre a su sucesor.
Tres años después de llegar triunfante al poder, Johnson, de 58 años, se vio obligado a renunciar después de que más de 50 ministros renunciaran y los legisladores conservadores dijeron que debía irse. Poco después del mediodía londinenses, y después de una mañana de versiones, un Johnson aislado e impotente habló frente a su Downing Street para confirmar que renunciaría.
“Es claramente la voluntad del grupo parlamentario conservador que haya un nuevo líder del partido y, por tanto, un nuevo primer ministro”, reconoció Johnson al anunciar su renuncia en un mensaje a la nación frente a la célebre puerta negra del número 10 de Downing Street.
“El proceso de elección de ese nuevo líder debe comenzar ahora”, dijo Johnson en un breve discurso. “Y hoy he designado un gabinete para servir, como lo haré, hasta que se asigne un nuevo líder”, agregó.
El Partido Conservador deberá ahora elegir durante el verano a un nuevo dirigente para reemplazar a Johnson, probablemente a partir de octubre, como su líder y por consiguiente como jefe del gobierno.
La renuncia no alcanzó para sus detractores, que dicen que no se debe permitir que permanezca como primer ministro interino y que se lo debe destituir lo antes posible.
Para el líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, su futura partida es “una buena noticia”, pero no basta. “Necesitamos un verdadero cambio de gobierno”, dijo considerando una moción de censura contra el gobierno para precipitar la convocatoria de elecciones generales anticipadas.
Escándalos
El líder conservador había resistido las peticiones de su gobierno de que se marchara tras una serie de escándalos éticos; el último, un episodio protagonizado por uno de sus funcionarios más cercanos, el parlamentario Chris Pincher, quien fue denunciado de acoso sexual. Incluso ayer rechazó las peticiones de dimisión y afirmó que tenía un mandato de los votantes para mantenerse en el cargo. Pero Johnson finalmente cedió después de que más de 50 miembros del gobierno abandonaran sus puestos y le dijeran que renunciara.
Johnson sobrevivió a principios de junio a un voto de censura de sus propios diputados, lanzado en un intento de bajarlo del poder. Apoyado por 211 de sus 359 legisladores, salvó su puesto pero los 148 votos en su contra hicieron patente que el descontento no dejaba de crecer. Si bien las normas del partido establecen que este procedimiento no se puede repetir durante el próximo año, eran muchos lo que pedían un cambio para volver a intentar inmediatamente otra maniobra contra Johnson.
Desde el denominado “partygate” -el escándalo por las fiestas organizadas en Downing Street durante los confinamientos por la pandemia de Covid- hasta la irregular financiación de la lujosa reforma de su residencia oficial, pasando por acusaciones de amiguismo, los escándalos en torno a Johnson se multiplican.
Líder fuerte tras las legislativas de 2019, cuando logró la más importante mayoría conservadora en décadas gracias a la promesa de realizar el Brexit, el primer ministro cae ahora de manera brusca en las encuestas, donde una mayoría de británicos lo considera un “mentiroso”. De hecho, el primer ministro será investigado por una comisión parlamentaria para determinar si engañó a sabiendas a los diputados cuando en diciembre negó la celebración de fiestas que violaban la legislación anticovid.
Y por otra parte está el hecho de que afirmara desconocer las acusaciones contra Pincher. Cuando muchos aseguraban lo contrario, Johnson había declarado no saber para luego admitir un “olvido”. Sin embargo, recienetemente fue revelado que el mandatario estaba al tanto de estas denuncias antes de ascenderlo a un puesto de responsabilidad interna del partido.
Pincher renunció la semana pasada a su posición como directivo del espacio tras acusaciones de que manoseó a dos hombres en un club privado. Eso desencadenó una serie de reportes sobre denuncias pasadas en su contra, y una sucesión de explicaciones cambiantes del gobierno sobre lo que sabía Johnson al momento de su nombramiento.
Todo este panorama, sumado a los recientes reveses electorales, los últimos el 23 de junio, en dos legislativas parciales, convencieron a un creciente número de rebeldes en el Partido Conservador de que Johnson ya no puede liderarlos.
En aras de aumentar la presión sobre Johnson, esta semana tuvo lugar una catarata de renuncias de la que formaron parte más de 50 funcionarios del gobierno del Reino Unido.
En la noche del martes, los ministros de Salud, Sajid Javid, y de Finanzas, Rishi Sunak, anunciaron casi al mismo tiempo sus respectivas dimisiones en rechazo a los incesantes escándalos que rodean al primer ministro. El miércoles, una treintena de funcionarios de menor rango se sumaron a las renuncias y un grupo de miembros del Gabinete se trasladó a Downing Street para manifestarle al premier la necesidad de que renuncie al cargo.
Ante la negativa de Johnson, ayer a primera hora también dejaron el Gobierno los secretarios de Estado del Tesoro, Helen Whately; de Seguridad, Damian Hinds; de Ciencia, George Freeman; de Pensiones, Guy Opperman; de Tecnología, Chris Philp; y de Tribunales, James Cartlidge, lo que precipitó la decisión del primer ministro.
Agencias Reuters, AFP y AP
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