El Lobo ganaba desde los 4 minutos con gol de Tarragona. Sin merecerlo, el Millonario igualó tras un desvió en Díaz y lo ganó con un golazo de Rondón.
River estaba perdido en el Bosque de La Plata. No encontraba los caminos. Se sentía atrapado. Y el lobo estaba por comerlo. Hasta que llegaron los guías desde el banco de suplente y rescataron al equipo, que terminó maniatando a su feroz rival, al que derrotó 2-1 para volver a ganar de visitante, condición en la que sumó siete de los los últimos nueve puntos en juego y seguir liderando la Zona A de la Copa de la Liga. En cambio, Gimnasia sigue comprometido con el descenso.
Hasta los 30 minutos del segundo tiempo, el partido era de Gimnasia. No solo porque ganaba el encuentro, sino que además jugaba mejor que River. Pero la diferencia de jerarquía individual es abismal. Cuando los de adentro no rinden, los de afuera pueden modificar el transcurso de un partido en poco tiempo.
Eso fue lo que sucedió con los ingresos de Salomón Rondón, Facundo Colidio y Pablo Solari. Con ellos en cancha, River mostró otra actitud y de a poco fue encontrando mejores pases y más presencia ofensiva. Aunque el empate llegó de carambola.
Tras un corner de Barco, Rondón le ganó a Morales en el salto y Durso le sacó el cabezazo. El rebote le quedó a Colidio, quien impactó de zurda y la pelota pegó en el glúteo derecho de Paulo Díaz y se metió en el arco.
El gol le bajó las defensas a Gimnasia. Ya había hecho un gran desgaste. Y River lo aprovechó. Simón tocó para Barco, quien con un caño incluido asistió a Rondón y el venezolano hizo un golazo de Premier League. Le metió potencia y dirección para clavar la pelota en el ángulo. Un golazo.
Así, River dio vuelta todo. No solo el marcador. También, su imagen. Es que el equipo de Demichelis estaba para el diván. Como en la historia de Doctor Jekyll y Mister Hyde, es un extraño caso para analizar. De local parece una máquina. Es letal. Y de visitante, es inofensivo. le cuesta encenderse.
En La Plata, había mostrado su peor cara en el primer tiempo, con un flojo rendimiento. Y eso que en la primera jugada del partido había tomado la iniciativa y construido una buena jugada de ataque. Pero en la primera llegada a fondo de su rival, River sucumbió y quedó paralizado.
Gimnasia hizo una buena presión en la mitad de la cancha. De Blasis le rebó la pelota a Borja e inició el camino al gol. Abrió para Ramírez, que tiró un centro raso, Tarragona pivoteó, Abaldo le pegó de una media vuelta, tapó Armani y Tarragona rompió la red de un zurdazo.
La descripción sirve para representar la parálisis que tuvo River en defensa. Había siete jugadores de camiseta negra y banda roja en el área. Pero nadie marcó. Todos miraron.
La presión de Gimnasia fue constante. Con mucho esfuerzo. Y así no solo que no dejó que River se acercara a su arco, sino que le sacó la pelota y lo atacó. Una y otra vez la pelota llegaba para la dupla de atacantes, conformada por Tarragona y Ramírez. Sobre todo a la zona de González Pirez, el que más sufría. Y Ramírez tuvo el segundo pero Paulo Díaz la sacó en la línea.
Gimnasia atacaba a River cuando tenía la pelota. Y cuando pasaba a dominio del conjunto de Núñez, se agrupaba bien y lo mantenía lejos de su arco. A tal punto que reducía a la mínima expresión a los volantes Millonarios, sobre todo a Nacho Fernández, que casi no tuvo participación en el juego. A Borja no le llegaba el balón. Y cuando bajaba, rebotaba mal la pelota o se la sacaban con facilidad.
Lo de River era preocupante. Tal es así que prácticamente no pateó al arco en la primera mitad. Apenas un intento de Aliendro que se fue por arriba, luego de un centro de Enzo Díaz. Iban 37 minutos. Todo un síntoma.
River necesitaba cambios para el segundo tiempo. Era uno de esos partidos en los que los técnicos dicen que si se pudieran modificar todo el equipo lo harían. Sin embargo, Demichelis no hizo ninguna variante en el entretiempo. Y el equipo siguió sufriendo.
De Blasis le ganó una pelota a Enzo Pérez en la puerta del área y casi estampa el segundo pero Armani estuvo atento. El arquero fue clave para sostener a River. Cada vez que lo necesitó, sus manos estuvieron firmes. También para sacarle remates a Ramírez y a Abaldo.
Demichelis recién movió el banco de suplentes a los 12 minutos del complemento. Hizo tres cambios de un saque. Y con Rondón a la cabeza la historia fue otra. River le hizo frente al Lobo platense. No fue devorado y lo terminó.
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